MOZHET

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I mozhet lyubov' pomozhet

V real'nost' prevratit' volshebnyy son, v kotorom tol'ko my vdvoem

(Tal vez el amor ayudará a volver realidad el sueño mágico para aquel que está locamente enamorado...)

Los humanos eran creaturas realmente patéticas, eso lo había sabido desde la primera vez que había puesto su ojo sobre esos seres. No es que fuera algo tan difícil de notar, después de todo su existencia era efímera y su mentalidad tan cerrada que no alcanzaban a entender ni siquiera su propio mundo antes de perecer. Creaturas idiotas y fáciles de manipular. Qué exquisito debía ser tenerlas a todas bajo su control, cuando finalmente lograra liberar esa dimensión y aplastarla bajo su yugo, les estaría haciendo un gran favor al darle un uso a ese cuerpo tan frágil y fácilmente destripable. Estaba seguro que nada mejoraría la apariencia de su extraña figura como una expresión del más puro horror y sufrimiento.

Aunque desde su dimensión podía observar cada cosa que pasaba en ese frágil lugar, e incluso podía llegar a tener contacto con las creaturas que lo habitaban por medio del escape mental cuando alguno superaba su propia estupidez y lo invocaba, para poder conquistar y extender su reino a su antojo necesitaba conseguir llegar de forma física. Solo de esa manera manejaría no solo las mentes frágiles de los seres humanos, sino que también podría manejar a su antojo la materia e incluso el tiempo y el espacio bajo los que se regía.

Esos habían sido sus planes desde el principio y con los humanos haciendo gala de su estupidez y con su arrogancia que no les permitía ver más allá de sus propios intereses, cada vez estaba más cerca de alcanzar su objetivo.

Después de siglos de paciente búsqueda de un humano con la capacidad intelectual suficiente, había logrado convencer a Stanford Pines de construir un portal que le permitiera tener acceso a su mundo. Para lo cual habían bastado unos cuantos juegos y halagos y la promesa de obtener un conocimiento superior al de cualquier creatura, convenciéndolo de esta manera para que hiciera todo lo que quería. Patético.

El muy idiota había necesitado que su compañero casi fuera tragado por la fuerza del portal, permitiéndole dar un vistazo a lo que había del otro lado, hecho que eventualmente lo conduciría hacia locura, para comenzar a sospechar cuáles eran sus verdaderos fines. Incluso se atrevió a pensar que era capaz de frustrar sus planes con solo detener su proyecto, pero nuevamente siendo su arrogancia y estupidez su peor enemiga al negarse a destruir el portal por ser "el trabajo de su vida".

Qué divertido fue verlo intentar detenerlo, incluso podría decir que hasta tierno. Verlo sumirse poco a poco en la locura y la paranoia fue lo mejor. Podía sentir como sus nervios se destruían al punto de ya no confiar en nadie, ni siquiera en sí mismo.

Entonces le había visto llamar, con la última gota de cordura que le quedaba, a quien pensaba era la única persona en la que aun podría confiar mínimamente. Vio a su hermano gemelo arribar al pueblo. Vio a Ford tratar de convencerlo de que tomara su precioso diario y se fuera lo más lejos posible. Y qué exquisito fue ver al muchacho revelarse, no dispuesto a simplemente hacer lo que Stanford le ordenara. Encarándolo y reclamándole el ser un egoísta. Vio a los dos hombres jóvenes forcejear y lastimarse mutuamente en una estúpida pelea donde salían a relucir rencores del pasado.

Y vio a Ford ser absorbido por su propia creación cuando en el forcejeo Stan lo empujó sin querer hacia la maquina que habían encendido sin darse cuenta.

Stanley entonces se vio de pronto en medio de los inventos de su hermano. Completamente solo. Su cara de horror mesclado con asombro, miedo, culpa y tristeza había sido toda una delicia para contemplar.

MOZHETWhere stories live. Discover now