Perdida en una galaxia

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Respiro y te siento. Una y otra vez. Ni lento ni rápido, suave y preciso.

Hay una tormenta eléctrica dentro de mi, pronto va a llover. Pronto, pronto.

Esta sensación nueva me gusta. Tanto como el mantecado de menta. Tanto como cuando leo la primera página de un libro; ansiosa por saber qué pasa.

La casa desde afuera se verá apagada. Me la imagino; las ventanas cerradas y oscuras. Quien se imaginaría que dentro estaría yo, explorando miles de mundos diferentes; perdida en una galaxia de corazones latientes y besos húmedos.

Respiro y te siento. Una y otra vez. Te abrazo fuerte con mis manos temblorosas. Bueno, me tiembla todo el cuerpo.

Nos veo desde arriba y mi alma sonríe cada vez más contenta.

Noto una luz repentina. Un relámpago. Aguanto la respiración, sintiendo como todo burbujea en mi. Como una botella de soda agitada.

Se escucha un estruendo. Las paredes tiemblan. Un susurro, suave y de pocas palabras se acerca a mi oído. Como un coro de los mismos ángeles a mi disposición. Así te escuchas tú.
Me pregunto como me escucharé yo.

¿Será como música meliflua? ¿Será como un sonido rimbombante?  ¿Cómo puedes sonar tan suave y lento, pero tan agitado a la vez?

Solo tú, amor mío. Solo tu puedes ser tan imprecindible. Solamente tú puedes ser tan perfecto.

Y de pronto, llovió.

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