Ana hecha nervios.

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Sentía como los nervios hacían efecto en mis manos que temblaban inconscientemente. Dylan seguía jalando de mi brazo. Lo apretaba cada vez más.

Duele.

El recorrido a mi casa era silencioso. Como esos silencios incómodos que quieres evitar a toda costa, pero no sabes cómo emitir una palabra sin que el otro se altere.

Bueno, justo así.

Cuando sentí que el agarre era demasiado fuerte como para quejarme, me atreví a hablar.

—Dylan...—Dije casi en un susurro, pero suficientemente alto para que mi novio me escuchara.

El prosiguió avanzando conmigo a rastras sin ni siquiera inmutarse a voltear  su cara hacia a mí.

Me está ignorando.

Está molesto.

—Dylan... me duele.— Me atreví a hablar nuevamente. Esta vez fue suficiente ya que volteó su cara amargada hacia mí.

Sus ojos mostraban interrogación hasta que se fijó en su mano apretando mi brazo, lo pensó un poco, y me soltó de forma brusca, me tambalee en el acto. Solo faltaba una esquina para llegar a mi casa, pero antes de doblar me acorraló en la pared blanca que nos quedaba a mano izquierda.

Sus ojos mostraban enojo, furia.

—¿Que hacías en un lugar apartado con ellos tres?— Dijo molesto. 

—Solo era la cocina.— Dije esquivando su mirada. —No estaba haciendo nada malo, no me contesta...— Me interrumpió. 

—¿Pensaban hacer un par? ¡¿Eh?! ¿Pensabas pegarme lo cuernos?— Dijo, acercándose más, de forma amenazante.

Apestaba a alcohol, o sea que no estaba en sus cinco sentidos.

Lo mire molesta.

—¿Y tú dónde estabas?— pregunté desafiante. —¡Hueles a alcohol! —Dije casi alterada.

La idea de que él esté en una fiesta disfrutando y yo no pueda hacerlo me llena de rabia. Hasta ahora lo siento, porque ante ni me inmutaba.

Sentía como la sangre se me subía a la cabeza.

—Se supone que tenemos confianza en el otro...— .Dije dolida. 

—No seas estúpida.— Dijo con desdén.—Yo soy un hombre

Mi cara fue iconica en ese instante.

—sé manejar la cosas en la calle, tú eres muy ingenua todavía.— Dijo casi en susurro. Me limite a no responder, con mi cara desviada. Me tomo del mentón, me dio un corto beso. —Te amo, lo sabes, no quiero que ningún idiota se aproveche de ti.— Dijo de forma dulce.

—Yo también— dije casi en susurro.

—Anda, vete. Ya está muy tarde y está haciendo frío.—dijo suavemente.

Me fui sin mirarlo, aun seguía molesta.

***

 Al día siguiente.

El profesor de matemáticas estaba dando unos términos finales sobre ecuaciones. A lo qué sonó el timbre de receso, todos los alumnos salieron de manera apresurada del salón y con cara de alivio.

Me dirigí junto a Elena al gran comedor. Las paredes del colegio son azules, tanto fuera como dentro. La mitad de arriba azul oscuro, y la mitad de abajo azul claro. Salvo la mayoría de las aulas, que son color lila.

Cuando llegamos al comedor estaba repleto de gente. Buscamos un lugar en donde sentarnos con nuestras bandejas en mano. De lejos pudimos divisar como unas mano nos hacían seña.

Las amigas de Elena.

Nos sentamos en la mesa mientras Comenzaron una conversación enseguida, mientras yo solo me limitaba a comer y a mirar para otro lado.

Sentía que estorbaba.

Siempre siento que estorbo cuando veo a Elena hablar con otras personas.

¿Por qué rayos es mi amiga?

Si soy tan aburrida.

No es que no quiera tener amigos, es que soy tímida, tengo miedo a caerles mal.

Pero, siempre he querido saber que se siente estar en un grupo de amigas, donde salen de compras, hacen piyamadas y cuentan sus secretos.

Elena tiene la dicha de hacer todo eso, lo veo en sus redes sociales. Ya que solo nos vemos en el colegio y una que otra vez la acompaño a la biblioteca. Últimamente se anima a invitarme a fiestas.

No sé. Creo que solo trata de ayudarme a vincularme con la gente, a no sentirme sola.

A tener amigos.

Desdichada, mirando mi comida, levanto la cabeza y lo primero que logro divisar, a 1 mesa de la mía y multo de gente pasando por estas, un par de ojos celestes mirando directamente hacia mi mesa...

...Es Daren...

Espera.

No está mirando la mesa.

¡Me está mirando a mi!

Me dispongo a mirar mi comida nuevamente, estaba nerviosa. Se me fue el apetito al instante.

Miraba a las chicas para ver si podía participar en la conversación, pero sólo tenía en mi mente aquellos ojos celestes enfocados en mí.

¿Por qué me mira?

Miraba de reojo a ver si seguía mirándome, de vez en cuando hablaba con sus amigos, pero luego torcía sus ojos hacia mi mesa.

Que viene después.

¿Me hará bullyng?

Quien sabe.

Terminé de comer y le dije a Elena que iría al baño. Me dirigí a toda prisa, cuando salí del comedor me apoyé de la pared y toque mi pecho. Subía y bajaba de forma apresurada.

Pude divisar que alguien se acercaba a mí hasta pararse al frente, mire sus zapatos femeninos relucientes. Cuando levante la mirada mis ojos se abrieron de sorpresa.

Emma Sandler.

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Simple Y Complicado.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora