Capítulo 1: De vuelta al infierno/Esa madrugada

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   No sé cuál es el objetivo de regresar a esa ciudad. La ciudad de mis pesadillas, con la que he soñado cada vez que me despierto sudando y con el corazón acelerado. Imaginar volver a ver el orfanato, aunque sea desde la distancia, hace que se me revuelva el intestino. No puedo creer que ya pasaron diez años desde que mamá y papá me sacaron de ahí y aún tenga esta sensación de escalofríos al tan sólo imaginar la fachada de aquel lugar asqueroso. Y pensar en el nombre de Augusto Scrave ¡No! Hace que las manos me suden y que el pulso se me acelere. Diez años, y aún puedo sentir las secuelas del trauma más grande de mi vida. ¿Cuánto tiempo tiene que pasar para que las heridas más profundas del corazón de un chico cicatricen por completo?

-- ¡Xander Mason! Espero que ya tengas organizado todo lo que vas a llevar, no quiero que tengamos problemas - Dijo papá desde la sala, en tono bromista. Siempre es así, jamás me ha tratado mal desde que él y mamá me adoptaron, es como mi mejor amigo. Son lo mejor que me pasó.

-- ¡Ya casi! Sin mamá aquí todo es más lento, lo sabes - Grité, en el mismo tono de broma que él con mucho esfuerzo. Yo no estaba para juegos en ese momento.

   Primero lo primero, ¿cómo llegué al punto de hacer mis maletas para viajar al infierno?

   Mamá es artista plástica, hace las más hermosas pinturas que he visto jamás. Sus paisajes tienen un realismo tal que al mirarlos sientes que te hipnotizan y te hacen creer que estás ahí dentro, puedes sentir el calor del radiante sol de un naranja atardecer o la brisa fresca de una verde montaña rozando tus cabellos. Pero lo que más me conmueve es su arte abstracto, esos cuadros te llegan al alma y, a pesar de que no sepas de que se tratan o qué concepto tienen, te hacen mover la fibra de una manera inexplicable. Hace unos días realizó uno, era de lineas asimétricas, en tonos azules y grises azulados, con ligeros trazos de rosa viejo - precioso - al mirarlo, sentí que el mismo cuadro me transportó a un pequeño lugar que estaba perdido en mi cerebro, un sitio que mi mente no conocía - o había olvidado - pero mi corazón sí que lo hacía, pues inmediatamente se aceleró como si quisiera salirse de mi cuerpo. Pude ver una silueta que me abrazaba, era un abrazo cálido y me hizo sentir seguridad, pude entender que era mi madre, la de verdad, mi madre biológica. Seguramente era un recuerdo de mi infancia, uno suprimido por el pasar de los años y por todas las dificultades en mi niñez. Y es que, yo no recuerdo a mis padres biológicos, no sé nada sobre ellos. Y nunca me había inquietado, ni siquiera estando en el orfanato, mucho menos ahora que tengo padres fenomenales. Pero desde que tuve esa visión he sentido la necesidad de saber sobre ellos, mi mente ha elaborado un sinfín de preguntas que me inquietan, supongo que es normal cuando uno es huérfano, pero tal vez fue algo que también suprimí, pues tenía cosas más importantes en las que pensar en los últimos diecisiete años, como en el hecho de sobrevivir en aquel lugar y, por supuesto, en mis amigos que nadie más podía ver. Hace tiempo no me sentía tan exasperado, todo por un simple recuerdo de una persona sin cara, todo por un cuadro que ni siquiera pude descifrar. De algo sí tengo certeza, no voy a quedarme toda la vida con este puñado de inquietudes.

   Hace poco más de dos semanas llamaron a mamá desde Inglaterra para que realizara una exposición de quince días en un famoso museo del Reino Unido, luego el mismo sujeto la volvió a llamar para decirle que, si aceptaba la oferta anterior, también conseguiría exponer su arte en el mismísimo Museo de Louvre en París por quince días más. Así que la propuesta se convirtió en un trabajo de un mes. Treinta días fuera de casa, cosa que mamá jamás hubiese aceptado de no ser porque papá y yo le insistimos argumentando que era una oportunidad de oro y que no lo podía dejar pasar sólo porque si, lo que era cierto.

-- Dile a Jamie que si no acepta esa increíble oferta yo misma regresaré de la muerte para tirar de sus rizos rojos y darle una buena tunda - Me dijo la bisabuela Linda en una oportunidad que tuve de conectar con ella.

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