La cabizbaja figura continúa su camino, dejando tras de si un zigzagueado rastro escarchado de fino hielo entre la hojarasca del bosque. Quien sabe, quizás más adelante tenga que seguirlo para volver de vuelta al castillo. Arrastra los pies entre la hierba, tiznándola de blanco, recreándose un pensamiento que la lleva a apoyarse en un grueso y nudoso tronco con desgana mientras aprieta los enguantados puños.
Diaval no le quita ojo de encima, no pierde detalle de cada movimiento, de cada gesto de la cohibida reina...si algo ocurre en estos momentos frente a él es imposible que se le escape.
Ella sigue quieta, congelada en su postura pensativa y lúgubre sin emitir sonido alguno mientras una vocecilla tenue y aterciopelada se cuela de forma pausada entre las ramas de los árboles. "Buenas noches, Reina Elsa". Una sombra negra se deja caer del roble, impactando frente a ella; apenas ha tocado el suelo y ya se está hirguiendo, tratando de recobrar la compostura, sacudiéndose el polvo de las manos con cierto deje.
-Me alegro de volver a verla, alteza. No esperaba tal honor.
-No es un honor, Diaval. Tan solo paseaba. -Ella sigue tan elegantemente fría como siempre, con la mirada perdida, todo hay que decirlo, pero le quedaba tan bien esa melancolía que apagaba el color de sus ojos...
Aunque el recibimiento no era lo que él esperaba no le quedaba otra más que apretar la mandíbula con fuerza, haciendo que se le tensaran los músculos de las sienes, sin desviar la mirada del rostro de Elsa.
-Supongo que es una ridiculez que os recuerde lo peligroso que puede llegar a ser el bosque a tan altas horas de la noche. -Por supuesto que lo era, pero, a pesar de saber perfectamente quien era ella no podía evitar darle un trato ciertamente caballeresco. Él era así, no lo hacía con maldad alguna, simplemente se preocupaba a su manera. Intentaba fijar mirada en la reina, pero no podía evitar dejar escapar algún que otro vistazo furtivo al rocío helado que rodeaban sus pies o a sus cerrados puños enguantados.- Si no es indiscreción, milady, ¿cómo estáis? Vuestra mirada sigue padeciendo ese brillo afligido que parece haberos robado la felicidad.