CRONICAS DE LA ARENA: LAZOS
CAPITULO 8: El KAZEKAGE, ANCIANOS Y AJETREO EMOCIONAL.
Con cierta inquietud, la Taiyō se sentó en su despacho.
Si bien había mostrado una actitud indiferente ante la acusación del rojizo, lo cierto es que, internamente se sentía preocupada.
Estaba complemente segura, el día anterior, en que nadie la había seguido al "lado oscuro" de la aldea.
La única explicación era que...
Levantó el rostro, como si hubiese encontrado su respuesta de golpe.
― Es cierto... no he revisado mi memoria extra de estos últimos días ―murmuró, mientras desde uno de sus cajones sacaba una libreta de grosor medio, y la abría por la mitad―. Al cumplirse cierto número de días, yo...
Fue interrumpida de sus pensamientos, al escuchar que alguien llamaba a la puerta, tocando con las manos.
― ¿Quién es? Si no eres el del registro del tercer piso, largo ―respondió, volviendo a su compostura cortante y seria.
Pero el receptor no respondió, para luego ver como se habría de forma lenta la puerta.
Ann había vuelto la vista a sus papeles, cuando de reojo, notó de quien se trataba.
Sus ojos se abrieron enormemente del asombro, para luego correr ante este.
― ¡Maestro!
Fue lo que apenas articuló, mientras abrazaba al anciano de lado, al ver que tambaleaba en su andar, apoyado apenas en un bastón de madera curtida a lo bruto.
― ¿Qué demonios hace acá? Si quería hablar conmigo, debió haberme mandado a llamar, hubiera ido al instante ―reclamó la rubia, mientras lo ayudaba a sentarse en el asiento de visitas.
El anciano sonrió de forma ligera, mientras se dejaba ayudar.
― Ha pasado tiempo de la última vez que estuve en esta oficina, incluso he llegado a extrañar tu forma poco amable de ser, ―expresó mientras se acomodaba en el sillón y apoyaba sus manos en la superficie del escritorio, para mantener el equilibrio que se le dificultaba con la edad―. ¿Por qué no has cambiado el ambiente? Cualquiera que entrase pensaría que tienes el gusto de un viejo como yo ―soltó una risa corta ante su ironía, pero notó que la Taiyō lo miraba un tanto preocupada y molesta―. Bueno, no me mires así... sabes que me gusta bromear, ten paciencia con este pobre viejo ¿quieres?
Ann dejó de mirarlo, para luego volverse a su asiento, sin antes servirle un vaso de café que guardaba para sí.
― Mmm, sabe delicioso ―dijo un tanto asombrado el anciano, entreabriendo sus cansados ojos que casi eran ocultados en su totalidad por sus enormes parpados caídos y demás arrugas de la frente―, este café es muy bueno, aunque... ―se tomó una pausa, para volver a tomar otro sorbo―. Una jovencita como tú no debería tomarlo, está muy tinto. Deja que solo viejos como yo se vuelvan adictos a la cafeína, por favor.
Ann se limitó a escucharlo en silencio. Con un ligero respeto en sus ojos.
La escena parecía como si un abuelo de verdad estuviese hablando y regañando a su nieta.
― Moka-sama, no quiero sonar irrespetuosa, pero tengo trabajo que hacer y sus charlas sin sentido no me ayudan ―soltó esta, al cabo de casi diez minutos escuchándolo―. ¿Hay alguna razón concreta del por qué ha venido a mí, hoy? Por favor, agradecería que fuese más directo.
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CRÓNICAS DE LA ARENA : LAZOS.
Fanfic¿Qué son los lazos? Nunca antes se había hecho esa pregunta con tanta seriedad. En su joven vida solo había deseado saber que había sido amado por su madre; y ahora lo sabía, y era reconfortante, pero... ese solo era un lazo, de los tantos que tend...