[Parte única]

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                                                              "Y cuando la luna se duerme;
                                                  la sombra azul que permanece conmigo,
                                                                             desaparece"

Min Yoongi saltó por la ventana de su habitación, consciente de que si en algún momento de la noche su madre decidía entrar, estaría en serios, muy serios problemas.

Pero, de cierto modo, valía completamente la pena.

Eran poco más de las tres treinta de la madrugada y caminaba tranquilamente por las calles de Daegu, observando a su alrededor. Algunas personas caminaban por calles cercanas, probablemente volviendo a sus casas después de alguna fiesta o algo similar.

Siguió caminando hasta llegar a uno de los barrios más lindos de la ciudad ―no tan lejana a su casa, en realidad― y se sentó en el suelo, apoyándose en el portón de entrada con tranquilidad.

No llegaron a pasar siquiera diez minutos cuando una pequeña puerta junto al portón se abrió, dejando ver una linda cabellera roja asomándose. Yoongi volteó al momento justo para ver la adorable sonrisa satisfecha del chico al verlo allí.

―Yoongo bongo, me alegra verte aquí ―su voz sonaba vacilante, como si estuviese pensando que no estaría esperándolo.

Como si eso pudiera pasar.

―¿Dudabas de mí, pequeño sol? ―le sonrió con cariño y extendió sus brazos hacia él. Hoseok no dudó ni un segundo en acercarse y sentarse en sus piernas para abrazarlo por el cuello.

―Jamás podría dudar de ti, bobo ―susurró mientras apoyaba su cabeza en el hombro de Yoongi ―pero pensé que tal vez... hum... luego de lo de hoy... ―Hoseok se escuchaba nervioso, avergonzado, temeroso de decir algo que arruinase la linda atmósfera creada, Yoongi sólo pudo reír ante la ternura de su chico.

―Está bien, Hope-ah, te prometo que está todo bien ―le acarició la espalda con cariño, sintiendo como el otro se relajaba ante su tacto.

―¿No quieres ir a caminar al parque, Yoongo bongo? ―preguntó Hoseok separándose lentamente del cuello de Yoongi, éste gimoteó en señal de protesta pero se levantó del suelo de todos modos, tomándole la mano a Hoseok para comenzar a caminar.

En poco tiempo llegaron a un parque, su parque, aquel que había visto sus mejores y peores momentos, sus primeras citas, su primer beso e incluso su primera discusión, porque Jung Hoseok era un novio cliché, y Min Yoongi un novio muy consentidor.

Caminaron de la mano, en silencio, cuando sintieron un pequeño ululeo proveniente de un árbol, ambos voltearon a ver y quedaron completamente sorprendidos al ver un búho, ¡un búho, en un cerezo de Daegu! Era simplemente impresionante y maravilloso de ver.

―¡Yoongi, es un búho! ¡Mira, miraaaaa! ―Hobi sonaba casi como un niño, feliz y emocionado de ver un ave que si desearan ver en el día a día, deberían ir a un zoológico.

―Sí, bebé, lo estoy viendo también ―respondió Yoongi, sonando realmente divertido por la situación. Esperando que la fascinación de su novio terminase, lo abrazó por la espalda y apoyó su cabeza en el hombro del más alto.

Era lindo y divertido mirarlos, Yoongi tratando de lucir tan rudo, con su cabello rubio y su ropa negra, junto al chico pelirrojo centímetros más alto, que parecía resplandecer aún más que el mismo sol.

―Bien, bien, ya podemos irnos. Demasiado búho por hoy.

Volvieron a tomar sus manos y continuaron caminando, observando los cerezos en la cúspide de su belleza en primavera, viendo a luna brillar en todo su esplendor y Min Yoongi no pudo pensar en absolutamente nada mejor que ver a su novio rodeado de aquellas flores y bajo la luz de la luna.

Siguieron caminando, siendo sorprendidos después por un par de gatos negros y algunos insectos molestos ―de los cuáles uno picó a Hoseok, y Yoongi se rió de él varios minutos por ser tan dulce, que incluso los mosquitos se lo querían comer―

―¿Qué hora es, Yoongi-ssi?

Yoongi sacó su celular del bolsillo, sorprendiéndose mucho al darse cuenta que faltaban cinco minutos para las cuatro, podía estar casi seguro que era mucho más tarde.

―Son casi las cuatro, amor. 

Hoseok lo miró, igual de sorprendido como él estaba y sonrió.

―Tú siempre logras retenerme hasta muy tarde ¿verdad? Aunque al día siguiente aparezca con las ojeras más grandes del mundo por tu causa ―Hoseok pucherió, y Yoongi no pudo hacer nada más que acercarse y besar su adorable puchero.

Siguieron caminando hasta que finalmente Yoongi se cansó y se tiró al suelo, rápidamente Hoseok se sentó a su lado y se recostó en el pecho de Yoongi, y éste comenzó a acariciarle el cabello con cariño y mucho cuidado, casi como si temiese dañarlo de alguna manera. 

Se quedaron así unos minutos, hasta que Yoongi sintió el cuerpo de Hoseok temblar. Asustado, le levantó la cabeza para observar si le sucedía algo a su precioso tesoro y lo encontró con el rostro lleno de lágrimas y su boquita estaba en un adorable ―pero angustiante para Yoongi― triángulo.

―Hobi, bebé, ¿qué sucede? ¿hay algo mal?

―No quiero... no quiero más esto, Yoongs ―sollozó― quiero ser feliz sin restricciones, que las personas dejen de mirarnos raro en la calle... yo...

―Pero amor, ¿por qué estás llorando? Tú y yo somos los únicos aquí.

―Sólo quiero que seamos muy felices, Yoongi. Muy felices ―susurró, aferrándose con más fuerza a su novio, quién continuó acariciándole el cabello.

―¿Sabes, bebé? ―murmuró Yoongi, llamando la atención de Hoseok― hace unos días, le escribí una carta a la luna.

―¿Una carta a la luna? ―preguntó Hoseok, levantando su carita y poniendo toda su atención en Yoongi.

―Si, pequeño sol. Le escribí una carta a la luna. Una muy, muy larga carta.

―¿Y sobre qué era tu carta, Min? ―cuestionó Hobi, alzando la cabeza completamente, para observar a Yoongi frente a frente.

―Sobre lo agradecido que estoy sobre ti, bebé. De lo feliz que me siento contigo. Sobre lo bien que me haces, el precioso ser humano que eres, de cómo haces que... que todo lo malo a mi alrededor, toda la bruma azul que está siempre conmigo, desaparezca. Acerca de cómo haces mi vida mejor, más linda, más alegre, como siempre consigues que todo parezca valer la pena.

Los ojitos de Hoseok se llenaron de lágrimas, pero ya no ojos tristes, sino que eran notables lágrimas de felicidad, con una de sus lindas sonrisas con hoyuelos adornando su rostro y Yoongi no pudo sentir más que absoluta felicidad por decir que Jung Hoseok no era sólo su novio. Jung Hoseok era el gran amor de su vida y nada ni nadie podría hacer jamás que cambiase de opinión.

―Te amo demasiado, Min Yoongi, nada podría ser mejor que este momento. ―Hoseok soltó a Yoongi y se acostó junto a él en el pasto.―Somos hijos de la madrugada, Yoongi.

―No, amor. Nosotros somos los hijos de la luna. Aquellos que la luna permitió amarse con todas sus fuerzas.―Yoongi se acercó a Hoseok, tomó su rostro y besó sus labios.

Se quedaron unas horas más, esperando el amanecer, aunque, Min Yoongi, no necesitaba de ningún sol que iluminara su vida.

Porque el tenía a su precioso novio, Jung Hoseok.





¡Gracias por leer!   

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|14.11.18|

4 O'Clock [YoonSeok]Where stories live. Discover now