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-Otra vez lunes.-dijo sin ganas el rubio.- El fin de semana se pasa tan rápido.
-Animo Bff, es un lindo día.- exclamo la joven mientras sonreía mirando el cielo relampaguear.
-Que miedo contigo enserio.-volteo el rostro hacia el móvil.- Podrías contestar el teléfono, no ha parado de sonar desde que despertamos. Es estresante.
-Mejor que conteste Fran, después de todo él ahora se encarga de dar mi número a quien se lo pida. ¿Verdad Francisco?- ironizo la joven.
-Señorita ya le explique, usted me pidió que yo no le respondiera más llamadas pero nunca me dijo que no le diera su número para que hable directamente con usted.-dijo muy tranquilo el chofer.
-Te estás pasando de listo Fran, te estás pasando.- cruzo los brazos negando con la cabeza la joven mientras sonreía mirando por el retrovisor a su adorado chofer.
-Pero no de escuela.- dijo regresándole la sonrisa a Claín.- Ya llegamos, que tengan un lindo día.
-Igualmente Fran.- dijo el rubio bajando del automóvil.
-Steph adelántate tengo que solucionar algo aquí.-sonrió.
-¿No vamos a entrar juntos?-cuestiono con un fingido llanto.- Siempre entramos juntos es más cuando tú no venias a clases yo faltaba simplemente para no romper la tradición de entrar juntos a la escuela.
-Dramático.-dijo la joven volteando los ojos.- Eso lo haces porque no te gusta ir a la escuela. Pero está bien, vamos. Hasta luego Fran, ya no te pases de listo por favor.
-Por cierto a quien le ha dado tú número Fran.- pregunto mirándola mientras subían los escalones de la escuela.
-Alguien sin importancia.-contesto indiferente la azabache.- ¿Almorzamos juntos?
-Para que veas que no solo a ti te buscan.-la miro fijamente.- Hoy vendrá a verme una mujer muy guapa.
-Ow vendrá tu mami.- dijo con ternura y felicidad la chica.-Hace mucho no la veo.
-Muy graciosa Claín.-mira hacia otro lado.- Ya, está bien, si es mi mamá. Por cierto también quería que almorzaras con nosotros.
-Ahí estaré guapo.-dice guiñándole un ojo.
El día empieza a transcurrir entre clases, risas y comidas que distraen a la joven del tema que aún la atormenta. Ya de regreso en casa se dispone a apagar el teléfono pero recuerda la única regla de la familia: Celulares siempre encendidos sino serían retirados. Entonces lo decidió lo puso en silencio y se fue a dormir.
Ya por la mañana la rutina volvía a empezar o eso pensó. Al bajar por las escaleras se dio cuenta con que alguien se encontraba en su mesa, la sonrisa y el asombro de la joven no podían ser más grandes.
-Abuela.-grito para correr en dirección a la mujer de avanzada edad.
-Mi pequeña, te extrañe mucho.- le sonrió mientras arreglaba el cabello de la joven.- Quítate ese uniforme, hoy no iras a clases.
-Pero.-no pudo continuar.
-Claín.- la interrumpió Stephano.- Puedes ser una chica normal por una vez en tu vida y disfrutar como cualquier adolescente el hecho de faltar a clases.
-Abue.- miro la joven hacia su abuela.- ¿Qué hace él aquí?
-La abuela Samanta viene por mí no por ti, igualada.-río su compañero.
-Consíguete tu propia abuela.- le dijo volteándole la cara.
-Niños, niños no peleen. Además ustedes son como siameses.- sonrió.- Claín alístate, tendremos un gran día.- la pequeña mujer se pone de pie.- Espera aquí mi pequeño, llevare a esta muchachita a cambiarse. Además no debes verla como Dios la trajo al mundo hasta después de que se casen.
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Claín, fuego congelado
Novela JuvenilEnamorarse debería ser fácil, después de todo, el "amor" es el sentimiento más sublime que existe en el universo. Pero, siempre hay un pero, el enamoramiento es un fastidio algo tan complicado. Ella una chica poco común con una vida menos común. Él...