Eran días tristes ya que te ibas de viaje a otro país. Serían solo unas semanas, pero a mí cada minuto sin ti se me hacía eterno.
Llegó el día y la hora. Fuimos al aeropuerto en el taxi. Estabas muy guapo ese día, bueno, como todos los días, demasiado guapo... Vestías traje y un peinado que nunca te había visto.
- Deberías peinarte más veces así.
- Sí, la verdad es que no me queda nada mal. Cuando vuelva te sorprenderé con un nuevo peinado.
- Uy, ¡pues no puedo esperar!
Una sonrisa y un beso en los labios.
Habíamos llegado al aeropuerto, nos bajamos del taxi y anduvimos hasta la entrada.
Esperamos durante un buen rato, aunque contigo todo pasaba muy deprisa, demasiado.
Y llegó la despedida.
Nunca me gustaron las despedidas. Nunca me gustó llorar, aunque me pasé gran parte de mi vida llorando, ya que mi vida fue muy dura. Hasta que llegaste tú, porque cuando te conocí también conocí a la encantadora felicidad.
Sabía que lloraría cuando te dijera adiós, pero me intentaría aguantar. Nunca me gustó que me vieras llorar.
- Me tengo que ir ya.
- Ya veo...
- Te quiero muchísimo, ya nos veremos.
- Yo también te quiero muchísimo, te voy a echar mucho de menos.
- Y yo...
Un beso intenso. Me quedé casi sin respiración.
- Adiós.- dijiste mientras te ibas alejando.
- Adiós.- susurré con lágrimas en los ojos.
Unas horas después.
Estaba en nuestra casa con el teléfono en la mano, esperando a que me llamaras y me dijeras que habías llegado. Ya tendrías que haber llegado, pero intenté no perder los nervios y esperar con paciencia.
Encendí la televisión y lo puse en las noticias, aún con el teléfono en la mano.
- Últimas noticias. Un avión con destino a Sidney se ha estrellado. De momento sabemos que hay muchos heridos en estado grave y varias víctimas.- anunció la presentadora de las noticias.
¡No! Ese era el avión que cogiste, tú montaste en aquel avión. ¿Has muerto?
Me caí al suelo, derrumbada, con la cara envuelta en lágrimas.
La idea de que te hubiera pasado algo se me hacía insoportable.
Un rato después informaron sobre el nombre de las víctimas. Y en aquella lista estaba tu nombre.
Grité hasta no poder más, ahogándome en mis propias lágrimas y descargando mi rabia contra la pared.
No quería vivir en un mundo sin ti. No quería seguir viviendo si tú habías muerto. Decidí acabar también con mi vida. Seguí descargando mi rabia en cualquier sitio de la casa, y en la esquina de una mesa pegué un cabezazo. En dolor era tan intenso que me había dormido casi todo el cuerpo, pero no era tan doloroso como el dolor que tenía en mi corazón.
Caí al suelo y lo último que vi fue un gran charco de sangre en el suelo. Y comprendí que me estaba muriendo, pero sabía que volvería a reunirme contigo.
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Tu último adiós. [Relato corto]
RomanceEs difícil despedirse de un ser querido, sobre todo de la persona que estás enamorada. Esto es lo que le ocurre a la protagonista de esta historia.