Jimin 16 / Jungkook 24
El pequeño y frágil jimin se encontraba parado en el marco de la puerta, esperando a que su papi notara su presencia.
Jimin hacia ruiditos extraños para que el mayor posara su atención en él, pero este parecia no escuchar.
Era más interesante lo que sea que estaba haciendo en la computadora, que su bebé, pensaba el pequeño jimin.
Y con su tierno ceño fruncido se volteó con enojo, en dirección a su cuarto compartido. Iba a encararle esto al mayor después, cuando tuviera tiempo. (no si el ocupado xd)
Justo cuando avanzo el primer paso, Jungkook lo agarro por detrás con sus fuertes brazos, lo elevo al cielo, (como decía jimin) y lo quedo mirando con una encantadora sonrisa llena de diversión y picardía.
Jimin aun con el enojo intacto, se dispuso a mover su cuerpo energéticamente en los brazos del mayor, como si lo estuviesen matando, mientras intentaba morder los brazos de Jungkook para que este lo soltara y lo dejara tranquilo de una vez.
Jimin odiaba pero a la vez amaba que el mayor fuera así, tan escéptico, nada se le escapaba y el enojo de jimin no fue la excepción. Jungkook sabía que Jimin estaba ahí, solo que lo quería molestar un poco.
A Jimin le molestaba que, cuando se enojaba o discutían, el mayor lo molestara o que siempre tuviese la razón. Era tan pesado.
Pero Jimin también tenía razones que molestaban al mayor, por ejemplo, el aveces podía ser un tanto odioso, si se lo proponía claro. Asique Jimin usaría esa "desventaja" no tan desventaja para él, contra Jungkook en este momento.
Jimin quería jugar el juego que el mayor más odiaba.
Jimin, al lograr morder un pedazo del brazo de Jungkook, y este al chillar, logro safarse y salió disparado al cuarto, para encerrarse ahí y no salir nunca más. Bueno, nunca hasta que lograra lo que quería.
Jungkook, después de sobarse un poco el brazo, salió corriendo tras él.
Pero cuando llego, se topó con la puerta cerrada, asique sin dudar y con una sonrisa socarrona en su rostro, agarro la perilla y la volteó, pero noto que esta no se abrió. Su sonrisa se esfumó.
Con un poco de molestia, insistió con la perilla, pero llego un momento en el que se aburrió y se rindió.
- Jimin, ya sal - Alargó pronunciadamente la segunda "i" con cansancio en su voz.
Jimin no respondió. El planeaba hacer lo que el mayor le hizo, ignorarlo.
- Bebé ya, yo solo estaba jugando. ¿Ves que estoy aquí?. Nunca te ignoré, mi atención estuvo en ti desde que te apoyaste en el umbral de la puerta de mi oficina. Mochi vamos, si no sales no podré darte mimitos. Tu amas los mimitos - Dijo Jungkook tratando de converser de salir a su bebé.
En el momento que Jimin escucho la palabra "Mimitos" le brillaron los ojos, y estuvo a punto de acercar sus pequeñas manitos a la perilla y sacarle el pestillo. Pero luego recordó su venganza, asique decidió no caer ante las cosas que decía Jungkook. Simplemente hizo oidos sordos a ello.
Jungkook pensó que lo había logrado, pero al no sentir nada, siguio intentando, pero ahora mucho más frustrado que antes.
- ¡Jimin, si no sales dormirás en mi oficina! - Elevó Jungkook la voz con bastante enojo. Odiaba cuando el menor se ponía así.
Jimin casi siente su frágil y blandito corazón romper, pero no, no caería tan fácil. Jungkook sabía muy bien con que armas jugar y que puntos tocar. Jungkook tenía los puntos débiles de Jimin tallados en su memoria.
Pero Jimin quizo, por primera vez en su vida ser fuerte.
Asique, como era de esperarse, no dijo nada. Quería ver hasta dónde llegaba el mayor, cuanto soportaba, cuál era su límite.
Jungkook ya más que enojado, elevó su voz lo más que pudo diciendo lo siguiente a la puerta de su habitación con Jimin.
- ¡Ahg Jimin, odio cuando te pones así! ¡Tan odioso! - Jungkook frustrado dio media vuelta para dirigirse a su oficina.
Ya no intentaría convencer a Jimin de salir, este lo haría por si solo.
Cuando se le diera la regalada gana.
Bingo.
Y sonó el pestillo siendo quitado y el suave chirrido de la puerta resonó, directo a los sensibles oídos de Jungkook.
Este volteó rápidamente en dirección a la puerta y vió al pequeño Jimin parado frente a esta, con sus mejillas llenas de aire y delicadamente rojitas, con unos grandes aires de superioridad impregnados en su ser, burlándose indirectamente de Jungkook. ( que de indirecto no tenía nada ).
Jungkook fué corriendo hacia el y lo abrazo fuertemente.
- Jimin, no vuelvas a hacer eso, yo estaba muy preocupado - Decía Jungkook mientras desesperadamente dejaba dulces y suaves besitos sobre la cara del menor, este ni respirar podía.
- Ya Papi, no sea tan dramático, yo solo quería venganza - Dijo Jimin con cara de perrito perdido y un pronunciado puchero en sus bonitos y rechonchitos labios. Jungkook lo quedo mirando. Diablos, lo amaba tanto. No pudo más ante tan diabética imagen y brindó un fugaz beso en los placenteros labios del menor. Este se mareó un poco, ya que siempre que Jungkook lo besaba, se mareaba. Aunque todo lo que Involucraba a su papi era mareador.
Jungkook era como una droga para él, asique no le importaba drogarse si de Jungkook se trataba.
Jungkook lo tomo en brazos y fué a dejarlo en la suave cama matrimonial con un par de tiernos e infantiles peluchitos color durazno y azul bebé. Decoración por parte de su tierno y lindo Mochi.
- Ah, mi pequeño y perfecto Jimin - Susurraba mientras lo posaba en ella.
Jimin lo quedo viendo y levantó sus brazitos pidiendo a gritos sentir a Jungkook junto a su cuerpo, sentir los labios de él sobre los suyos.
Jungkook lo quedó mirando, se acercó suavemente hasta él, Jimin al sentir el arrullador calor de su papi solto un pequeñito jadeo involuntario.
Jungkook beso aquellos labios que tanto amaba con tanta parsimonia. No podía creer como encajaban de tal forma. Como dos piezas de un puzzle, se complementaban. Como su cuerpo y sus sentimientos. Eran el uno para el otro.
Movían sus labios al compas de sus acelerados y locos corazones, cegados por la neblina densa del amor y la pasión.
Sus lenguas iniciaban una sensual danza, en donde el deseo y la lujuria eran los mayores espectadores.
Se separaron por falta de aire y sus respiraciónes estrepitosas que se mezclaban por la cercanía, dejaban el rastro de su reciente beso.
- Jimin, te amo - Dijo Jungkook sinceramente, abriendo todo su corazón para decir aquellas "simples palabras" que para ellos eran el mundo entero. Dirigidas a aquel pequeño castaño de tes blanca, mejillas color durazno, ojos café embelesante, labios suaves y rosados como el algodón de azúcar, sonrisa hermosa y por sobre todo una personalidad y corazón increíblemente maravillosos y encantadores. Mientras lo miraba con sus profundos ojos negros, en ellos un amor indescriptible se asomaba.
- Yo también lo amo Jungkookie - Respondía sonoramente Jimin, dejando en aquellas palabras su corazón tatuado y su alma a la par. Le tenía un amor tan inmenso a su papi, de hecho, esa palabra le quedaba corta para explicar la cantidad de sentimientos que Jungkook le hacia sentir, eran incontables, hermosamente incomprensibles.
Los vidrios se empañaron y sonidos obscenos resonaban por toda la habitación.
Aquella linda y perlada noche se entregaron, de nuevo, el uno al otro.
Regalando sus cuerpos a la lujuría y sediendo sin pudor al deseo.
Ambos cuerpos se movían con tanta agilidad y destreza.
Conocían el cuerpo del otro como las palmas de sus manos.
Exploraban rincones oscuros y ocultos.
Dejaban besos en lugares prohibidos.
Generando un placer inimaginable en el otro, sus gemidos eran una pequeña parte de lo que sentían.
Aquella cama y pulcras sábanas blancas eran testigo de tal acto, de tal atrosidad, de tal tema tabú.
Solo las paredes color crema eran testigos de los gemidos que se les escapaban y de los sonidos que producía aquel acto.
Simple, ambos se amaban, ambos eran el uno para el otro y nadie lo negaba.