4. LA PELEA - parte 3

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Cuando Hisoka abrió los ojos ya estaba otra vez a diez metros de distancia de Chrollo, parado en la arena, con el cosquilleo en los labios y la insoportable sensación de pérdida en el pecho.

¡Indoor Fish! ―exclamó Chrollo, tras materializar nuevamente el libro Skill Hunter. Al instante dos nuevos peces se materializan a su alrededor.

Hisoka se obligó a sí mismo a enfocarse en la pelea; estaba seguro de que el beso no era más que un truco para engañarlo.

―¿Es lo único que tenés? ¿No pensás que es aburrido? —dijo.

―Para nada; si todavía ni empezaste a jugar con ellos. ¿No tenías ganas de verlos en acción? ―respondió Chrollo con una sonrisa sarcástica

Lanzó los peces hacia Hisoka, quién rápidamente los desmaterializó con varios naipes que dieron en el blanco.

―¿Eso es todo? Demasiado fá...

Otro par de peces se lanzaron hacia él, y luego otro par, y otro. Chrollo rió al ver a Hisoka saltar y dar volteretas para evitar el ataque de los peces que se materializaban de par en par sin interrupción. Había activado una de sus nuevas habilidades robadas, la "Abundancia Divina", mientras un separador de Nen mantenía el "Indoor Fish".

―¿Seguís pensando que mis peces son aburridos? –se burló Chrollo.

Sus brillosos ojos grises hacían juego con sus mascotas que flotaban como un enorme cardumen, sus cuerpos plateados nadaban en círculo sobre sus cabezas. Sonrió al oír los gritos de admiración y miedo del público al ver las temibles bestias flotantes y a Hisoka que esquivaba unas y mataba otras.

― ¡Ellos son geniales! —exclamó Hisoka—, pero vos sos predecible.

Rodeado de una espiral de naipes que giraba a su alrededor, Hisoka extendió su mano hacia el techo. Todos los mástiles de hierro que adornaban las paredes con las banderas insignia del Coliseo se desprendieron de sus bases y se elevaron flotando. Con un movimiento de sus dedos, los hierros se alinearon y se lanzaron hacia el centro del estadio, directo adonde flotaba el cardumen. Atravesaron en su paso a varios peces que se desmaterializaron al instante, pero muchos otros lograron esquivar el ataque.

―Impresionante, pero no lo suficiente ―se burló Chrollo.

―Esperá, todavía falta lo mejor.

Hisoka movió sus brazos y al instante los mástiles volvieron a girar en un gran círculo, las banderas flameaban colgando formando un espectáculo maravilloso. Luego se movieron hacia el centro del círculo. Al llegar se voltearon todos al mismo tiempo, hasta flotar erguidos, perpendiculares al suelo. Se agruparon hasta formar un grueso haz de barras de hierro que flotaba en línea vertical, algunos todavía conservaban las banderas colgando debajo como una gran cola de pez. El haz de hierro se elevó hacia el techo del estadio como un cohete y lo atravesó con gran estrépito.

Chrollo miró boquiabierto cómo el techo de vidrio se partía en miles de pedazos que caían sobre el centro de la Arena. Saltó hacia atrás antes de que los filosos fragmentos lo alcanzaran. El aire fresco de la noche encapotada se coló en el interior del estadio. Los peces se disolvieron en una suave neblina plateada que en pocos segundos desapareció.

Hisoka dejó caer los naipes, feliz con el éxito de su idea. Fue una suerte que los directivos del Coliseo del Cielo hubiesen remodelado el estadio principal justo ese año, reemplazando el oscuro techo de concreto por una moderna estructura de hierro y vidrio.

Ojos de Sangre || Hisokuro (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora