II

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Hidan giró su cabeza para poder observar a quien hablaba a sus espaldas, era un hombre que bostezaba indiferente a lo que sucedía, de cicatrices en su lado derecho del rostro, portaba unas ropas extrañas, su haori y hakama eran de color negro, en el pecho tenía dos pares rojizos de pompones sobresaliendo de las telas unas mangas se extendían hasta el dorso de sus manos, pero no fue sólo eso lo que le sorprendió, un par de alas resaltaban en su espalda completamente negras que golpeaban ligeramente uno de sus muebles.

—¿Cómo entraste aquí?- Habló molesto Hidan mientras se ponía de pie.

— ¿Eh?- Aquel sujeto alado se giró, su ojo derecho estaba abierto mientras mantenía el parpado izquierdo cerrado.- Ella me trajo en la cesta.- Señaló a Hinata que se encontraba tirada en la cama llorando un poco e intentando cubrirse con las telas, verla así hizo que el ceño de la criatura se frunciera.

— Oh, bueno, pues puedes irte largando de una buena vez.- Movió las manos en un ademán para ahuyentarlo como se hace a las aves o a cualquier otro animal.- ¡Shu! ¡Shu! ¡Ushcale de aquí, pájaro!

—¿Qué es lo que pretendes?- Aquel ser de alas le vio con indignación ante su actitud.

— ¿Qué no es obvio?- Hidan colocó sus manos en sus caderas mientras una sonrisa lasciva se formaba en mis labios.- Estoy por pasar mi noche de bodas con mi esposa.

La criatura, quién no había dejado de fruncir su ceño simplemente se ladeó un poco para poder ver a Hinata, su expresión de terror le dijo todo, sin embargo, él debía estar seguro, pues no quería inmiscuirse donde no lo llamaban.

—Mujer...- Le llamó con voz ronca.- ¿Eres su esposa?- Hinata negó varias veces con la cabeza haciendo que Hidan se molestara.

—¿¡Cómo que no!? ¡Nos hemos unido delante de Jashin-sama!- Exclamó seguro Hidan.

—No estoy hablando contigo, humano.- Su mano derecha se dirigió al cráneo de Hidan para hacerlo a un lado de un movimiento.

El orgulloso Hidan era fuerte, sí, pero aquel ser sobrenatural lo era aún más, por supuesto midió su fuerza para no terminar estrellando su cráneo contra la pared y matarlo de una vez, lentamente se acercó a ella para mirarla detenidamente.

Así que no es una Tennyo.- Suspiró, pues aquellas mujeres celestiales eran llamadas ninfas y conocidas por una belleza sobrenatural.- Probablemente fue la gravedad de las heridas...-De nuevo suspiró.- ¿Qué haces aquí entonces?

—Me ha traído por la fuerza.- Habló en un hilo de voz.

—¡Ella es mía!- Habló Hidan poniéndose en pie intentando tomar una espada.- ¡Ni se te ocurra tomar a mi mujer!

—Ustedes los humanos me asquean...- Espetó.- Dicen que nosotros somos demonios, monstruos oscuros, pero ustedes los humanos... Son peores...- Su voz se había vuelto demasiado grave, lentamente se giró mostrando a Hidan su ojo rojizo el cual brillaba con intensidad.

—T-Tú... ¿Qué eres?- Balbuceó con nerviosismo mientras buscaba algo con lo cual defenderse.- ¡Tú eres una sacerdotisa! ¡Debes protegerme!

Su mirada rojiza de ese único ojo era penetrante, fuerte ante cualquier humano, sonrió soberbio al escuchar la orden de Hidan y levantó su mano, sus uñas estaban crecidas, puntiagudas, sus dedos los colocó bien extendidos y juntos mientras comenzaba a hablar.

—Que patético... Enviarías a "tu mujer" para protegerte...- Su voz era arrogante.- Muere.- Gruñó con fuerza mientras agitaba su mano desgarrando con fuerza su cuello.

Hidan se sostuvo la herida con ambas manos, como intentando detener la sangre que brotaba a borbotones, quiso articular algunas palabras, sin embargo, todo en su cuello estaba desgarrado, el paso del aire no llegaba hasta sus cuerdas vocales y sólo fue un siseo que hizo reír con estridencia al ser alado.

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