SÉPTIMA PARTE

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—¡¡¡TED!!!

Corrí y me lancé al piso y pude apenas sujetar su mano.

—¡Trata de sujetarme, Ted! ¡Vamos!

Pero cuando logró hacerlo el monstruo nos arrastró a los dos. Apenas pude aferrarme con una mano a una baranda de las escaleras y con la otra estaba aferrado a la mano de Ted. Yo soy muy delgado y no tenía la fuerza suficiente para salvarlo.

—¡Chicos! ¡Ayúdennos!

—¡Derek! ¡Suéltame o nos llevará a los dos!

—¡NO! ¡No lo haré! ¡No te soltaré!

En eso escuché la voz de Terry:

—¡Oh por Dios! ¡Derek!

Terry me sujetó, y empezó a pedir ayuda. Pero el monstruo no quería soltar a Ted, y le tenía sujeto de una pierna con una de sus garras.

—¡Chicos! ¡Láncenle cosas! ¡Lo que sea! —Les gritaba Terry.

—Ya no me quedan plantas...—Marcos empezó a correr viendo qué podía lanzarle al monstruo.

"Bola ocho" Corrió a la zapatería y regresó con un montón de cajas de zapatos, comenzaron a aventarle tacones, zapatos deportivos, botas vaqueras, ¡de todo! Pero quienes ni se asomaron fueron Dean y Katie; pero más que todo porque Katie no dejaba a Dean qué hiciera nada:

—Katie...

—¡No! Ese tipo estuvo a punto de matarte, ¿y ahora quieres salir a ayudarlo? ¡Pues bien hecho! ¡Ojalá el monstruo ese se lo coma! Se lo tiene bien merecido por golpearte y amenazarte. ¡Es un criminal! Tú mismo lo escuchaste y sabes muy bien que no se puede confiar en alguien así...

—Pero... ¡Está bien! Tienes razón.

¡Y así Dean se dejaba manipular por Katie! Entretanto Terry y yo intentábamos salvar a Ted, mientras "Bola ocho" y Marco le aventaban todo lo que podían al Zombie Depredador. Pero este, en vez de soltar a Ted y huir, se aferró más a él y trataba de morderlo. Ted lo pateaba y se movía intentando zafarse de esa cosa; pero todo era inútil y ya no le quedaban más fuerzas.

—¡Tienes que soltarme, Derek! ¡No hay otro modo!

—¡Si te suelto te arrastrará!

—¡Hazlo! ¡Suéltame! Yo no te importo de todas formas, ¿Vas a arriesgar tu vida por mí?

—¡No voy a dejar que mueras!

En ese momento Ted, que también estaba sujetándome, me soltó.

—¿Qué haces? ¡No te sueltes!

Ted me sonrió y me guiño el ojo:

—¡Fue un placer conocerte, Derek!

—¡¡¡TED!!! ¡¡¡NO!!!

Y entonces logró desprenderse de mí y el monstruo le arrastró con fuerza escaleras abajo, como cuando un perro se roba un pedazo de carne. ¡Yo no podía creerlo! ¡Perdimos a Ted! Y fue por mi culpa...

—¡Mierda! ¡No puede ser! ¡No a él!

Terry se dejó caer agotada en el piso. Yo sólo miraba el pasillo oscuro hacía donde el monstruo se lo llevó. Entonces me levanté, y aunque no tenía ningún arma, me eché a correr hacia esa dirección.

—¡Derek! ¿Qué demonios estás haciendo?

Ignoré a Terry y entré al pasillo, fue entonces que escuché los disparos.

HOW TO KILL A ZOMBIEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora