Capítulo 37 Jayson

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Hacia una hora que habíamos salido de la residencia y Jamie no me quería decir ni siquiera como se llamaba el restaurante al que íbamos. Cada rato que pasaba más me hacia pensar que algo estaba ocultando, no me había dejado ni poner la dirección en el GPS del coche. Lo había puesto en su móvil y ella me iba indicando el camino, además la veía bastante nerviosa como para ir a una simple cena.

– ¿Me vas a decir ya a donde vamos, enana? ¿O prefieres que siga fingiendo que no tengo ni puta idea de que estás ocultando algo? – pregunté mirándola de reojo con una sonrisa.

Estaba concentrada en la pantalla de su móvil escribiendo algo y cuando me oyó decir las últimas palabras levantó la cabeza como un resorte, mirándome con los ojos muy abiertos y sin saber muy bien que decir.

– ¿No vas a decir nada, enana? – volví a hablar mirando de nuevo a la carretera – Deberías confesar ya, Jamie, te ahorrarías el bochorno de que lo acabe adivinando yo – dije mirando por el rabillo del ojo como ponía mala cara.

–No tengo nada que decir, Jayson – dijo volviendo a mirar su móvil como si nada – Y en la próxima gira a la derecha, ya casi estamos – me indicó ignorando lo que había dicho

Me hubiera gustado seguir insistiendo y ver si conseguía sonsacarle a donde íbamos porque la verdad es que no tenía ni puta idea. Estaba claro que no era a un restaurante, estábamos alejándonos bastante de la ciudad como para encontrarnos uno en medio del campo. Pensé también en que quizás íbamos a algún hotel pequeño perdido de las mirada ajenas donde pudiéramos estar solos, pero tampoco me cuadraba mucho. Ni siquiera íbamos vestidos de forma casual y Jamie no llevaba más ropa que la que llevaba puesta. ¡Aunque si ese era el único problema para mí no era ningún inconveniente que se quedara sin ella!

– ¿Qué es esto? – pregunté totalmente descolocado – ¿Dónde estamos?

–Es una casa – contestó mirándome con una sonrisa. Ahora al verme a mi tan confundido la notaba más relajada – Venga aparca ahí y vamos andando hasta la entrada.

Le hice caso sin preguntar ni decir nada más, estábamos enfrente de un chalet enorme en el medio del campo y aunque parecía vacía tenía una pequeña luz alumbrando la puerta. Aparqué y nos bajamos del coche a la vez, mientras Jamie guardaba el móvil en su bolso me acerqué a ella poniéndome delante.

–Espero que no se te haya ocurrido alquilar esta pedazo casa, enana – amenacé mosqueado mirándola muy serio. Sabía que no le sobrara el dinero y no iba a permitir que se lo gastara en mi cuando no se había podido permitir un móvil.

–Créeme aunque quisiera no hubiera podido alquilar esta casa ni para un par de horas – respondió riendo sin tomarse mal mis palabras – Vamos – dijo entrelazando nuestras manos y empezando a caminar hacia la entrada.

– ¿Qué pasa, enana? – pregunté al ver que se paraba en la puerta y me soltaba la mano para rebuscar en su bolso.

– ¡Mierda! No sé si me he olvidado las llaves – dijo con la cabeza casi metida en el bolso – ¿Puedes llamar al timbre o ver si está abierto? – me pidió sin dejar de buscar.

–No entiendo una puta mierda, Jamie ¿por qué tienes tú las llaves de este sitio? – dije girándome hacia la puerta – ¡Que cojones! Está abierta – anuncié empujando el portón.

–Oh, menos mal – comentó Jamie pegándose a mi espalda – Pues vamos, Jay. Entra, hay que dar la luz – dijo empujándome levemente hacia dentro.

–Que mierda.... – empecé a decir a la vez que Jamie se metía también dentro de la casa y cerraba la puerta de un portazo.

No me dio tiempo a decir nada más porque de repente todas las luces se encendieron de golpe a la vez y un montón de caras conocidas aparecieron delante de mí. ¡Me cago en la puta! Es que no podían hacerme caso ni el día de mi cumpleaños, aunque siendo sincero ahora que todo estaba bien con Jamie era una gran idea tener una fiesta de cumpleaños. Hasta estaba pensando hacerla en las próximas semanas. Mi cumpleaños sin una fiesta que durara hasta la mañana siguiente no era una celebración de verdad.

Odio Amarte#1 Trilogía EDLDonde viven las historias. Descúbrelo ahora