El agua caía sobre el cuerpo desnudo de Caroline, mientras que con los ojos cerrados, ella alzaba la cabeza hacia el chorro de la ducha, pasándose las manos por el pelo. De repente, unas manos le agarraron por la cintura, pegándola contra un cuerpo duro y fuerte. No necesitó girarse para saber que era River, su olor, su tacto y sus manos se lo demostraban.
Carolina notó contra su trasero la dura polla de River, que se apretaba contra su tierna piel. Una de sus fuertes manos subió por su cintura, acariciando y raspando suavemente con las uñas. Entonces llegó a sus pechos y los acarició sin ninguna suavidad, para después pellizcar uno de sus pezones ya erectos.
Su cabeza descansaba sobre su hombro, el agua seguía cayendo sobre su cintura y la mano de River, mientras que la otra mano la utilizaba para seguir torturando sus pechos. Gimió cerca de su boca, esa boca que sabía torturarla tan bien y que quería probar en todo momento. Como respuesta, River gruñó y lamió el lóbulo de su oreja y su mejilla derecha, absorbiendo las gotas de agua que caían sobre su piel.
Mientras la mano derecha de River seguía sobre su pecho, su mano izquierda bajó más allá de su cintura, llegando a donde sus labios se abrían para darle entrada.
-Caroline.-gimió, mientras su mano la acariciaba entre los muslos.-Estás tan endemoniadamente…húmeda y…resbaladiza.-jadeó, incapaz de pensar con sus dedos acariciando su entrada, su sexo.
-Lo estoy por ti, River.-respondió, suspirando.-Por favor, entra en mi, hazme ver lo bien que se siente cuando estás enterrado profundamente en mi.-añadió, gimiendo y moviendo las caderas contra la mano de él.
Cuando sus dedos y su sexo entraron en contacto, todo lo de su alrededor se desvaneció, quedando solo el contacto entre su propia piel y la de él. River deslizó toda su humedad por las carnes de ella, mientras que ella se arqueaba contra su mano, queriendo que la masturbara con los dedos.
Él obedeció a todos sus deseos, metiendo un dedo en su interior, sacándolo y metiendo un segundo, volviéndolos a sacar para acompañarlos de un tercero. Las paredes de su sexo se cerraron sobre sus dedos, apretando y provocando que River gimiera fuerte solo de pensar en intercambiarlos por su miembro.
Uno de los brazos de Caroline subió hacia su nuca, mientras que él seguía metiendo y sacando sus tres dedos, y con el talón de la palma de su mano apretaba y frotaba su clítoris, haciéndole gritar.
-River, no pares, por favor, haz que me corra en tu mano.
Entonces, él hizo todo lo que pidió, aumentando la velocidad, apretando con fuerza su pecho izquierdo, mordiendo su hombro, clavándole los dientes haciendo que se quedara ronca de tanto gritar. Comenzó a lloriquear cuando no pudo seguir aguantando más y llegó al orgasmo, mientras oleadas de estremecimientos hicieron que mojara su mano, sus dedos.
Las piernas de Caroline se habían vuelto gelatina, y apoyó todo su peso en River, mientras que él, esperando a que se recuperara, subió la mano que había utilizado para darle placer por la cintura, hasta llegar a sus labios, dejando rastros de su esencia por su cuerpo. Ella sabía que él quería que chupara sus dedos, así que lo hizo, succionando y mordiendo, haciéndole imaginar cómo sería si en lugar de sus dedos fuera su polla.
River perdió el control y, en la bruma de la pasión y el vapor, la colocó en frente de las baldosas, pegándole contra ellas y dejándole sin nada a lo que agarrarse cuando comenzara lo que tenía en mente. Con sus fuertes manos colocadas en cada uno de sus glúteos, los abrió y metió su polla en el agujero que había entre ellos. Caroline jadeó y él gruñó, mientras que poco a poco entraba en ella.
El brazo derecho de River lo pasó por la cintura de Carolina, agarrándola con fuerza, y su mano izquierda la apoyó contra la pared, cerca de su cabeza. Comenzó a mover sus caderas, saliendo y entrando, con fuerza e ímpetu, deseoso de llegar a donde deseaba ella. Su fuerza la dejaba gimiendo, lloriqueando cada vez que entraba más fuerte que la vez anterior.
Las manos de Caroline se agarraros con fuerza a su brazo, clavándole las uñas rojas, intentando no derrumbarse. Él seguía moviéndose, fuerte, duro y sin compasión. Cerró la mandíbula con fuerza mientras que con la mano que tenía apoyada en la pared, la llevaba a su pelo, tirando de él, colocando su boca junto a su oído y jadeando contra ella mientras cerraba los ojos con fuerza, incapaz de continuar.
La fricción, el morbo, la pasión y el descontrol hacen que el éxtasis llegue antes para Caroline, haciéndole gritar de nuevo. Los dedos de River se clavaron en su cintura, dejándole una marca roja que estaría dispuesto a lamer más tarde. Ella hizo lo propio en su brazo y cuando ya había entrado y salido de ella tantas veces que no podía ni recordarlo, salió de ella y dándole la vuelta, la agachó delante de él. Caroline, arrodillada ante él, cogió su polla, subiendo desde la base hacia la cabeza, apretando, mientras que él gritaba echando la cabeza hacia atrás, corriéndose en su cuello, pechos y labios.
Se apoyó en la pared, satisfecho y cansado, entonces cogió las manos de ella y la levantó, besándola mientras que el agua seguía cayendo sobre ellos, caliente como sus cuerpos y rápida como sus embestidas.