Prólogo

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Se había mudado a Shurima hacía tan solo dos meses, pero sentía que ya no había nada nuevo para él en aquel gran continente. Ichatia parecía ser una ciudad pacífica, nunca había escuchado de ningún tipo de problema en ella, pero tal vez era la misma paz que hacía pudrirse del aburrimiento. Podría preparar sus maletas y volver a Jonia, donde lo esperaba Shen con los brazos abiertos y palabras de aliento, pero sabía que allí también habría dolor. 

--Uhm... --Tomó otro trago de cerveza mientras miraba por la ventana, ya era de noche, una noche especial. En Jonia se celebraba un día que conmemoraba a los que ya se habían ido, pero para Zed eso sería un recordatorio de que "nunca volverá"

Si Akali lo viese lo más probable es que le daría una bofetada y le gritaría: "Ya han pasado ocho años, imbécil. Ya superaro como todos lo hemos hecho!" pero le era imposible. Por eso había aceptado este trabajo en un lugar tan lejano y diferente del que nació. 

Tal vez si hubiesen encontrado al culpable las cosas serían diferentes. Él se sentiría aliviado, sentiría que ya estaría descansando en paz, pero el asesinato de Shieda Kayn era un misterio. Zed había visto personalmente su cadáver que había sido encontrado en el río Ebool dos días después de su desaparición. Varias cortadas fuertes y profundas en toda la piel, con huesos quebrados y con un brazo y un ojo faltantes. Nadie supo quién pudo haber hecho algo tan cruel y despiadado. 

El recuerdo solo le hizo tomar toda la lata de cerveza. 

Siguió divagando en otro tipo de pensamientos, hasta que algo tocó su puerta. Eran las siete y media además de que se suponía que en Shurima se celebraba algo similar al "Harrowing", así que suposo que podrían ser algunos niños a pedir dulces o algo así. Los ignoró hasta que el sonido se hizo insistente. 

-- ¿Qué quieren? --dijo abriendo la puerta. Frente a él había una mujer de cabello morado muy oscuro y piel pálida, que solo tenía unos libros iguales en sus manos--. Disculpe, pensé que era alguien más. --Ella siguió con una mirada fría. 

--No se preocupe... Solo quisiera preguntarle si le interesaría alguno de estos. --Le mostró un libro grueso y de tapa dura con una estrella en la portada y que se titulaba "Guía de las criaturas escondidas en Runaterra"

--No,  gracias. --Intentó cerrar la puerta pero ella la detuvo con la punta del pie. 

--Por favor, necesito vender siquiera uno. Mi hermana me matará si no tengo algo... --Zed se lo pensó dos veces y finalmente suspiró sacando su billetera. Al final vio como la chica se perdía en la oscuridad desde la ventana. 

Zed terminó ojeando el libro, tal vez no era tan malo. Decidió abrirlo en una página al azar y terminó viendo un articulo peculiar. 

--"Darkin" --pronunció en voz alta. viendo la página en particular-- "capaces de adaptar cualquier forma humana que su portador desee por el tiempo que se deba, por un gran pero razonable  precio" --La imagen de Kayn se le hizo presente. Cuando terminó de leer toda la página (que solo decía cuál era el supuesto origen de esas criaturas) en la siguiente había un simple ritual de invocación. 

Kusho probablemente le hubiese arrebatado el libro y le hubiese golpeado con él al ver sus intenciones, él simple creía en demonios y que estos solo eran la representación misma del mal. Pero según había leído, los llamado "Darkin" ni siquiera eran demonios, solo dioses corrompidos, además de que solo eran una leyenda de la región, era estúpido creer que podría ser real.  

Pero aún así... 

Fue a la cocina por la sal, corrió la mesa y el televisor para poder formar la estrella. 

-- ¿De verdad haré esto? --se preguntó apartando su vista de las instrucciones del libro, pero ya había hecho la estrella, ya tenía una pequeña cuchilla para sacar su sangre y las palabras de invocaciones ni siquiera eran tan complicadas, pues ya había tenido la oportunidad de practicar el antiguo idioma shurimano. 

"Kayn hubiese hecho lo mismo, bueno, al menos lo hubiese intentado" pensó. Ya no era la sombra de aquel hombre exitoso de Jonia, tuvo suerte al encontrar trabajo por aquí, además de que nadie se enteraría de que intentó hacer un ritual así. Vivía solo y las personas que le importaban estaban a miles de kilómetros. Tomó la cuchilla de su pantalón y cortó un poco la piel de su mano. La sangre escurrió y cayó en el centro de la estrella. Zed apagó las luces y recitó el ritual. 

No era experto en Shurimano, pero reconoció algunas palabras como "Festín del... "ascendido..." y "final..." al terminar de hacer el ritual. Nada pasó. Absolutamente nada. 

--Supongo que no se deberían confiar en estas cosas. --Decidió limpiar todo y subir a su habitación. Ya era algo tarde, aunque mañana no tenía que trabajar. 

-- ¿Quién? --preguntó una voz ronca, distorsionada, desconocida. Zed debió pensar que era producto de su imaginación, así que no contestó--. ¡¿Quién?! --insistió la voz. 

--Debo volverme loco... --Pero sintió que algo lo rodeaba. 

--Invocas a un Darkin... --Se sentía tan cerca pero no estaba en ningún lugar, por más que Zed voltease a mirar--, ¿Y no sabes para qué lo has hecho?

--Tú...

--Soy Rhaast, llámame en este momento Rhaast. --Podía sentirlo tan real...--. No vas a decirme quién, ¿verdad que no? Así que tomaré el camino sencillo. --Y la voz desapareció junto a su presencia. 

Zed sacudió su cabeza, intentando asimilar lo ocurrido. Debió ser solo un poco de su imaginación... Y sin más decidió ir a su habitación e irse a dormir. 

-- ¿Entonces debo llamarte "padre"? --dijo un adolescente pelinegro, desnudo con unos ojos ámbar que nunca olvdaría. 

Casualidades [Zed - Kayn - Rhaast]Where stories live. Discover now