Capítulo 43

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Narra Jessica

—Ya tenemos los resultados de sus análisis —anunció la enfermera, con un tono de voz neutral.

—¿Y bien? —preguntamos Christina y yo al unísono, ansiosas por saber los resultados de dichos análisis.

—Acompañenme, por favor — nos solicitó.

Las dos asentimos. Y, antes de seguirla, me gire a ver a Valentina en la sala, jugando con los demás niños. Ella me miró y le hice una señal de que en un momento regresaba, por lo que se limitó a asentir.

Recorrimos un pasillo no muy largo, hasta llegar a una puerta con un anuncio de advertencia colocado en lo alto de ella. La enfermera la abrió. Dentro, la luz se encontraba prendida y con una persona de vata blanca cerca de una máquina de rayos X. El médico estaba concentrado observando un sobre detenidamente, recargado contra la pared, hasta que irrumpimos en la habitación y se giró a vernos, mostrando una amplia sonrisa.

—Ellas son las familiares del paciente, doctor —le informó la muchacha—. ¿Las dejo con usted?

Éste asintió levemente. La enfermera indicó que entrasemos y, una vez lo hicimos, ella se retiró, cerrando la puerta tras de sí.

El doctor avanzó por la habitación, cargando consigo un sobre color paja. Se acercó a la máquina de rayos X y nosotras lo seguimos.

—Bien —rompió el silencio—. Quiero, antes que nada, mostrarles las pequeñas radiografías que hemos captado y lo que éstas nos indican.

Acto seguido, quitó el cordón que aseguraba al sobre y sacó de él, las tomas. Encendió el aparato que nos permitía visualizar los estudios realizados. Después, colocó tras éste una de las radiografías.

—Ésta fue la primera toma que hicimos —nos informó—. No se muestra demasiado a detalle, pero podemos apreciar un ligero orificio en una costilla inferior.

Retiró la radiografía y sacó la segunda dentro del sobre.

—Al verlo desde este otro ángulo. —La radiografía se encontraba tomada de un costado—. Se ve una fractura, ahora, ligeramente más intensificada, sin embargo, no es todo.

Se giró a vernos y traté de descifrar a que se refería con eso, pero al no percibir nada en sus ojos, decidí preguntar al fin.

—¿Cómo que no es todo? —interrogué extrañada, robandole la pregunta a Christina.

El doctor no respondió y sacó del sobre otra toma. Pero esta vez no era su tórax ni su cintura lo que se mostraba. Era algo totalmente distinto. Su corazón.

—Me pareció notar algo extraño en su corazón, algo muy leve que casi no se apreciaba en la radiografía anterior —nos explicó—. Así que decidí sacar esta ecocardiografia y capturarla para mostrárselas.

Tragó saliva y esperó un breve momento para continuar. Bajó la cardiografía y dejó el sobre a un lado, en una pequeña mesa. Por algún motivo, yo me presentía algo malo a continuación.

—Todo indica que tiene endocarditis —anunció finalmente—. Endocarditis crónica.

—¿Quiere decir eso que morirá? —indagó Christina, de manera inmediata.

Todas las personas al escuchar la palabra "crónico" en una enfermedad, nos venía a la mente la peor de las circunstancias.

—No exactamente —precisó el médico, lo que me alivió un poco—. Esta enfermedad ataca al corazón de manera lenta. Hay que tratarla a tiempo, existen antibióticos y demás que ayudarán a curarla. De no ser el caso, hay más alternativas.

My Heart Is Open (Adam Levine) // [Reescribiendo] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora