Capítulo cuarto

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William entró en su casa con una gran sonrisa en la boca.

-¿Ya te has cansado de molestar a los nuevos vecinos?-le preguntó Lottie desde la escalera.

-Yo nunca molesto estúpida, no ves que finjo muy bien. Además la vecina es muy fácil, se ha quedado loca de emoción conmigo. Tanto que me ha ofrecido a sus hermosos hijos en bandeja de plata.

La chica bufó molesta.

-¡Eres un maldito arrogante!-le gritó- ¡Ojalá algún día te den de tu propia medicina y dejes de jugar con las personas!.

-Bla...bla...bla, tan solo eres una maldita envidiosa, déjame tranquilo. Me da igual lo que digas, no lograrás perturbarme, estoy demasiado feliz. Tengo a los hermanos Styles comiendo de mi mano y pronto me los habré follado a los dos, bueno la verdad es que aún no sé si Harry es top o bottom, aunque sinceramente me da lo mismo.

Lottie pegó un gran grito de frustración y furiosa volvió a su habitación, mientras su hermano pelirrojo se tiraba en el sofá riéndose de su hazana, al tiempo que encendía la tele.

-Soy el amo del mundo-se dijo a si mismo con orgullo- y todos me adoran.

Mientras en la soledad de su habitación, el ojiazul más joven seguía cultivando su mente a través de la lectura, aunque por momentos debía secar sus ojos pues estos seguían inundandose por momentos.

La verdad es que él amaba a sus hermanos pero con William era difícil convivir pues siempre habían chocado mucho, no quería pensarlo pero había momentos que creía que su hermano hubiese sido más feliz sí ellos no hubiesen nacido.

Louis sentía que cada palabra de su hermano mayor era como un dardo envenenado de odio que se le clavaba en el corazón y aunque le temía, en muchas veces rezaba por él, ya que creía que un día toda la maldad que sembrada a su paso pudiese serle devuelta.

Desde que su hermano había empezado a darse cuenta de su belleza y éxito, había hecho mucho daño a distintas personas directa e indirectamente, aunque inexplicablemente siempre había salido bien parado.

Al igual que su hermana, Louis también deseaba que William encontrase al fin la horma de su zapato y probase así la crueldad de sus actos, para que se redimiera y cambiase su actitud, aunque eso tan solo lo lograría un auténtico milagro.

23. Un novio de mentira. L.S (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora