03: I don't blame you for being you

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La salida con Arvel no se pudo hacer, ni al día siguiente, ni el mes después. No fue por culpa suya o mía, cada que nos poníamos de acuerdo pasaba algo que impedía el tan esperado momento. Primero la preocupación de mi hermano porque me hiciera algo malo y expresárselo a mi padre, luego un compromiso de mis padres, el cumpleaños de mi abuela, Phoebe pidiéndome ayuda... Entre otras. Y a Arvel le surgían problemas con algunos papeles para la escuela, encargos de sus padres, Jacob con sus problemas por cierta chica y demás.

Así fueron las cosas hasta que las vacaciones se acabaron, por lo que dejamos de hacer planes una semana antes del tan esperado regreso a clases. En esas semanas, pude aclarar mi mente y saber que Arvel no estaba enamorado de mí y, aunque al principio fue duro, sirvió para no que no siguiera haciéndome ilusiones.

En nuestra primera hora del primer día de clases no pude hablar con él por varios motivos, principalmente el miedo. Extraño, ya que necesitaba platicar con mi mejor amigo como de costumbre para que me ayudara a salir del problema de todos los años, a poder enfrentar a los idiotas de mis compañeros y sus insultos.

Solían decir muchas cosas feas de Phoebe y de mí porque éramos las únicas mujeres en nuestro pequeño grupo de amigos. En lo personal, me afectaban muchísimo, porque algunos de esos incluían a mi hermano y por supuesto no quería volverlos a escuchar en mi vida, pero no importaba cuanto lo deseara, ellos seguían con esos comentarios.

Después de todo, Phoebe estaba emocionada por regresar, según ella porque al fin podía estar la "pandilla" junta. Era lo único que importaba, según decía.

—No puedo creerlo —me dijo entre susurros en una clase—. Arvel y tú tuvieron varias oportunidades de salir y no pudieron. ¿Sabes que lleva años suspirando por ti?

—Exageras, no le gusto de la manera romántica. Además, no fue nuestra culpa, surgían problemas a cada rato. Más rápido de lo que Gerard puede comer —ella rio.

—Bueno, supongo que eso no puedo cuestionarlo. Es tan desesperante tratar con enamorados, en especial cuando ninguno quiere aceptar que el otro también lo ama.

—Hablemos de otra cosa —propuse—. ¿Pudiste viajar?

—No. Tuve problemas con el pasaporte, ya sabes. Mi padre quiso verme al mismo tiempo que mi madre. Debería considerar la idea de dividirme en dos, es demasiado drama cuando ambos quieren jugar a su rol de padres responsables.

—Creí que tu madre ya había regresado.

—Le falta un mes, a parte está muy estresada.

El timbre sonó y me di cuenta de que no pusimos atención a la clase, aunque se trataba del primer día, por lo que no había problema. Guardamos el cuaderno y el lápiz, era la hora del almuerzo y esta vez no podía escapar de hablar con Arvel.

Mi amiga hablaba sobre lo difícil que era estar con sus padres separados y yo solo pensaba en cómo lidiar con el encuentro. Cuando nos encontramos en la cafetería —bastante llena, por cierto— perdí a Phoebe de vista. Solo era ver los cuerpos de los demás adolescentes platicando de cosas sin sentido. No encontraba a mis amigos o, en el peor de los casos, a mi hermano. No hasta que casi choco con Arvel. Se notaba un poco preocupado, lo supe por su cabello despeinado. Eso hacía en momentos de estrés.

—Aquí estás —dijo—. Te estaba buscando. ¿Dónde está Phoebe? —preguntó buscándola con la mirada.

—No lo sé, hace rato no está conmigo.

—Tal vez Gerard la encontró.

—¿Ambos nos estaban buscando?

Sip, creímos las encontraríamos más fácil si nos dividíamos.

Siempre fuiste tú ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora