Capítulo 9

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Mirio se ve obligado a sentarse de nuevo en cuanto Nejire le toma del brazo. Los ojos azules del rubio se clavan en la peliazul antes de mirar por donde se ha marchado Tamaki. Puede ver como Kirishima, luego de aclarar las cosas con el trabajador, va hacia el baño en donde el pelinegro se encuentra escondido.

Togata suspira con resignación y cruza sus brazos encima de la mesa, esperando que su mejor amigo se encuentre mejor luego de hablar con el pelirrojo, pero aun así no puede evitar sentir celos. Él quisiera ser el que se encuentre ahí con Amajiki, apoyándolo, abrazandolo y susurrandole que todo estará bien mientras le acaricia la espalda con cariño entrañable.

...

Sentado sobre la taza del baño, acerca sus rodillas a su pecho en cuanto escucha la puerta abrirse. Se encoge en su sitio, sintiendose pequeño y patético. Tiene ganas de llorar por la vergüenza de la terrible humillación, no solo por el refresco en sus pantalones sino por haber huido como un cobarde. Está exagerando. Definitivamente, pero no puede evitarlo, pues al menor contratiempo va y se esconde con temor. Maldita ansiedad.

Así como sería posible que Kirishima se fije en él.

—Quiero ir a casa — susurra, con un hilo de voz y escondiendo su rostro en sus brazos.

Pasos se escuchan y piensa que debe ser alguien que ha ido a satisfacer sus necesidades fisiológicas básicas, pero la idea se esfuma cuando escucha su voz.

—¿Tamaki-senpai?— habla el pelirrojo, mirando las puertas de los cubículos color beige—. ¿Está bien? Ya he hablado con el mesero, dijo que lo sentía y que nos cobraría solo la mitad de la orden como compensación. Le dije que estaba bien, que era un accidente. ¿Entiende? No debe preocuparse, senpai, no es nada que no se pueda arreglar.

Un silencio se asienta entre ambos; Amajiki no sabe qué responder, no se siente con animos, y Kirishima no tiene idea de qué hacer para levantar el animo del contrario.

—¿Sabe? — el pelirrojo narra, con una voz suave y divertida—. Una vez intenté hablarle a una chica que me gustaba y terminé vomitando mi ropa de los nervios. Justo en frente de ella. Fue muy vergonzoso. Lo que quiero decir con esto es que hay cosas que no podemos controlar y son solo accidentes con los que tenemos que vivir. Todo tiene una solución, ¿sí? ¿Por qué no sale del cubículo y tratamos de secar la soda del pantalón antes de que se endurezca la tela?

Tamaki alza los ojos y mira la puerta, como si tratara de ver a Kirishima del otro lado.

El pelirrojo espera paciente, recargado contra el lavamanos del baño y cruzado de brazos.

La puerta se abre lentamente y ve la cabeza del mayor asomarse por la abertura. Amajiki le mira con las mejillas rojas y la cabeza gacha en un intento por esconderse detrás de su cabello como el ebano. Tímido, el de tercer año se acerca a su kohai, estrujandose los dedos con nerviosismo mientras el pelirrojo le mira de manera pensativa.

—No es una mancha grande— dice, tomando un pañuelo de papel para luego mojarlo un poco con agua del grifo—. Suerte que es un pantalón negro, así no se ve demasiado.

Eijirō se acuclilla frente al mayor y con el papel comienza a limpiar la zona sucia, esperando mejorar un poco la situación.

—Kirishima-kun, creo que es suficiente.

—¿Sí?— dice, deteniendose y viendo que la mancha ha disminuido en tamaño. Se levanta y tira el papel en el bote de basura—. Supongo que tiene razón. Pero se ve mejor que antes.

—Gracias...

—No hay problema, senpai—una sonrisa afilada se abre paso en el rostro del más joven—. Todo resuelto. Ahora, vayamos a comer. Y olvidemos lo que ha pasado.

...

Eijirō se estira satisfecho en cuanto salen del restaurante, contento de haber comido aquel delicioso filete de carne.

—Ha sido un día genial, Tamaki-senpai— dice el pelirrojo, hablando con completa honestidad al mayor—. Aunque ya es tarde, deberíamos volver a los dormitorios.

—Ahm... ¿Puedes volver por tu cuenta? Tengo algunas cosas que hacer antes.

—¡Ah! Por supuesto. Gracias por invitarme, senpai. Tenga cuidado al volver a la UA, ¿vale? Nos vemos luego.

—Adiós

El pelinegro agita la mano en forma de una pequeña despedida, viendo como el menor se marcha con una enorme sonrisa.

Ya cuando pierde al pelirrojo entre la multitud de personas, alguien se lanza contra su espalda y unos brazos le rodean el cuello en forma de abrazo. Siente la mejilla tersa de Nejire aplastarse contra la propia de manera cariñosa, como un cachorro amistoso y enérgico.

—¿Todo bien?— pregunta ella, sonriendo.

—S-sí. Fue divertido. Y él se la pasó bien. O al menos eso fue lo que me dijo.

—¡Por supuesto que se divirtió! Ay, Amajiki-kun, deja de agobiarte. Si algo le hubiera molestado lo hubiera dicho o se hubiera notado, ¿no es cierto, Togata-kun?

—Sí. Tamaki, él parecía muy cómodo contigo y le gustó el juguete que conseguiste para él.

—¡Exacto! Y tú que no querías invitarlo a salir. ¡Arriesgate un poco más! El que no arriesga no gana.

Sentimientos por la LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora