Capítulo 2

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Ruth:

Camino por los pasillos, como pezecillo en contra de la marea. ¿Por qué me miran así? Recibo varios empujones por parte de dos chicos, me giro y les sonrío. Parecen confundidos ante mi reacción.

Perdida en el laberinto de mis pensamientos, llego a mi taquilla. Una hoja con la palabra 'Emo' cuelga en la puertecilla, pegada con un trozo de celo.

La observo con curiosidad durante varios minutos, pensando qué hacer con ella. Finalmente decido doblarla para después entregársela al primero que pasa, que resulta ser un compañero de la clase de biología. Abre el papelito y tras leérlo, me mira. Yo me encojo de hombros y le sonrío. Perplejo, se da media vuelta y lo tira a la papelera.

Entonces sigo a lo mío. Abro la taquilla y saco el libro de historia, la libreta y un pequeño estuche con lo necesario -más básico que necesario- para escribir. Lo guardo todo en la mochila y miro el horario. ¿Quién escribió esto? Porque juraría que las indicaciones están en ruso, ¡no entiendo nada!

No tengo ni la más mínima idea de cuando reformaron el instituto. Había escuchado que lo querían ampliar, pero joder, una cosa es ampliarlo y otra es hacer doce estadios de fútbol -vale, quizás haya exagerado un poco-. El caso es que es principio de curso -podría servirme de excusa-, pero yo creo que con un par de semanas la gente ya se adapta a los cambios de lugar, de curso, de clases... cualquiera menos yo.

Deambulo por los pasillos en busca de la clase que me corresponde. Sinceramente, es un poco difícil guiarse en un instituto tan grande, me gustaba más nuestro pequeño instituto, el año pasado nadie se perdía.

Tras preguntarle a un profesor, me adentro en la clase. Parece que soy la primera -quizás no soy la única que se pierde-, así que escojo un bonito sitio al final, en el lado derecho. Ni al principio porque es de empollones, ni en el medio porque es de gente 'normal', o eso piensa Charlie, el protagonista de Las Vetajas De Ser Invisible. Me siento al final -donde suelen estar los populares, macarras, malotes... como los quieras llamar-, porque quiero pasar desapercivida.

Quedan diez minutos para que empiece la clase, puedo ser muy rápida por las mañanas, si quiero, claro.

Le doy al play: Saviour - Black Veil Brides. Abro la mochila y saco el libro que me tiene fascinada desde el principio de semana: El guardián entre el centeno.

No he finalizado la página todavía, cuando la profesora entra por la puerta. ¿Desde cuándo esa mujer es tan puntual? Guardo el MP3 (sí, es 3 porque no hay para más) y el libro y saco el material.

A medida que transcurre el tiempo, los alumnos, más conocidos como compañeros, van entrando. Algunos me miran y se rien, otros me miran raro, como con...  ¿temor? Y otros ni siquiera se percatan de mi presencia, mejor para todos.

Las agujas del reloj parecen no avanzar. Las clases de historia, aquí, consisten en estar copiando de la pantalla durante cinco minutos para luego escuchar una aburrida explicación sobre lo copiado.

En medio de una bonita explicación -nótese la ironía- sobre la guerra de Troya, me llega un papelito a la mesa. Lo abro con sigilo y con un ligero esfuerzo consigo leer lo que pone: 'Das miedo con esas pintas, ¿lo sabes?' Me río con todas mis fuerzas, así que ahora les doy miedo, ¿eh? Contra más lo pienso, más gracia me hace, no puedo evitarlo. Quizás el color negro y las chupas con tachuelas no están de moda. Suelto una carcajada. ¿Y el pelo rojo y las botas altas de cuero? Otra carcajada. Creo que me voy a morir de un ataque de risa. Cuando consigo calmarme un poco y respirar un par de veces, me doy cuenta de que la clase me mira, todos me observan, incluso la profesora.

-¿Te gustaría compartir qué es eso que te hace tanta gracia con el resto de la clase, Ruth? -pregunta.

-Claro, por qué no -me pongo de pie-, es que verá, querida maestra, por lo visto a mis compañeros les doy miedo. No lo entiendo, la verdad. No entiendo porqué les doy miedo, ellos iniciaron mi cambio -paso de reírme a estar enfadada.

-Ellos son la base de mi metamorfósis. Y les doy las gracias. Muchas gracias a todos -dirijo una mirada a toda la clase-, a aquellos que se encargaron de pisotearme, humillarme, insultarme y despreciarme. Conseguísteis hundirme, pero se os olvidó un pequeño detalle: los fénix renacen de las cenizas. Y aquí estoy otra vez -doy una vuelta sobre mí misma-, más fuerte que nunca y orgullosa de ser quién soy.

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Hola:3 ¿Cómo estáis? Quería deciros que éste capítulo es un poco especial, es decir, no está en la historia original. Vamos, que ha salido de la nada así de gratis. Y también deciros que al principio sólo iba a haber un punto de vista, el de Sandra, pero que después de este capítulo, he decidido que la historia será narrada por ambas protagonistas. Su punto de vista y sus sentimientos. Espero que os guste leerla tanto como a mí escribirla. Muchas gracias a todos:3

Sed felices:D

Camino hacia la felicidad.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora