MIÉRCOLES
10 pm
Una vez que todos treparon por el gran árbol caído y llegaron al otro lado, incluyendo a Matías, se dispusieron a armar un pequeño campamento usando como pared el grueso tronco, ataron una de las mantas a una de sus ramas y le colocaron unas pesadas piedras en el otro extremo, así formaron un lugar que los acogiera del frío, al menos para tres personas.
Aunque les fue más difícil ver en la densa oscuridad, encontraron varios lechos que les sirvieron tanto para alcolchonar un poco el espacio para dormir, como para encender una fogata. Su alimento se basó en pocos frutos que recolectaron durante el camino y las sobras que aún conservaban.
Matías se encargó de encender el fuego y en cuanto lo logró, Ana se tumbó junto a él quedándose dormida. Estaba tan cansada que no pudo esperar a que repartieran las últimas raciones de comida, simplemente cerró los ojos y se perdió en un profundo sueño.
El calor de la fogata invitó a todos a sentarse alrededor de ésta; el cansancio era notorio en la mirada de los sobrevivientes, había sido un día bastante largo, sin embargo el camino les esperaba al día siguiente.
-Tomaré la primera guardia-. Matías sonó decidido. El fuego realzó sus ojeras y eso provocó que su mirada se hiciera mucho más profunda- No la despierten- dijo señalando a Ana mientras se levantaba- voy a orinar.
-Pero no tardes-. Apuntó Rafa siguiendo a su amigo con la mirada.
Alan, Karen y Abraham fueron los que entraron al refugio improvisado, Vivi se quedó afuera con Rafa, alegando que quería hacer guardia también y dejaron a la pequeña Ana junto al fuego, donde se había quedado dormida.
-Bueno, ya que regresaste, seguiré tus pasos hacia el lugar para desechar-. Rafa se puso de pie y justo como dijo, caminó hacia el lugar de donde venía Matías.
-¿Porqué no te quedaste adentro?-. Señaló hacia la manta que colgaba del árbol con un gesto.
-Alguien tenía que acompañarte.
-No tenías que ser tú.
-Si no era yo, entonces ¿Quién? El sueño ya los mató a todos.
-Eso me preocupa, creo que hice mal al presionarlos tanto-. Confesó Mat mordiéndose el meñique- hice que su energías se agotara demasiado rápido.
-Hiciste bien-lo interrumpió Vivi- si no lo hubieras hecho, entonces quien sabe qué tan lejos estaríamos. Además no estás contando que nos sorprendió el clima y los estúpidos insectos, simplemente eran cosas que no contemplamos.
-No... nunca lo hicimos.
Mat la miró de perfil y sonrió.
-Me alegra que me hayas atacado la primera vez que nos vimos-. Soltó de repente.
-¡Ja! ¿Te alegra? ¡Pero si te encajé una piedra en el pecho!-. La chica hizo un gesto de arrepentimiento.
-Pues me alegra, porque si no lo hubieras hecho, no estarías aquí. No tendría quien me cuidara.
-Y yo no tendría a quien cuidar...
Ambos sonrieron y se quedaron mirando hacia la fogata, recordando el día en que se habían visto por primera vez.
Matías ya formaba parte de un grupo que se había topado anteriormente, y según las pocas conversaciones que el muchacho tuvo con el que parecía ser el líder, no iban a dejar aquel lugar hasta encontrar a más sobrevivientes, a más almas perdidas. Gran labor, pensó Mat cuando se enteró de aquello, pero él no pertenecía ahí, jamás había participado en una actividad como aquella y no pensaba que fuera buen momento para iniciar, y mucho menos después del estallido. Estaba asustado, y por mucho que quisiera negarlo, muy en el fondo sabía que su padre estaba muerto. De no ser así, ya lo habría encontrado.

ESTÁS LEYENDO
Si tú vas, yo también
AdventureLa Zona. Más de 90 kilómetros a la redonda de lo que fue el estallido del rector. Isaac, un SOBREVIVIENTE, creía que estaban solos, él y su pequeña hermana, pero se equivocó. Su objetivo estaba claro al inicio: buscaba algo, algo que le había si...