Prólogo

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Caminando bajo esa agresiva tormenta deambulaba un menor con pasos débiles, su cuerpo se hallaba cubierto por sangre y sus ropas pesaban, agotado su andar terminó al verse desplomar sobre el lodoso camino quedando inconsciente.

Abriendo sus ojos con pesadez el menor se sintió confundido por encontrarse en una habitación la cual se mantenía cálida por las llamas de una chimenea, inspeccionando el lugar supo que no estaba en casa. Pasaron solo algunos instantes cuando unos pasos comenzaron a escucharse y que el sonar de la puerta le hiciera saber que conocería a quien parecía haberle salvado la vida.

—Veo que ya ha despertado.

Una voz femenina fue lo primero que sus oídos pudieron captar, había una fragancia dulce que al mismo tiempo parecía ser cubierta por uno distinto. Al mirar a la mujer poco había tardado en saber quién era, entre su especie no existía individuo que desconociera a alguno de ese matrimonio partidario de los vampiros.

—Tuvo suerte de que lo hubiéramos encontrado antes de que la tormenta empeorará —comentó la mujer ofreciéndole al joven vampiro una copa cuyo contenido fue fácilmente identificado—. Siéntase libre de descansar cuanto lo necesite.

El joven vampiro había escuchado historias sobre esa pareja dispuesta a ofrecer ayuda a humanos y vampiros, pero nunca pensó en llegar a conocerlos en persona, habiendo crecido siendo testigo del cruel trato inmoral hacia su especie por parte del ser humano jamás se permitió establecer contacto o aceptar ayuda por parte de ellos, más ahora podía afirmar que quizás solo dichos individuos podrían ser la excepción.

Permaneciendo algunos días bajo el cuidado del matrimonio más confuso de todos fue que el joven vampiro, quien se presentó por el nombre de Alucard, contacto a sus padres para hacerles saber su ubicación y su estado. Aburrido por permanecer tanto tiempo confinado a una habitación opto por caminar por los pasillos, tras recorrer algunos pasillos llegó a lo que parecía ser un jardín, para un vampiro andar bajo los rayos del sol podrían ser mortales, pero para Alucard aquellas debilidades no le había sido heredadas debido a su linaje el cual se remontaba el primer vampiro existente y del cual heredaba su propio nombre.

Merodeando por aquel bello jardín llegó hasta una zona cubierta por árboles frutales los cuales en sus ramas crecían frutas con colores pocas veces vistos, aproximándose más a dicho sitio pudo ver como un pequeño intentaba pobremente alcanzar dichos frutos. Aquel niño lo había visto algunas veces cuando lo visitaba el matrimonio, pero en ninguna de esas ocasiones intercambiaron palabra alguna, solo intercambiaban fugaces miradas.

Con pasos tranquilos fue acercándose hacia donde estaban aquellos árboles y alcanzando la manzana más próxima a su mano la arranco para después ofrecérsela al infante frente a él quien tras brindarle una mirada confundida acepto la fruta suavizando su expresión—. G-gracias —agradeció sosteniendo el rojo fruto con sus dos manos—. ¿Sabías que cuanto más vivos son los colores en las frutas más dulces son? —comentó tan repentinamente el menor que Alucard apenas pudo escucharle—. Los jardineros dicen que no debo comer frutas cuyos colores no sean vivos ya que pueden contener insectos o no saber muy dulces... ¿Tú también piensas lo mismo?

 ¿Tú también piensas lo mismo?

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2018 ⏰

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