Capítulo 12. ¿Going... Down?

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Un ruido a motor potente nos hizo mirar hacia la ventana. Era el intervalo entre la clase de biología y la de física.

—¡Ah, creo que me voy a desmayar! —exclamó Soledad agarrada de las rejas de la ventana. 

Ana Clara, Celina y Valeria se arrojaron como monos titís en búsqueda de maníes detrás de su jaula. 

 Un muchacho unos años mayor acababa de estacionar su Harley Davidson en la puerta del colegio. Era alto y corpulento, llevaba una remera con la lengua de los Rolling Sotnes junto a unos jeans gastados. Varios tatuajes decoraban sus brazos. Debía reconocer que se veía realmente atractivo.  

—¡Miren, está entrando al colegio! —cacareó Celina señalando a James Dean.

Ambar y su grupo se acercaron volando como abejas a una colmena.

—¡Creo que enamoré! —Valeria se apantalló ante la imagen.

Ana Clara se persignó.

—¡Ambar! ¿viste quien está? ¡tu cuñado!...—vociferó Esmeralda. 

Lourdes relojeó de costado sin siquiera inmutarse. Parecía ser junto conmigo la única mujer inmune a los encantos del Top model.

—¡Por Dios, esa familia se robó los mejores genes de la humanidad! —gritó Mara. Ramiro sonrió  y puso con entusiasmo sus útiles en la mochila.

Ambar volvió hacia su banco para sacar un espejo con un pequeño kit de maquillaje. Parecía alborotada. Nunca la había visto así.

La puerta del aula se abrió de par en par y el fornido muchacho se colocó junto al marco sosteniendo una campera de cuero detrás del hombro. Parece el modelo de  la publicidad de Guess. Hubo un alboroto colectivo.

—¿Cómo está la celadora mas linda de ésta escuela? —esbozó galante dirigiéndose a Griselda, la preceptora histórica del colegio. 

Griselda se sonrojó.

—Vengo a buscar a mi hermanito —agregó señalando a Ramiro.

Valeria suspiró, Celina abrió la boca como si fuera a tocar una flauta para llamar a los pitufos.

Ignacio recorrió con sus ojos azulados el aula y se quedó un instante en alguien. Era la silla de Ambar. Ella levantó la mano para saludarlo con holgura y se coloreó. Nunca la había visto así.

—Ambar, ahí estás. —Ignacio sacudió la mano. 

Lourdes tensó un poco el ceño.

—La novia de mi hermano, ¿que me decís?¿Tiene suerte Ramiro, no? —le preguntó a Griselda con una sonrisa pilla.

Ambar no pudo dejar de sonreí melosa. Una pequeña furia se apoderó de mí. 

—¡La verdad que sí, es el mas afortunado! —refrendó Griselda chequeandola a Ambar. 

— ¡Espero que este muchacho no se porte como yo! —bromeó.

—Parece que ese gen lo heredó —bromeó Griselda también y salió urdida del aula.

Ignacio lo tomó del hombro a Ramiro y volvió a mirarnos con las manos en forma de megáfono.

—¡Chicos, hoy hay fiesta en la casa de los Colombi y están todos invitados! —gritó desde allí.

Toda la división festejó por la invitación. No era usual un pase libre a las puertas de la casa de los Colombi.

—¡Ahí estaremos! —gritó Soledad subiendo el pulgar.

Las Chicas solo quieren divertirseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora