november 11st

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Había llovido en Londres el día anterior. Tal vez ese mismo día también había llovido; las nubes acechan en la mayor parte de su cielo y fácil es sospechar que rociarán sus calles en cualquier hora. Era de noche pero luz se concentraba distintivamente en dos seres que resplandecían cierta felicidad y un entusiasmo notable.
Por un lado, DaBin daba un concierto. Sí, Europa, que hacía no más de tres años le resultaba una ambición tan lejana e inalcanzable que pensar que las entradas para su gira en el continente se terminaron a los quince minutos de salir le parecía inasumible. Estaba acostumbrado a dar conciertos, confiaba en su energía y en su música, pero esos nervios permanentes corroían.
Por el otro lado, en una cola quilómetros en la que ella ocupaba uno de los primeros sitios, una chica pequeñita de la que se veía más melena que persona sufría los mismos nervios y seguramente un doble entusiasmo al de DaBin. Iba con un chico portador de gafas que trataba de calmarla, aunque él llevará en vena la misma emoción.
Ambos habían viajado de lejos con el propósito de ver al artista y al resto de su equipo en directo. La chica del pelo largo que cumplía su último año de teenager en tres días había escogido un conjunto con la que todo el mundo que la conocía la relacionaba al instante y esmeró en su rostro un maquillaje detallado que demostraba que ese era su oficio y a ello se dedicaba. Incluso con el cabello recogido "a lo Ariana Grande" —término que ella usaría— le llegaba hasta los glúteos. Siendo en sí minúscula, su esencia la hacia magna. Llamaba la atención.
La chica del pelo largo y su amigo habían comprado la entrada que les permitiría hablar directamente con DaBin y el resto de DPR, y ella le había escrito una carta. El papel era de cuadros, arrancado de una libreta pequeña pero repleto de sentimientos grandes.

DaBin estaba preparado. Sean seguramente siete seguidores que tuvieron la oportunidad de hacerse una foto con él. Christian, que está en su equipo, rueda los hombros como descarga. Los fans privilegiados se acercan en grupo y la chica del pelo largo tiembla a cada paso que avanza.
Al fin, lo abraza. Reza por primera vez, reza que el mundo se detenga. Qué no haya relojes y sentirse inundada más tiempo por aquél aroma y aquel gesto afectivo.

"I adore you."

Le salió en un hilillo de voz, algo indefensa porque ser sincero con lo que uno siente requiere de mucho valor. DaBin esbozó su particular sonrisa triangular y se la dedicó a ella. No eran palabras que no le hubieran dicho nunca, pero en esa chica le resultaron más tiernas. Sumamente si ceras, extremadamente sentidas, especialmente bonitas, extrañamente reales. Recibió en manos de repente una carta. Sabía que era una carta. En ella, se veía escrito "from the girl with the long hair". Lo leyó con la voz de la chica. ¿Ya había culminado en él con tanta rapidez y agilidad? Se quedó anonadado con las pupilas fijas en la caligrafía de esa chica. Quería mirarla, pero ¿se atrevía?

"I'm the girl with the long hair."

La chica del pelo largo pensó que era un buen momento. DaBin dio las gracias a que ella hablara, fue la excusa para hablarle de vuelta.

"Oh! Yeah, yeah."

Vio como las manos contrarias —de uñas preciosas— hacían el ademán de mostrar el cabello de su lado izquierdo. DaBin volvió a sonreír y recibió una sonrisa de vuelta.
Sin más, la chica del pelo largo tuvo que irse.

Su canción favorita era Jasmine pero eso no lo esmentó en la carta. Al subir al escenario, DaBin poco tardó en distinguir la silueta de la chica del pelo largo entre la multitud. Estaba muy cerca, en segunda fila, incluso podía verle los pantalones rosas de estampado militar.
Animar a toda aquella gente no fue difícil, traía  consigo muchísima dedicación y su esencia natural. No titubeó al comenzar su espectáculo. Cuando DPR Live empezó a cantar, la chica del pelo largo no asimilaba lo que sus ojos estaban viendo.

No sería preciso decir que DaBin pensó en la chica todo el concierto. Pero la tenía delante. A menudo, inconscientemente, sus pupilas viajaban en busca de la pequeña caucásica con pelambrera y aprovechaba el verso de alguna canción para desviar su atención hacia ella. ¿Estaba ahí? Al final siempre daba con ella y aprovechaba el momento para intercambiar una mirada fugaz.
A DaBin le gustaba hablar, contar experiencias. Quería mostrarle a sus seguidores que aquello que había conseguido requirió antes esfuerzos, voluntad y varios malos momentos. Sin embargo, ahí se encontraba, con ese público.
Desde aquel escenario que los distanciaba, se percató de como estaba llorando la chica del pelo largo. Quiso bajar, abrazarla y consolarla. Pero no podía hacerlo, no habría sido profesional. Y él ya hacia un tiempo que tenía que comportarse como un profesional.
La chica del pelo largo salió del concierto sabiendo que él la había visto, pero sin ser del todo consciente sobre hasta qué punto la había estado mirando.

La mañana siguiente DaBin llevaba encima una fatiga considerable; ¿quién decía que no a una fiesta en Londres? Supo moderarse, evidentemente, pero era más el conjunto de trajeteos que el CTYL World Tour le suponía. Tras despejarse y ya bien aposentado en el sillón del avión, al lado de la ventanilla, con Christian a la izquierda, aprovechó la serenidad del momento para sacar la carta de la chica del pelo largo. Para nada había estado pendiente de pensarla, pero la verdad era que su imagen vaga le había venido a la memoria varias veces durante la noche pasada. Así que sin mucha dilación, desdobló aquel papel de libreta arrancado —y algo, arrugado, culpa suya— y comenzó a leerlo.

Era muy breve, la letra era limpia. ¿Y por qué? ¿Por qué con tan pocas palabras y tan llanas había conseguido impactar de tal modo en él? La releyó. Jamás nadie había llevado sus letras y su música hasta un terreno tan personal. Y desde hacía tanto tiempo. Se acordó de súbito de la suma emoción que la chica de por sí desprendía en pista la noche anterior. ¿Tanto la había sentido aquella chica?
Solo era la chica del pelo largo.
¿Cómo se llamaba? ¿De dónde era? ¿Qué edad tenía? ¿Cómo empezó a escucharlo? ¿Cuánto tiempo hacía que quería conocerle?
Todas aquellas preguntas comenzaron a atormentarlo, pensando que había restado valor a una conversación que podía haber alargado, al menos un minuto más, con aquella chica.
La chica del pelo largo.
La chica del pelo largo.
La chica del pelo largo.
Era guapa, tenía una voz bonita todavía recordaba su voz. Su pelo, que embriagaba.
Algo se le revolvió en las entrañas. Ni siquiera sabía su nombre.
Se durmió después de ver por última vez la ciudad londinense al despegar y despidiéndose tristemente con la mirada de ella.

the girl with the long hair » hong dabinDonde viven las historias. Descúbrelo ahora