Era necesario, encontrarle antes de que fuese tarde. Recorrió las calles rápidamente y conquistó las colinas, cabalgando contra el viento cortante bajo la luna llena. El paso agitado desconcertó a algunos borrachos del pueblo y llamó la atención de personas indeseables, pero debía llegar antes de que callera la noche. Divisó la casa a la lejanía, apresuró el paso con el objetivo frente a sus narices y cuando estuvo frente a frente, bajó de su Talita 50.
La dueña dormía a pata suelta, el viejo, dio la ocasión de que trabajaba. Nadie sospecharía nada.
Golpearon la puerta y esta se abrió lentamente. Un perro enano le entregó el billete, agarró las pizzas y se marchó.