23. Recuerdos de Flame. Amor y muerte.

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—Flame———

Llegó la tarde en aquel fatídico día. Como de costumbre, iba andando por mis jardines dirección al lago. Pretendía contarle a Jack todo  lo que me había sucedido el día anterior con los guardianes. Tenía ese cosquilleo constante en el corazón que solía tener antes de verle y ese nudo en la barriga que me hacía no querer pensar en otra cosa más que en él. 

— ¡Espera!— Esmeralda gritó a mis espaldas, a unos metros de mi—. Quiero ir contigo hoy.

"Esta tiene fiebre"

—Claro...— acepté aún extrañada—. Voy al lago, ¿tú sabes patinar?— pregunté retomando la marcha. Ella se puso a mi lado.

—Ah, no, no voy a patinar. Voy a hacer un...experimento— le miré extrañada.

—¿Un experimento?¿De qué?— indagué intentando llevarme bien con ella.

—Sobre...los animales que viven en climas fríos. Ya sabes, en el castillo no podemos ver mucha vida animal— ella parecía no muy segura de sus palabras pero aún así la creí.

Llevaba razón. En Fiery sólo había animales cálidos. ¿Ver aquí un Conejo?¡Más fácil sería que yo tocase agua! Los únicos animales que veíamos eran insectos, algún que otro lagarto y de vez en cuando los renos de Santa. 

—Claro, sin problema— dije acabando la conversación.

No nos dirigimos ninguna palabra en lo que llegamos al lago. Miré discretamente a mi hermana mientras andábamos. Su pelo naranja amarillento, casi tocaba sus rodillas. El mío, de un naranja vivo apenas sobrepasaba mis codos. 

Sus ojos almendrados y verdes, los míos grandes y naranjas. A mi me gustaban sus ojos. Refrescantes, nuevos, distintos...deseé muchas veces que la gente pensase como yo. 

Ella tenía pecas, yo hoyuelos al sonreír. Sus labios eran finos y pálidos, los míos medianamente carnosos y rosados. 

Su metro setenta y ocho superaba con creces mi metro sesenta. Ella era casi de la altura de Jack. 

Nuestra belleza era distinta, pero ninguna era para repudiarla. Pensé en la posibilidad de perder a Jack con tal de que mi hermana estuviera feliz. Pensaba que ella necesitaba más que yo aquella oportunidad de ser feliz. 

"No realmente, ambas os merecéis esa oportunidad."

—Llegamos— anuncié observando el lago.

—Ya lo sabía, no soy estúpida. Estaré detrás de esos matorrales mientras tú patinas, ¿va?— dijo cortante. A veces no sabía si yo le caía mal o si simplemente estaba enfadada con el mundo.

—Vale. Nos vemos en un rato. No te vayas muy lejos— le dije mientras ella se alejaba hacia los arbustos.

Fui hacia la orilla del lago y miré el consistente hielo delante de mis pies. A decir verdad no me sentía completamente segura aquel día, como si presintiera que algo iba a salir mal. Era ya cercana la noche, y en el cielo se vislumbraba una luz tenue y cálida. La luna llena se alzaba en el cielo, aunque todavía no fuese de noche. No brillaba tanto como la noche anterior, pero me tranquilizó que estuviese ahí, susurrándome que era una guardiana y que no debía tener miedo. 

Cerré los ojos y respiré hondo calmando mis pulsaciones. 

—¡Flame!— oí a lo lejos. Miré a mi alrededor. Jack corría hacia mí con su hermana detrás. Una vez estuvo frente a frente conmigo rodeó mi cintura abrazándome y me levantó ligeramente del suelo. Yo le correspondí y también le abracé con ganas. 

No se quien es Jack Frost.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora