Fang

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El martes por la mañana Andy recogía toda la confianza que podía mientras se daba una ducha rápida intentando quitarase el sueño de encima. El día anterior había viajado constantemente para llegar cuanto antes al pueblo más cercano de su futuro puesto de trabajo. Porque sí, ya lo consideraba suyo. Por suerte Sabela aún es lo suficientemente pequeña como para dormir varias horas seguidas permitiéndole concentrarse en la carretera.

Recuerda más o menos haber tenido un viaje tranquilo hasta pasar por delante de La Reserva. Entonces fue cuando realmente se fijó en el movimiento diario delante de las puertas de las tierras de la ONE. Y en la gran cantidad de vagos desempleados que tenía que mantener con sus impuestos. Si bien no era nativa estadounidense desde que llegó al país y había conseguido su visado también había conseguido nuevos impuestos-mantiene-vagos.

Soltó un suspiro de exasperación mientras gruñía y soltaba improperios hacia el estado. Y contra los desempleados que no tenían nada mejor que hacer que quedarse todo el día delante de las puertas de la ONE como pasmarotes. Salió de la ducha y rápidamente empezó a arreglarse.

Treinta minutos después ya estaba saliendo por las puertas del hotel en dirección a La Reserva. Iba tarde. La pequeña Isabel no había querido despertarse por lo que toda mañosa había rechazado, durante varios minutos, la teta. Sin contar el rato en que se había quedado dormida. Como resultado su perfectamente calculada mañana se había torcido.

Al subir al coche, un Land Rover, y verificar que todo estuviese correcto, salió de la plaza de parquing como si una manada de elefantes la estuviera persiguiendo. Llegó rápidamente hasta el muro de las tierras de las Nuevas Especies pero le costó un horror y medio llegar hasta las puertas. Sin atropellar a ningún puto vago desempleado. Un pequeño logro del cual se sentía muy orgullosa.

Otra cosa fue cuando ingresó. La ONE tenía sus propias aduanas ahí a dentro. Simplemente fascinante. Un agente totalmente blindado se le acercó buscando saber su razón de visita.

一 Hola soy Andrea Anyi Ruíz, veterinaria, y vengo por una entrevista con... 一repasó el recorte de hoja donde había apuntado todos los datos de su visita一 Slade North.

Se le quedó mirando un rato para después girarse hacia otro agente. Este último, al contrario que el primero, no tenía un aspecto tan voluminoso. Incluso creía poder vislumbrar una silueta femenina.

一 Muy bien hembra. Ya sabíamos que ibas a venir 一se dirigió a ella el primer agente一. Necesitamos también acceso al coche. Deberás bajarte y permitir que una hembra te cachee.

Su tono de voz la sorprendió. Si bien ya había escuchado voces muy masculinas y gruesas la suya le sobresaltó. Aún así se recompuso rápidamente y bajó del vehículo dejándolo en marcha.

一 Oh, claro, tranquilo. Solo permíteme...

Intentó pasar a través de los dos para llegar hasta la sillita de su niña y bajarla. No iba a decirlo en voz alta pero la diferencia de altura la tenía ligeramente perturbada. Su metro cincuenta y cinco no era rival alguno contra esos gigantes. Prefería diez veces más tener un enfrenamiento cara a cara con un puma. No tenía miedo en confesar que la gente alta le intimida.

El caso es que al ver que intentaba pasar a través de ellos los dos agentes, que sospechaba que eran Nuevas Especies, soltaron un gruñido ligeramente amenazante. Sep, una pequeña sospecha.

一Hembra no te muevas. Gírate y permíteme hacer mi trabajo.

一Sí sí, es mi objetivo. Pero tengo que sacar a mi hija del coche para eso.

一¿Hija?

一Ya se que no es muy profesional venir a una entreviste de trabajo con tu hija. Pero ya que voy a intentar conseguir el puesto tenéis que saber que no vengo sola. Somos un pack. Más vale presentarse con todas las cartas de frente. Si me contratan... soy madre soltera. No me averguenza.