ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1

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Un tipo particular de energía irradia de las escuelas el primer día de clase. Por un lado está la energía nerviosa de los nuevos; por otro, la energía bulliciosa de los de último año, y por otro, esa energía de "mira cómo me he reinventado a mi mismo durante el verano" de todos los demás. La atmósfera es la misma cada año en cada escuela, aunque los estudiantes cambien; el tímido estudiante de primero se convierte en un aburrido estudiante de segundo y los que pasan a graduarse ese año ahora toman los mandos. Toda esa excitación, casi seguro, se habrá disipado ese mismo viernes; pero el primer martes de septiembre, el regreso de los estudiantes a clase convierte la escuela y su estacionamiento en una animada colmena donde la socialización es el zumbido de su frenética actividad.

Mientras voy hacia la puerta principal, kim Jion lucha con los elementos para ponerse al día conmigo. Sostiene recta una taza de café de Starbucks mientras sus sandalias de marca golpean contra el pavimento.
- Hola, ___- me saluda de forma escueta.
- Hey, Jion. ¿Qué te pasa?
Son solo las 7:42 de la mañana y ni siquiera hemos entrado al edificio aún; no sé por qué tiene ya aspecto de estresada pero lo tiene.
Jion es una especie de estresada perpetua. Igual que lo son muchos aquí.
Igual que lo soy yo buena parte del tiempo, para ser honestos. Aquí el estrés se absorbe por ósmosis.

-Ash- Jion niega con la cabeza con indignación-.
Tardé un buen en ponerme los lentes de contacto, asi que mi pelo se empezó a crispar y cuando por fin pude peinarme con las tenazas, resulta que había tanta humedad que las hondas no se fijaban. Había una cola de coches gigante en el Starbucks y encima olvidaron ponerle caramelo a mi capuchino. Ya es mala suerte ¡TODO mal! Llego tarde, me veo fatal y tengo biología avnazada a primera hora. Creo que Minhyun está en mi clase y habría estado genial sentir que lo tengo todo bajo control antes de entrar- Por fin se acuerda de respirar-. ¿Cómo puede ser que vaya tan retrasada cuando el día apenas acaba de comenzar?

La ansiedad de Jion era tan potente que yo misma tengo que respirar hondo. Jion es una chica de ojos dulces y enormes; observo su pelo ondulado y largo de color rubio cobrizo.
-Tu pelo está genial. Tú estás genial. Aún tenemos doce minutos antes del timbre de tutoría. Y pensaba que las cosas hiban mejor con Minhyun.

Su verano había sido bastante duro. Jion había intentado superar si dramática ruptura de junio.

-Si. Es solo que me cuesta volver a clase- frunce el seño-. Volver me hace recordar cuánto desearía que las cosas fueran como el año pasado. Además no se me antoja mucho ver como Minhyun participa en el juego ese de mierda de calificar a las novatas para ver cuales están más buenas ¿sabes?
-Bueno, yo creo que tú eres una de las chicas más guapas de segundo- sonrío y tiro de la punta de uno de sus mechones impecablemente ondulado-. En cuanto te vea, se arrepentirá de todo.

"Todo" era una chica de otra prepa con quien se había enredado a espaldas de Jion.
Jion para en seco y me mira, mordiendose el labio.

-¿En serio? ¿Crees que se fijará?
Respiro hondo una ultima vez mientras nos acercamos a la puerta principal. Son solo las 7:43 y ya estoy agotada.
-Seguro.

Nos sumergimos en la multitud y somos absorbidas por la marea de estudiantes que se mueven por el vestíbulo. Jeon Kia, cocapitana del equipo de hockey sobre pasto, nos rebasa a toda prisa, girando su cabeza para lanzarnos un mensaje.

-El entrenamiento empieza EN PUNTO hoy señoritas, no valen excusas de primer día.
Asiento, apesar de carecer del entusiasmo de Kia para los deportes competitivos. Pero dado que necesito alguna actividad deportiva para completar los formatos de solicitud para la universidad y soy una centrocampista decente, pues eso, me inscribí a hockey.

Un grupo de estudiantes de la exclusova Asociación de Músicos de la prepa desmonta sus instrumentos tras lo que seguramente fue su ensayo de primerísima hora. Mientras caminamos junto a la multitud en movimiento que emite voces a todo volumen y una energía sudorosa, me fijo en un chico de aspecto serio, apoyado contra la pared, que sube las gafas con el dedo mientras lee el libro de texto de Física; se trata de uno de los muchos matados. Aún no llegamos a Tutoría.

El ambiente del vestíbulo me hace sentir aturdida y lenta; me cuesta entender toda esta histeria. Sigo en mis vacaciones de verano. La vida era mucho más relajada cuando vendía pretzels de la marca philly en el puesto de snacks junto a la piscina del Club de Tenis y charlaba con Daniel cuando se aparecía por la ventana lateral. Iba cubierto de tierra y trocitos de césped cortado tras tomarse un descanso por que el sol era demasiado abrasador o por que en ese momento no tenía que mantener el campo de golf impecable junto a los demás compañeros del equipo de mantenimiento.
Lo cierto es que, honestamente, hay una parte de mí a la que le cuesta seguir el ritmo a los alumnos de aquí, sea la temporada del año que sea.
Este será mi segundo año de bachillerato. Hace dos veranos, mi familia se mudó a Seúl desde Busan. En mi antigua escuela, la mayoría de la gente no le da mucha importancia a las calificaciones ni a las actividades extracurriculares; son conscientes de que acabarán en las universidades públicas de los alrededores.

En cambio, mis nuevos compañeros de clase siempre parecen estar mirando hacia atrás para ver quien puede alcanzarlos. El año pasado sentí que la gente, mientras me juzgaba como una posible nueva amiga, también me observaba como si fuera una especie de posible amenaza. Una amenaza para su puesto de clasificación dentro de la clase. El puesto de primer violín en la orquesta. Para su carta de admisión de la universidad. Sencillamente, es que yo no entiendo todo ese rollo, o quizás es que ellos no me entienden a mí.

Yo prefiero volar bajo el radar y no quiero robarle el protagonismo a nadie, faltaría más. Odio tener las miradas puestas en mí, siempre lo he odiado. Durante los ultimos años, ya he sido el centro de atención, aunque esa atención no fuera para mí per se.
Ya llevo aquí un año y todavía no estoy segura de lo bien que encajo. Hacinados como sardinas en lata en el pequeño lobby de la planta de arriba, a la espera del timbre para ir a Tutoría, me siento extrañamente sola y desconectada.

Pero entonces veo algo familiar apoyado en los pies de uno de los viejos bancos de madera. Es una vieja mochila Jan Sport negra, con el nombre "Daniel" escrito con corrector en el bolsillo delantero. Me animo de inmedito y al instante me siento más segura.

Daniel está por aquí...

'ᴄᴏᴍᴏ ᴅᴇᴄɪʀʟᴇ ᴀʟ ᴍᴜɴᴅᴏ ǫᴜᴇ ᴛᴇ ǫᴜɪᴇʀᴏ' [Kang Daniel] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora