CAP. 3: Lilith entra en acción

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Lilith se había divertido con la sed de sangre del monstruo bípedo que había creado.

Ese cocodrilo le había gustado demasiado al verlo allí, casi tan humano como ella y, sin embargo, tan relegado por tener cuatro patas y no dos manos y dos piernas.

Por supuesto Lilith, divinidad de la lujuria, no iba a dejar que el monstruo terminase de vengarse. ¿Para qué había creado a su pequeño juguetito si no para divertirse a su costa?

Lanza una sonora carcajada, cargada de maldad y de satisfación; mirando su bola de cristal de unos 20 centímetros de diámetro que flota gracias al humo que ella crea, en tonos rojos.

—Que empiece la fiesta que a mí más me gusta —el tono demuestra que está más contenta que una niña con su cachorro nuevo.

Chasca los dedos y, al instante, puede ver lo que pasa en su bola enorme de cristal.

Un exquisito olor ha empezado a exudar del hombre al que coge de la tráquea, casi asfixiándole.

—Por Dios, bichejo suéltame —el tono altivo del navegante denota el enorme orgullo que éste esconde dentro de su ser.

El aroma que él capta, en principio, llena sus fosas nasales, despertando su apetito e, incluso, empieza a abrir la boca para zampársele cuando, de nuevo, algo raro pasa.

Una voz masculina aterciopelada acaricia el oído interno del animal; una voz sensual que hace sentir bien, caluroso y con el miembro totalmente excitado por el calor que recorre su bajo vientra y que le llega en oleajes de electricidad. También siente unas manos que acarician su miembro viril con calidez y ternura, haciendo que se ponga extremadamente erecto.

La voz aterciopelada susurra ahora a Garfio que se someta a lo que ese ente transparente le dice.

El capitán se niega a realizar nada de lo que la voz dice pero entonces es el cocodrilo el que toma al hombre y lo pone sobre la mesa, agarrando sus muñecas de manera incómoda y sintiendo dolor.

—Me vas a dar lo que quiero, Garfio. Quieras o no.

Ajusta el cuerpo rosáceo para su altura y antes de que el hombre sobre el escritorio reclame nada, el monstruo clava su miembro erecto en el ano de Hook.

Sintiendo de nuevo esa sensación de placer electrizante, sintiendo que sube y baja? deseoso de conseguir más no espera a que Garfio se amolde a su pene si no que empieza a moverse manteniendo en alto las muñecas de Garfio para que no intente nada.

—¡Ah, ah! —solloza el marinero sobre el escritorio, sintiendo terribles dolores en su trasero; mientras nota como el animal le da palmadas en el trasero y los testículos rebotan contra los suyos.

Hilillos de sangre caen del recto de Garfio mientras él sigue moviéndose con grandes embestidas, insertando más y con más placer su miembro.

El ajado hombre llora ya sin poder evitar los enormes dolores que siente en su culo aunque con los golpeteos de los testículos continúos sobre los suyos, hace que sea su polla la que se ponga erecta sin que él quiera.

El cocodrilo sigue moviéndose con fuerza, sintiendo el clímax cerca; dando fuertes azotes sobre el maltratado culo del capitán, dejándole enormes marcas en los cachetes y moratones.

—¡Llego, llego! —exclama junto con un gruñido de satisfacción, dejando caer a su presa sobre la madera mientras que de su ano ruedan hilos cada vez más grandes de sangre que chorrean las piernas y la madera cara del escritorio.

Garfio se echa a llorar sin saber porqué.

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