Parte 1: When I thought he was mine...

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No podía despegar la mirada por más que quisiera.

El vestido era blanco como las nubes y desde su punto de vista muy hermoso, aunque para su edad todo lo parecía. Incluso las piedritas que adornaban la parte del corsé le fascinaban. Lo único detestable de la boda de su madre, era el vestido que usaría, le parecía una calamidad que la vistieran así solo por ser pequeña. Su vestido era color rosa con algunas flores enormes en la falda. Y ni hablar de los zapatos, estos eran peores.

—Vamos, cariño —susurro la abuela—. Mamá debe terminar de alistarse y nosotros nos tenemos que ir.

—Gracias por cuidarlos —sonrío la mamá.

—No me agradezcas, hija.

—Cuida mucho a Candace y Rory, ¿sí?

—Claro que lo haré.

Una vez que se encontraran en el lugar donde se celebraría la boda, que tomará asiento y su abuela le dijera que debía comportarse igual que una señorita para después irse a atender a los invitados, comenzó a aburrirse. Ahí solo se encontraban adultos, nadie de su edad a la vista y dudaba que alguien quisiera jugar con ella por un rato siquiera. Sin embargo, no se movió, continuó con la mirada al frente y con algunos nervios. Eso duro unos segundos, antes de que llegara Arvel, su amigo.

—Ven Candy —le dijo—, salgamos un rato.

No tenía que repetirlo, irse de ese lugar era lo que deseaba desde que su abuela se fue. Siguió al pequeño castaño a alguna parte poco lejana. Se asombró del bello lugar en el que se encontraban, podía pensar lo mágico que podía llegar a ser y en las probabilidades de toparse con una princesa.

—¿Estás feliz por tu mamá? —pregunto él.

—Sí, estoy muy feliz. Es hermoso todo esto que va a pasar, espero que algún día me pase una historia de amor tan bonita como la de ella.

—Yo no —comentó algo molesto.

—¿Por qué no, Arvel?

—No quiero que te quiten de mi lado.

—Pero quiero estar enamorada, casarme y...

—Entonces te casaras conmigo —interrumpió el niño con seguridad.

—Eres mi amigo y los amigos no hacen eso.

—Seremos los primeros... claro, si quieres.

Se acercó a ella. A Candace siempre le llamaron la atención los ojos de Arvel, aunque le tuviera miedo a la oscuridad, estos le parecían fascinantes y lograban ponerla nerviosa.

—Está bien.

—Lo haré para que nadie te lastime. Te lo prometo.

Entonces le dio un pequeño beso en la mejilla, el cual significaba sellar esa promesa.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora