Capítulo 14: Día de mierda.

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Capítulo 14: Día de mierda.

Zachary.

— Lo estaba esperando, señor Black.

La voz ahogada del rector Morrison suena tan irritante como siempre. Lleva la corbata estirada y un perfecto traje de chaqueta rojo, camisa blanca y corbata rosa.

Sí, sus trajes son de lo peor al igual que su actitud.

Tomo asiento en uno de los sillones disponibles frente a él; observo como cruza sus gordos dedos para luego dedicarme una mirada fría. Mide 1,75. Calvo, gordo, arrogante, pretencioso, envidioso pero nada se compara con su modo de hacer mi vida más mierda de lo usual.

— Pues ya estoy aquí, señor Morrison— respondo neutral.

— ¿No quieres un poco de té?— sonríe extendiendo una taza.

Todo mi cuerpo entra en tensión.

— No— aprieto los dientes.

Lo observo rodear la mesa hasta sentarse en el borde de la misma sosteniendo una taza entre sus dedos— Pues yo sí. Siempre me ha gustado el té, claro, obviando la situación con tu padre porque lamentablemente el caso tuvo que irse por esa vía. Iluso.

Aprieto los puños luchando por mantener la paciencia, la serenidad y al mismo tiempo cruzando por mi mente mil maneras de terminar con todo.

Tengo demonios al igual que todo el mundo, unos que siempre viven susurrando pero elijo ignorarlos porque sé lastimaría a tantas personas que sencillamente no me lo podría perdonar.

— Mi padre no es tema de conversación entre usted y yo— decido ponerme en pie cruzando los brazos, lo cual lo obliga a alzar la mirada—. Lo único válido a discutir entre nosotros es mi índice académico y la conducta. Déjelo fuera de esto.

Con mirada retadora toma un sorbo del té sin apartar la
vista de mis ojos sin borran la maldita sonrisa socarrona.

— Zeke Black, el hombre que todos admiran en esta universidad. Conquistando a la chica de la cual siempre estuve enamorado para crear dos... Dos escorias que sólo traen problemas, ¿Cierto, Zachary? Eres muy bueno en Fútbol Americano y sería una pena si perdieras tu puesto como capitán del equipo— sonríe.

— ¿Qué está insinuando?.

Mi corazón se detiene.

No puedo perder la oportunidad de participar en el equipo. Es mi puente. El espacio donde puedo desahogarme pues me permite golpear, taclear y más que nada, evito pensar.

Olvido quien soy porque sólo me concentro en llevar al equipo a la victoria.Todos hemos creado un un espacio, ese lugar donde puedes olvidar por un instante quien eres y sólo pensar en disfrutar el momento; absolutamente todos buscan escapar hay algunos que deciden alcohol, fiestas y drogas mientras otros elegimos un libro, café e incluso fútbol.

— Otra pelea y sales del equipo. Otra pelea y serás expulsado de la fraternidad. Otra pelea y haré que la chica rara hermana de tu amigo sufra mucho, sabes que puedo hacer lo que sea en mi universidad— se encoge de hombros rodeando el escritorio para dejarse caer en el sillón.

Siento la ira recorrer todo mi cuerpo. La impotencia de romper la nariz de Morrison se abre paso en mis turbios pensamientos.

«El mundo se divide en dos bandos: dominantes y dominados. Quienes se dejan arrastrar y quienes luchan contra la corriente. Esas son las personas por las que debes luchar.»

Mamá...

Ahora comprendo. El mundo se divide entre las personas que dominan y aquellas vueltas mierda por dejarse llevar. Siempre habrá ese alguien que intente pisotearnos en busca de hacernos valer más que nada pero el punto está en dar a relucir cuanto daño te ha hecho.

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