Aquél domingo, los chicos estaban muy entusiasmados por salir a pasear. Llevaban días, pidiéndole a su mamá, que los dejara salir con Andrea. Hasta que su madre les dio el si, y ya querían salir los tres corriendo. Cuando estaban por irse, el señor David Beltran llego a la casa. -¡Papá!- lo saludaron los tres niños, al verlo entrar. Margarita lo vio entrar molesta, no le gustaba nada que estuviera allí. - Andrea, por favor, llévate a los niños- le pidió- necesito hablar con mi....con el padre de mis hijos- aclaro, para luego dirigirse a ellos: -Mis soles, regresen temprano, asi podran pasar un poco de tiempo con su papá. -¿Van a salir?- pregunto David, extrañado. -Si, es que es una salida que su mamacita y yo les debemos a los chicos, la estuvieron pidiendo toda la semana, asi que, ¿no va a ser tan ogro de arruinarles el festejo, o si?- le respondió, Andrea. David la miro, perplejo: -Pero, ¿quien es ésta jovencita tan particular?- quiso saber, extrañado. - ¿Que tal? Soy Andrea Pacheco Ocampo, para servirle a usted y a todos los aparecidos y arrepentidos- lo saludo, estirando la mano. -Es la niñera de nuestros hijos- le respondió Margarita, mientras Andrea se llevaba a los chicos y prometía regresar temprano. ¿Para esto me llamaste?- pregunto David, acomodándose el saco y la corbata- yo no tengo tiempo que perder, Margarita. -Es domingo, ¿que vas a tener que hacer? Es tu unico dia libre, el unico dia que solías dedicarle a tu familia. ¿O que, acaso ahora que tienes a tu secretaria viviendo contigo, no puedes dedicarle tiempo a tus hijos?- le respondió Margarita. -Yo no vivo con nadie- le aseguro- estoy solo en la casa desde que tu me dejaste. Margarita echo una carcajada: -¡Pero que cínico eres! ¿Y que esperabas que hiciera? ¿Que me quedara a tu lado para ver como te seguias burlando de mi? David dio unos pasos por la sala, mirando las paredes, observandolo todo, detenidamente: -Como siempre tu eres la victima- dijo- no te cuesta nada comportarte como una niña mimada y venir a pedirle refugio a tu familia, llorandole la carta. Margarita, volteo la mirada, estaba hecha un manojo de nervios: -Da igual, David. Tu y yo no nos pondremos nunca de acuerdo. Solo te pido que firmes el divorcio y que acordemos lo mejor que podamos los días y horarios para que puedas estar con tus hijos. Somos personas maduras y civilizadas- concluyó ella. David la miro, furioso: -¿Madura tu? No lo eres, nunca lo fuiste. Siempre te gusto aparentar y vivir como una chica superficial. ¿Ahora vas a contarme que te importan nuestros hijos? No tenias tiempo para ellos, ni siquiera para mi lo tenias. Lo único que te importaban eran tus amigas, tu gimnasio y tu clase social- le escupió. - Estaba pasando por una crisis. Necesitaba salir, despejarme. Estar encerrada me estaba volviendo loca. ¿Tanto te costaba entender eso?- le reclamo- eres el primer marido que se queja de que su esposa quisiera dedicarse tiempo para ella. Mi personalidad siempre fue asi, tu nunca podrías cambiarme. Lamento que hayas creído eso. -Nunca busque cambiarte- afirmo él- si necesitaba que fueras una mujer y dejaras de comportarte como una niña. Hay cosas más importantes que las frivolidades, sobre todo cuando se tiene hijos. Debemos hacernos cargo de ellos, en conjunto, no que los demás decidan su rumbo. ¿Así viviste siempre tu, cierto? Al cuidado de niñeras. Pero yo no soy asi, yo quiero que mis hijos tengan una madre presente. Que mi esposa este en la casa. -¡Vete, David!- le grito ella, enojada- ¡Nunca nos vamos a poner de acuerdo! Sobre todo porque se que lo único que buscas son excusas para tapar tu error. -Mi unico error fue creer que tenia una esposa a mi lado, no una niña berrinchuda y consentida. Cuando David se fue, Margarita no pudo contenerse más y derramo lagrimas. Luz Maria entro para consolarla, jamas habia visto asi a su hermana. - ¡Es que es un cínico descarado!- lo insulto- esto ya no tiene arreglo, Luzmi- se lamento, inundada en llanto- no lo tiene. Luz Maria la abrazo, por un momento sentía ganas de golpear a su cuñado. Aunque sabia que Margarita siempre habia sido dificil, David estaba irreconocible. Siempre había hecho todo lo que su esposa decía, y jamas la habia tratado mal. Mientras tanto, Andrea se encontraba en el parque junto a sus enanos consentidos. Lupita también iba con ellos. Había hablado con Don Gustavo y Candelaria y le habían dado el permiso para cuidarla. - Se te ve muy contenta, princesita- le dijo con dulzura a Lupita- me alegro mucho ver que sonrías. Los niños salieron corriendo a los juegos, y Andrea les gritaba que tuvieran cuidado y fueran despacio. Al rato, descubrió a Freddy con su carrito, vendiendo helados. -¿Que tal, primito?- lo saludo, con una fuerte palmada en la espalda. - ¡Auch!- se quejo Freddy- eres bruta cuando quieres, primita.-¿Que te parecen mis soles? ¿Son preciosos, verdad?- observo. - Si- respondió él, sincero- los cuatro enanos están hechos una preciosidad. Conociendote, debes ser la más entusiasmada con los juegos y travesuras. -Así es- dijo Andrea- estoy muy contenta de estar en esa casa. Y ya me encariñe con todos ellos. -En especial con el Samuelito- bromeo. - ¡Ay! ¿Que dices? Ese me cayo mal desde el comienzo, aunque debo aceptar que me tiene sorprendida y me ha demostrado tener su lado bueno. -¿Y la bruja?- pregunto- ¿Sigue dandote lata? Andrea saco la lengua, con un gesto de desagrado. Luego, se encogió de hombros: -Sabes esa señorita Giselle es bien particular. A veces parece bien fría y otras veces, cuando la veo que adora a sus sobrinos, me desconcierta. -Pues, mejor que se comporte con mi prima, porque no me gusta nada que alguien te trate mal- le señalo- se la va a tener que ver conmigo sino. En eso estaban, cuando el auto de Giselle se detuvo en el primer semáforo, enfrente del parque. Se sorprendió al ver a sus sobrinos allí con la nana. Y, sobre todo, de ver a Freddy. - De acuerdo- se dijo, estacionando el carro- creo que el salon de belleza va a tener que esperar. Luego de bajarse, se acerco a Freddy y Andrea, saludandolos de un modo, extrañamente, cordial. Andrea la vio, asombradisima. -¿Que tal, señorita? ¿Que sorpresa usted por aquí?- noto, Andrea- ¿viene a darle de comer a los patos en el lago?- bromeo. Giselle le sonrió: -Solo pasaba por aquí y no pude evitar detenerme un poco al ver a mis sobrinos en los juegos. Se ve que la están pasando muy bien. - Si- comento Freddy- esos muchachitos donde vean juegos y dulces se la pasan bien. El otro dia me enloquecieron con los helados. - ¿Y cuál helado me recomendarias a mi?- le pregunto Giselle, sonriendo. - ¿Para usted? Crema del cielo, sin ninguna duda- respondió. Andrea no podia creerlo, le estaba coqueteando a una de sus patronas. -Gracias por el piropo- le respondió ella, divertida. Luego, ya no le presto atención, y después de saludar a sus sobrinos, se subió al auto y se marcho. -¡Que belleza de mujer!- siguió anonadado, Freddy. - ¡Oye!- volvió a palmearlo en la espalda, Andrea. Pero está vez, con un golpe- ¿Donde quedo eso de que ojito con meterse con mi prima, eh? ¿No que me ibas a defender de la bruja?- protesto. -Lo siento, primita- respondió, apenado- pero no todos los días se puede disfrutar una mujer de ese nivel. -¡Tonto!- le soltó Andrea, sacándole la lengua- eres un completo blandito. -¡Te dejas convencer por nada!- le reclamo. -Para ti eso sera nada- le contesto, asombrado- no sabes lo que dices, Andrea. Ella volvió a golpearlo. Al rato, llevaron a los chicos al lado, para que alimentaran a los animalitos que nadaban. Para ellos fue toda una novedad, finalmente, regresaron a la mansión muy felices. Al llegar, Kathya y Samuel estaban por salir a ver un concierto en el opera. Samuel tenia cuatro entradas, y queria convencer a Emmanuel, sin éxito, que los acompañara. - ¡Vamos, hermano, la vamos a pasar bien, animate!- le pedía. Pero el muchacho se negaba: -¿Pasarmela bien en una opera? No, gracias, hermanito. No estoy tan viejo ni tan amargado como para disfrutar de una orquesta sinfónica. Es aburridísimo- le aseguro. - Andrea, ¿porque no los acompañas?- le propuso Margarita- yo acuesto a los niños, tu ve a divertirte. Te lo mereces despues de una semana de tanto trabajo- Andrea la vio extrañada, había sido toda una sorpresa para ella. - ¿Una salida con mi prima?- pensó. La propuesta no la entusiasmaba demasiado, después de lo mal que se habían llevado. - ¡Vamos Andrea, acompañame!- se entusiasmo Emmanuel- si ella va con nosotros, yo iré. Ante una decision asi, a Andrea no le quedo otra elección, más que aceptar. Enseguida se fue a cambiar, y luego se marcharon en el auto de Samuel. - Tengo suerte de que vengas conmigo- le dijo, Emmanuel- ésta salida no me entusiasma para nada. Pero hay que ser pata con el hermano. -Siiii- lo apoyo Andrea- estoy totalmente de acuerdo contigo. Ademas, su hermano Samuel necesita que no lo deje solito. Emmanuel la miro, extrañado: -Solito no está- le aclaro. -Como si lo estuviera- respondió ella, en voz baja. -¿Que tanto charlan?- quiso saber Kathya, desde el asiento delantero. -Dejalos, amor- le pidió Samuel- ellos tienen derecho a conocerse- señalo- y parece que se caen muy bien. Al llegar al teatro, Andrea quiso pochoclos pero Emmanuel le aclaro que no se podia comer adentro del lugar. -¿Nada de comidas ni bebidas durante la función?- se extraño ella. -Nada, de nada- respondió Emmanuel- y cuanto menos hables y te muevas, mejor. Andrea se rio: -¿Como estatuas?- pregunto. -sÍ- respondió Emma- como piedras. - ¡Eh!-les llamo la atencion, Samuel- ¿que tanto conversan? -No estamos conversando, señor- le respondió Andrea- estamos chusmeando por lo bajo, en todo caso. Samuel suspiro y enseguida se acomodaron en las butacas de la tercera fila. La función no tardo en comenzar, y Andrea comentaba todo lo que veia, asombradisima por aquel espectaculo y su coro fantástico, que parecía un coro de ángeles. - ¡Parecen sacados de un cuento de Disney!- observo- pero que lindos que son. Kathya no pudo evitar reírse, y Samuel se agarro la cabeza. - Eso pasa por traer a la empleada- le comento a su novia- no se porque le hicimos caso a Margarita. - Tranquilo, mi amor- le pidió Kathya- solo es una niña chiquita. Emmanuel intentaba callarla, hasta la gente la había notado y no dejaba de observarla. -Andrea, por favor- le pidió Emma- nos van a echar. Ella se rió: -Ay, ¿y porque nos echarian? ¡Acaso no ven lo maravilloso que estoy viendo! ¿Se les cayeron los lentes o que?- dijo, con soltura. -Shhh- le rogó Emmanuel- mi hermano nos va a triturar y freezar. Por favor, después comentamos. A la salida, Andrea se compro un sandwich completo en el quiosco. -¿Que es lo que hace?- le pregunto Samuel, espantado. - ¡Que! Tengo hambre, ¿o a usted no le pica el viagre cuando le agarra la ansiedad? A mi con todo eso que nos contaron, me dio para comerme una pancheria entera. ¡Pobres esos que volaban ahí! ¿Se imagina si no hubieran podido bajarlos? Si las sogas donde colgaban se quedaran atascadas, o algo por el estilo. ¡Que horror para esos cosos!- le respondió, mientras seguía comiendo. -Se llamaban arcángeles, los que volaban. Eran angelitos- le dijo Samuel, seriamente. Mirando con desagrado como devoraba la comida. -¿Quiere?- le convido. Samuel le hizo una seña de que no. Emmanuel río, tomando un trozo de pan: - ¡El sándwich más completo te encargaste!- exclamo, divertido. Kathya la miro, molesta, y luego le dijo al oído: - Puedes al menos aparentar, no ser tan vulgar y corriente. - ¿Y eso porque va a pasar? Yo no aparento nada de nada, nunca- le aseguro- soy como soy, y al que no le guste que tome el camino más fácil. Kathya le pidió a Samuel que se apresuraran a ir por el auto. Tenia prisa por llegar a su casa, porque le dolía terriblemente la cabeza. Luego de dejar a Kathya en la esquina de la pensión, como siempre lo hacia. Samuel se dirigió con Emmanuel y Andrea de regreso a la mansión. En la sala, Andrea le dio las Buenas noches a Emma, saludandolo con un beso. Cuando iba a hacer lo mismo con Samuel, se detuvo, y comenzó a mover las manos, contrariadamente: -Buenas noches, usted también, señor Samuel- se despidió, para luego irse a su cuarto. - ¡Que personaje!- observo Emma, divertido- es una linda chica. Simpática. -Es todo un caso- le reboto, Samuel-.