La noche está helada, según las noticias. Según yo, es una de las más cálidas, dulces, y románticas.
Estás sentado sobre mí, ambos tapados por una suave cobija. Me regalas dulces besos, y cálidos abrazos.
Nunca pensé encontrar el amor, siempre me sentí miserable, solo. Pensé que ya no había otra salida, más que la muerte. Y, cuando creí que ya era el final, cuando estaba atrapado en un pozo de depresión, en un cuarto de silencio que nunca cesaba, que me ahogaban, con frases de negatividad que me empujaban más y más abajo. Ahí apareciste tú, con tu dulce voz, me compartiste de tu alegría, me enseñaste la vida, lo dulce y amarga que puede ser, sus altos y bajos. Me enseñaste a amarme y a amar. Me enseñaste a ser feliz. Me sacaste de ese profundo dolor. Gracias a ti aprendí que puedo salir de cualquier dificultad por mi cuenta, que soy fuerte, que nada es imposible. Y con el tiempo fui cayendo en tus encantos. Tu fina belleza, tu alegría, tu positivismo. Me enamoré de ti y de cada pequeña parte tuya.
Observamos los copos de nieve caer. Tú sonríes, dices que es hermoso y no quitas tu vista de la nieve. Yo no quito mi vista de ti, porque eres lo más hermoso que he visto y podría observarte por mil años.
Me siento en el sofá, tú me miras extrañado. Me levanto y te ofrezco mi mano, la tomas. Ambos nos dirigimos a la terraza. Quedamos de frente, te miro, tú también me miras, puedo notar que estás algo confundido. Sonrío.
De mi bolsillo saco una pequeña caja roja, me arrodillo. -Jung Hoseok, ¿te quieres casar conmigo?
De tus ojos comienzan a caer lágrimas, sonríes. Te arrodillas junto a mí y me abrazas. -Por su puesto que quiero.
Puse aquel anillo en tu hermosa y delicada mano, mientras tu sonreías tiernamente. Me volviste a abrazar, y me regalaste un dulce y lento beso, el cual acepté feliz.
-Te amo, Jeon Jungkook.
Simplemente la más hermosa víspera de Navidad.
-Te amo, Jung Hoseok.
