Capítulo 15

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Narra Autora:

-Otra vez lunes.-dijo sin ganas el rubio.- El fin de semana se pasa tan rápido.

-Animo Bff, es un lindo día.- exclamo la joven mientras sonreía mirando el cielo relampaguear.

-Que miedo contigo enserio.-volteo el rostro hacia el móvil.- Podrías contestar el teléfono, no ha parado de sonar desde que despertamos. Es estresante.

-Mejor que conteste Fran, después de todo él ahora se encarga de dar mi número a quien se lo pida. ¿Verdad Francisco?- ironizo la joven.

-Señorita ya le explique, usted me pidió que yo no le respondiera más llamadas pero nunca me dijo que no le diera su número para que hable directamente con usted.-dijo muy tranquilo el chofer.

-Te estás pasando de listo Fran, te estás pasando.- cruzo los brazos negando con la cabeza la joven mientras sonreía mirando por el retrovisor a su adorado chofer.

-Pero no de escuela.- dijo regresándole la sonrisa a Claín.- Ya llegamos, que tengan un lindo día.

-Igualmente Fran.- dijo el rubio bajando del automóvil.

-Steph adelántate tengo que solucionar algo aquí.-sonrió.

-¿No vamos a entrar juntos?-cuestiono con un fingido llanto.- Siempre entramos juntos es más cuando tú no venias a clases yo faltaba simplemente para no romper la tradición de entrar juntos a la escuela.

-Dramático.-dijo la joven volteando los ojos.- Eso lo haces porque no te gusta ir a la escuela. Pero está bien, vamos. Hasta luego Fran, ya no te pases de listo por favor.

-Por cierto a quien le ha dado tú número Fran.- pregunto mirándola mientras subían los escalones de la escuela.

-Alguien sin importancia.-contesto indiferente la azabache.- ¿Almorzamos juntos?

-Para que veas que no solo a ti te buscan.-la miro fijamente.- Hoy vendrá a verme una mujer muy guapa.

-Ow vendrá tu mami.- dijo con ternura y felicidad la chica.-Hace mucho no la veo.

-Muy graciosa Claín.-mira hacia otro lado.- Ya, está bien, si es mi mamá. Por cierto también quería que almorzaras con nosotros.

-Ahí estaré guapo.-dice guiñándole un ojo.

El día empieza a transcurrir entre clases, risas y comidas que distraen a la joven del tema que aún la atormenta. Ya de regreso en casa se dispone a apagar el teléfono pero recuerda la única regla de la familia: Celulares siempre encendidos sino serían retirados. Entonces lo decidió lo puso en silencio y se fue a dormir.

Ya por la mañana la rutina volvía a empezar o eso pensó. Al bajar por las escaleras se dio cuenta con que alguien se encontraba en su mesa, la sonrisa y el asombro de la joven no podían ser más grandes.

-Abuela.-grito para correr en dirección a la mujer de avanzada edad.

-Mi pequeña, te extrañe mucho.- le sonrió mientras arreglaba el cabello de la joven.- Quítate ese uniforme, hoy no iras a clases.

-Pero.-no pudo continuar.

-Claín.- la interrumpió Stephano.- Puedes ser una chica normal por una vez en tu vida y disfrutar como cualquier adolescente el hecho de faltar a clases.

-Abue.- miro la joven hacia su abuela.- ¿Qué hace él aquí?

-La abuela Samanta viene por mí no por ti, igualada.-río su compañero.

-Consíguete tu propia abuela.- le dijo volteándole la cara.

-Niños, niños no peleen. Además ustedes son como siameses.- sonrió.- Claín alístate, tendremos un gran día.- la pequeña mujer se pone de pie.- Espera aquí mi pequeño, llevare a esta muchachita a cambiarse. Además no debes verla como Dios la trajo al mundo hasta después de que se casen.

Claín, fuego congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora