Capítulo 3.- Ana

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-¿Qué te ha respondido? - antes de que me dé cuenta Estefi me ha arrebatado el móvil de las manos -¡Ahhh! - parece más entusiasmada que yo - ¿No es perfecto? ¡Es perfecto! ¡Te ha respondido! ¡Tú ídolo te ha respondido! Lo que daría porque me respondiera a mí Bruno Mars – dice, cayendo en la cama junto a mí.

-¡Trae! - le quito el móvil de las manos y me quedo mirando la mención. No, esto no es un sueño. Al fin es real.

-¿A qué esperas? Respóndele.

-¿Y qué le digo? - Estefi se levanta de la cama y deja caer el pesado libro de matemáticas sobre mis piernas.

-No creo que ese problema pueda escribirlo en ciento cuarenta caracteres, Estefi.

-Pues dile que te siga.

-¿Y crees que lo va a hacer? - pregunto interrogante.- No, él es el que tiene que seguirme. Escribiré esto lo más abreviado posible.

Escribo y reviso una docena de veces lo que he puesto. Es un poco lioso pero espero que lo comprenda. Cuando termino suelto el móvil y comienzo a engullir el desayuno que me ha preparado Estefi.

-Eres la mejor amiga del mundo – le digo abrazándola y dándole un sonoro beso en el pelo.

-Lo sé – me dice, echándose el pelo hacia atrás.- En fin, ¿qué vamos a hacer hoy?

-¿Y si vamos al parque? Tengo ganas de ver a mi gran amigo Álex – le lanzo una mirada pícara justo antes de pegarle un bocado a la tostada de mermelada. Estefi se pone roja y golpea mi mano, haciendo que me llene la cara de mermelada de fresa.

-No empieces con tus bromitas, ¿entendido?

-Vale – contesto de mala gana, limpiándome la cara como puedo.

-Está bien, vamos al parque. Pero antes tengo que pasar por mi casa. Vístete.

Una hora después estamos en casa de Estefi, que echa humo por las bromitas que he gastado por el camino y por tirarme, según ella, un siglo para encontrar un par de zapatillas.

-Estefi, sabes que tengo decenas de zapatos. No es fácil.

-Podrías haberte puesto cualquiera, sólo vamos al parque – dice abriendo la puerta de su casa – Y allí no vamos a encontrar a Josh. – dice intentando, patéticamente, imitar mi voz.

-Ya, no estará Josh, pero seguramente esté…

-¡ANA!

Detrás de la puerta aparece una niña pequeña corriendo hacia mí. Tiene el pelo rizado y pelirrojo, muy diferente al de su hermana, que es liso y castaño.

-Hola enana. – Estefi pasa a su lado y ni la mira, lo que hace que la pequeña la mire con cara de odio.

-Déjala – digo, llamando su atención. – Ya sabes cómo es tu hermana, Isa – me agacho y le doy un abrazo.

-Una borde – dice mirando hacia atrás, para que su hermana pueda oírla sin problema.

Desde el interior de la casa se escuchan las voces de Estefi.

-¿Has entendido algo de lo que ha dicho? 

-No – le contesto – Cuando se enfada no vocaliza bien.

Nuevas voces.

-¡Date prisa! – asomo la cabeza por la puerta y miro hacia su habitación. Tiene las puertas del armario abiertas de par en par. - ¡Solo vamos al parque! Allí no vamos a encontrarnos con nadie especial, ¿no?

Asoma la cabeza por la puerta del armario y me lanza una mirada asesina. Yo le tiro un beso, lo que hace que se pique más aún.

-Voy a desayunar, ¿quieres algo, Ana?

-Gracias Isa, pero ya he desayunado bastante. 

Levanta los brazos y yo me agacho para que pueda abrazarme. Después me suelta y desaparece en la cocina. 

Me siento en el suelo y saco el móvil. Releo una veintena de veces la mención, es perfecta. Actualizo twitter y entonces leo algo que me deja sin palabras.

'Eres penosa. Te ha mencionado, no te ha pedido matrimonio, mojabragas'. 

Las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. ¿Es que no piensa dejarme en paz?

-¿Qué te pasa? - Estefi acaba de cerrar la puerta de su casa y me mira asombrada – Se supone que hoy debes estar feliz Lo sabes, ¿no?

Sin fuerzas le acerco el móvil y ella se agacha para leer mejor.

-No piensa dejarme en paz. - nuevas lágrimas caen por mis mejillas.

-¡Pero será imbécil! Trae, se va a enterar.

-No, Estefi no merece la pena.

-Mírame – se agacha y me sujeta la cabeza con ambas manos- Tú eras fuerte y ese estúpido te hizo daño. Mucho daño. Desde hace dos meses estás todo el tiempo llorando. Hoy te ha pasado algo increíble y no voy a dejar que llores. Así que sonríe.

Le dedico una sonrisa, aunque sabe perfectamente que no es cierta. Me pongo en pie y bajamos las escaleras. Directas hacia el parque.

Diario de JoshDonde viven las historias. Descúbrelo ahora