Io*
Ser la nieta bastarda de un magnate de las finanzas no te garantiza una vida de lujos y felicidad, lo primero es darte cuenta de la clase de padres que tienes, para mi desgracia mi madre no es una mujer muy de fiar....tomando como referencia que a quien creía mi padre no era el único que desayunaba en casa, no me sorprendí cuando un hombre bien vestido se presentó en la puerta del apartamento preguntando por ella.
Marcos Rodríguez a pesar de todo permaneció a su lado los 13 primeros años de mi vida, no era un hombre afectuoso, pero tampoco permitía que aquellos extraños se me acercasen.
El día que lo arrestaron por posesión de armas en la vía pública y agresión con violencia fue prácticamente la última vez que tuve noticias suyas, pues lo mi madre no autorizó que lo visitase a lo largo de su condena, que se acortó considerablemente al desarrollar el VIH, enfermedad que mi madre también padecería.
A mis 16 descubrí que mi verdadero padre no era otro que Sebastián Olivier, multimillonario heredero de Benjamín Olivier.
Mi padre murió en un accidente poco después de conocer a mi madre y cuando descubrió su embarazo se buscó a un hombre que se encargase de darme un apellido y acarrease todas las responsabilidades de cuidar a un bebé.
El sórdido descubrimiento se produjo cuando enfurecida me gritaba, tras la muerte de Marcos y la inminente ausencia de los cheques que nos mandaban en compensación a su encierro y que debía de trabajar si quería seguir viviendo bajo aquel techo, a sus ojos ya tenía edad para dedicarme a lo mismo que ella o a bailar en el club donde se vendía, puesto que siendo su hija pasarían por alto mi edad y me tratarían bien.
Muchos de los que ingenuamente creí sus amantes resultaron ser los que mantenían su nivel de vida, puesto que para lo básico era Marcos quien se ocupaba; mi ropa siempre estuvo limpia aunque no llevé nada planchado hasta que aprendí a hacerlo por mí misma y arreglaba la suya a cambio.
Me dolió tanto descubrir que no era mi padre... era un hombre áspero y supongo que era porque sabía que yo no era suya y no obstante, me dió un apellido, mantuvo a mi madre y cuidó de mí.
Poco después descubrí que la insistencia de mi madre porque me independizase no fue más que un aviso de que ella ya conocía que su enfermedad avanzaba y no quiso ningún tratamiento, estaba harta de esta vida o eso garabateó en una servilleta del club.
Su jefe vino a maldecirme porque le cerraron el local por varios días y las investigaciones le arruinaron el negocio, la policía me entregó aquel pedazo de basura y un recibo para recoger las pocas pertenencias de mi madre.
Aquel día rebusqué por toda la casa para saber con certeza mi realidad, gracias al cielo la casa le pertenecía a quien amé como padre y tras el fallecimiento de ambos aquella propiedad era mía, había suficiente dinero como para pagar los próximos recibos y aunque no me llegaba para más, mi trabajo por horas en el supermercado tendrían que bastar hasta que llegasen las vacaciones y pudiese ganar algo más.
Mis últimos logros académicos me ahorraron meses de gastos escolares, pues no tardé en graduarme y puesto que aparte de un techo no tenía nada más.
Con 17 años y una jornada completa en el supermercado del barrio, invertí mis ahorros en adecentar mi casa y pude alquilar las habitaciones libres, todo lo que consideraba de valor se alojaban en mi pequeño cuarto de siempre, por los cuartos decentes obtuve buenos resultados y aunque no todos mis inquilinos fueron ideales no tuve que lamentar mi decisión y para cuando cumplí 20 ya tenía suficiente como para cambiar de trabajo y matricularme en la universidad.
Cinco años después me gradué como médico y me dispongo a comenzar mi residencia en el hospital y mi especialización, soy la mayor de mi promoción y una de las pocas que ha dejado todas las horas de aprendizaje hospitalario para después de su graduación, porque casi el 89% de los estudiantes de último año, compatibilizan sus tesis y asignaturas pendientes con la residencia, pero muchos de ellos no terminan sus tesis hasta después de su especialización, es decir que pasan años interminables de estudios sin descanso.
Yo no soy más lista por hacerlo de un modo diferente, pero soy práctica y formo parte de ese 11% que se costean su carrera trabajando y no podemos desperdiciar los pocos recursos de los que disponemos porque lo que recibimos por trabajar en un hospital como estudiantes, con dificultad nos alcanzará para comer y por otro lado estamos acostumbrados a utilizar cada minuto para trabajar, estudiar, investigar y no desplomase en algún lugar entre el campus y tu cama.
Lamentablemente, mientras esperaba al impuntual agente inmobiliario que pondría en venta mi casa para alquilar un apartamento junto al hospital en el que comenzaría mi aprendizaje práctico una semana más tarde.
Un hombre trajeado preguntaba por mi madre, intenté deshacerme de él dando la mínima información, pero de todos modos conocí a mi abuelo, no está mal eso de tener familia y que me hablasen de un hombre que nunca conocí y que por lo visto tenía el mal gusto de publicar cada detalle de su vida en un blog, dónde su última publicación es una foto de mi madre bebiendo de una botella de champán con un atuendo que no dejaba nada a la imaginación.
Al parecer llevaban muchos años intentando localizar a la que posiblemente fuese una de las últimas personas en verle con vida antes de que muriese, pero no resultó una tarea sencilla y 25 años de pesquisas los condujeron hasta mi casa.
Tuvieron suerte de encontrarme, porque días después me mudé a mi modesto apartamento.
En estos dos años en los que nos reencontramos y confirmamos que Sebastián era mi padre biológico, mi abuelo se dedicó a conocerme sin agobiarme demasiado, porque comprendía que era una adulta con una vida propia; lo que no me eximía de ser arrastrada a compromisos sociales de cuando en cuando.
Como esta noche, me las había ingeniado para tener un fin de semana de descanso, era viernes por la noche y acabé mi turno tres horas más tarde de lo esperado, llené mi nevera de comida y llevé toda mi ropa a la lavandería para recogerla a tiempo para empezar de nuevo con el ajetreo del hospital.
Había quedado para tomarme en unas copas con mis amistades, pero todo estaba saliendo al revés y tenía ese presentimiento de que alguien me seguía y soy buena con esa sensación, opté por no beber y llevar mi moto, efectivamente.... Unos chicos muy grandotes intentaron aproximarse, llamé a mi abuelo quien no se dignó en contestar su teléfono y horas después,con mi moto destrozada por la insistencia de cortarme el paso, me presenté irritada a la dichosa fiesta de aniversario de una empresa en la que mi abuelo tiene negocios.
Junto a él se encontraba un tipo de lo más guapo, Eric no se qué, hermoso ejemplar y el causante de que hubiese una fiesta, procuré ser educada, cordial y radiante con todo el mundo a excepción de mi insultantemente rico abuelo, pero sorprendentemente el hermoso abrió la boca y no estaba muy segura de si quería abofetearlo o me daba lástima, la cuestión es que opté por ser yo misma y no andarme por las ramas, le dí mi más sincera opinión de todo aquello que me comentó y aunque me pareció un tipo de lo más interesante, me quedó muy claro que aleja a todo el mundo de su vida.
Su comportamiento para con mi abuelo era mucho más paciente y tolerante que con otros, pero su actitud nunca dejó de ser respetuosa y en ningún momento me pareció cercana o amistosa...era entretenido verle interactuar, las reacciones del resto de invitados se podrían clasificar en tres grandes grupos:
-los que le temen,
-los que se someten a sus excentricidades,
-y los que harían lo que fuese por obtener su atención durante más de treinta segundos.
Creo que se molestó un poco cuando lo llamé amargado...pero su comportamiento lo delataba, he observado a muchas personas a lo largo de mi vida y la mayoría con graves problemas, pero el hermoso no sonrió ni una sola vez, esa pequeña curvatura hacia arriba que utilizaba a modo de sonrisa era inconfundible...no había nada en este mundo que lo hiciese feliz.
Pero la esperanza apareció cuando me marchaba...
-señorita Rodríguez, será un placer hacerla avergonzarse de sus palabras...mañana a las ocho iré a buscarla y tendremos la oportunidad de cambiar eso
-buena suerte si me encuentra
-esté preparada no me gusta esperar
-yo no he aceptado
-no le he preguntado
-sabe tiene razón, usted no es un amargado...usted es un penoso infeliz
Y me marché en el taxi a descansar y relajarme, tal y como lo había planeado.
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Amargado
RomantikÉl acaba de perder a su familia y su tristeza hace que su pareja lo abandone para comenzar una nueva relación con su némesis. Dueño de una herencia que nunca le ha llamado la atención, con una actitud despiadada y recta, decide que es el momento pa...