ú n i c o

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1 de septiembre

Se sentía apenas como una pequeña brisa que arreciaba con cada segundo que pasaba. Y era extraño, pensaba. Era extraño cómo los segundos comenzaron a parecer eternos, como la brisa se convertía en una ligera llovizna y no le molestaba a pesar de no tenerle mucha resistencia al frío.

Suspiró, queriendo contener la respiración por lo que sus ojos reflejaban.

Jungkook seguía embelesado en aquella esbelta figura, la cual no parecía tener ningún ademán de moverse de ahí. Estaba empapándose, dejando que las gotas cayeran de lleno en su rostro.

Pero él lo estaba disfrutando, sin embargo. 

El pelinegro se sintió extrañamente descolocado pues él, siempre objetivo y rígido, era de las personas que preferían llevar un paraguas consigo al ver las amenazas de lluvia, entonces, no se explicaba por qué de repente había bajado su paraguas amarillo para sentirse igual que el de cabellos castaños.

Él no se consideraba una persona escéptica, a pesar de ello, tampoco llegaba a creer del todo las cosas, pero su cabeza le formulaba una sola palabra, casi queriéndose auto convencer que tuvo que haber despertado tarde aquel sábado para sus cursos de la lengua extranjera, y que haberse perdido por no querer aceptar la ayuda de su mejor amigo también había sido obra de algo.

Destino.

Nunca antes había sentido algo tan correcto. Ver como las gotitas de agua se deslizaban por el rostro acaramelado del chico, antojándosele como una tarde cálida de verano a pesar de encontrarse en pleno invierno. Una leve, helada y agradable brisa le acariciaba con afabilidad el rostro, tiñendo sus mejillas de carmesí. Absolutamente todo se había borrado de su mente y se dedicó a admirarle.

El cabello de aquel chico era castaño, oscurecido gracias a la oportuna lluvia que le había metido en aquel estado de que absolutamente nada importa, que absolutamente nadie más existía en ese momento más que él. Un abrigo negro se posaba desde sus hombros, cayendo con gracia hasta casi la mitad de sus muslos, cubriéndole del frío pero, a pesar de ello, Jungkook extrañamente estaba seguro que no le desagradaba del todo. Y por supuesto que había algo; había algo más allá de esas sonrisitas traviesas que comenzaban a asomarse por la comisura de sus labios, había algo más en aquel ceño ligeramente fruncido y en sus lunares cubiertos por una ligera capa de agua, distando a la vista. Jungkook sabía que había algo más allá en su parado despreocupado y en su disfrute del momento. Sino no se explicaba cómo su corazón latía de esa manera.

Suave, tranquilo, como si todo estuviera bien.

De alguna manera hacía sentir al azabache que estaba bien perderse y no llegar a su destino. Pues tal vez su destino había sido desviarse y verle ahí.

Había personas que definitivamente te harían sentir una infinidad de cosas de solo verlas una vez; harían sentir que tendrías el mismísimo zoológico completo en tu estómago y hasta olvidarías cómo respirar.

Pero había otras, sin embargo, que te harían sentir en casa.

Y Jungkook definitivamente se quedaba con la segunda.

No, no tenía un nombre. Tampoco tenía aunque sea un mísero segundo de su atención. Y sabía que, tan pronto ese chico se diera cuenta que lo observaba desde hace un buen rato, se iría lo más rápido posible de ahí. Pero no importaba, Jungkook de verdad solo estaba disfrutando de verle. Porque tal vez ese chico consideraba la lluvia algo sumamente especial, algo calmo, despreocupado y que le desconectara de todas las posibles preocupaciones que tendría. Tal vez, aquel chico para Jungkook era su lluvia.

Bajo la lluvia; kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora