Capítulo 59

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Capítulo 59Que las estrellas sean testigos:Día 365 del programa M

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Capítulo 59
Que las estrellas sean testigos:
Día 365 del programa M.E.R: 11 de enero del 2016

9:00 pm

Ella nunca llegó a sentirse enferma de verdad. Quizá siempre lo supo, pero jamás experimento la sensación de ver su trastorno como algo malo. Creyó merecer cada instante de sufrimiento, cada gota de agonía, cada purga y cada abstinencia hacia algún alimento.

Lo hizo hasta desvanecerse en sus huesos.

Creció con la imagen de unas rosas taladrando su esperanza de un mundo tan alegre como el que tuvo en su infancia. Aprendió que una belleza inalcanzable es capaz de arruinarle la vida a quien trata de alcanzarla, y que la sociedad es tan cruel que envuelve a las personas en lazos de vergüenza e inseguridades. Lilian se acostumbró a ver lo peor en cada oportunidad ¿Pero puedes culparla? Solo conocía esa manera de percibir el mundo. Fue eso lo que la llevo al peor de los extremos.

Por suerte, no era el último extremo que se detendría a alcanzar.

Un pitido que alternaba su sonar la hizo reaccionar. El olor a alcohol y cloro le devolvió el impulso para respirar con normalidad. Sus ojos se mantenían cerrados y solo había oscuridad ¿Estaba muerta? ¿Así se sentía morir? En el instante en el que un intenso dolor la recorrió de pies a cabeza se dio cuenta de que no era así. Ella seguía tan viva como siempre lo había estado y tan adolorida como su cuerpo acostumbraba.

Abrir sus ojos fue una hazaña digna de admirar ¿Dónde estaba? ¿Qué ocurría? Su confundida mente solo pudo descifrar el brillo fluorescente de unas pegatinas en el techo sobre su cabeza. Le costó encontrar el aliento para hablar y mucho más la fuerza para pronunciar la única palabra que esas estrellas le hicieron recordar.

—D...Derek.

Volteó hacia su brazo izquierdo y encontró una vía inyectada en una de sus venas. Sintió una especie de tubo conectado a su nariz y descubrió que el pitido que había escuchado antes no era más que un electrocardiógrafo marcando el ritmo de su adolorido corazón. Dedujo que estaba en un hospital, un lugar al que nunca deseó volver, y fijó su mirada en el techo una vez más.

Las estrellas seguían ahí y no le fue muy difícil adivinar quién las colocó justo sobre ella.

Incapaz de realizar algún movimiento, soltó un soplo de aire. Al observar el color fluorescente de las pegatinas recordó que había pasado con exactitud: las purgas vinieron a su mente, la debilidad de su cuerpo se hizo presente una vez más, revivió las palabras que escuchó al otro lado de su puerta, así como el momento en el que arrojó un espejo y como se desmayó al intentar abrirle la puerta al chico que extrañaba.

Lo que ocurrió en su habitación fue que las palabras de Derek y Dalia la conmovieron tanto que ella alcanzó a sentirse terrible consigo misma. Se abrazó a si misma hasta sentir que podía rodearse por completo y descubrió que estaba más delgada que nunca. Creyó merecer el dolor en sus huesos y el ardor en su garganta. Sin embargo, al escuchar las voces fuera de la habitación, algo la movió a intentar ir con ellos.

Margaritas || P.E #1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora