Un Escalofrío

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Mi tía se había marchado desde temprano, tengo la casa solamente para mí. Quizás sea buena hora para comenzar con el ritual de protección.

Con estambre amarre hojas de salvia, eleno y laurel, hice cuatro manojos. Empecé con la parte delantera de la casa, en cada una de las esquinas de la propiedad tenía que enterrar un manojo.

Escarbo un agujero pequeño, espolvoreo un poco de pimienta negra y dejó el manojo, repito el hechizo en latín, por último vuelvo a cubrir con tierra el agujero. Hago esto en cada esquina.

- Espero que esto sea suficiente.- Acarició la cabeza de Lila.

Me quedó sentada en el fresco césped, mientras Lila da vueltas por el jardín. Una de mis actividades favoritas es disfrutar del aire libre, estar en contacto con la naturaleza.

Pero mi tranquilidad es interrumpida por el chillido de Lila, mi pequeña trata de escarbar bajo la cerca.

- Lila.- La llamó, pero soy ignorada.

Me levantó, del otro lado de la cerca está la casa de la señora Langdon. Me asomé un poco sobre la cerca, el jardín esta muy bien cuidado, hay varios rosales esparcidos por todo el lugar.

- Hola.- Brinco al escuchar una voz.

Buscó por el lugar hasta toparme con la mirada de un niño, está recargado en la misma barda que yo.

- Hola.- Me siento apenada, he sido descubierta husmeando.

- ¿Quieres jugar conmigo?- Pregunta el rubio.

- Ah, no creo que sea buena idea. Deberías ir adentro.-

- No quiero estar con la mujer que está ahí.- Hizo un puchero, muy tierno.

- ¿Hablas de tu mamá?-

- Yo no tengo mamá.- Lo que dijo me sorprendió.

- ¿Qué...- El ruido de una puerta me interrumpió.

- ¡Niño! Ven aquí.- Una mujer salió de la casa, aparentemente molesta con el pequeño. - Tú abuela dijo que no podías salir.-

La mujer camino hasta el niño y lo tomo del brazo.

- Disculpe la molestia señorita.- Dicho esto último, los dos entraron a la casa.

Me quede ahí parada como estatua, la situación que acababa de pasar fue muy extraña. Entonces esa mujer no es su madre, acaso ese niño será hijo de Constance. Pero ella ya es una mujer... Mayor y el niño parece tener unos 6 años, aunque tienen el mismo cabello rubio ondulado.

Lo mejor será dejar el tema de lado.


♦ ♦ ♦


La tierra bajo mis pies, la neblina impedía que pudiera ver a más de un metro a mi alrededor, un silencio sepulcral reinaba el lugar, el olor a quemado era tan intenso que me costaba respirar.

- ¿Hola?- Gritó en busca de alguien. - ¡Tía!... ¡Lila!-

Empiezo a caminar, desorientada, me doy cuenta de la sangre que mancha mi ropa y manos, esto solo hace que me asusté aún más.

Logro escuchar pisadas, las sigo como puedo, estoy perdiendo el control. Estoy asustada.

- ¿Hola?- Distingo una sombra frente a mi. - ¿Quién eres?-

No tengo respuesta, cuando intento acercarme topó con una pila de huesos que rodea a la misteriosa figura. Son cientos de hueso, cráneos, cajas torácicas, fémures, etc.

- Bienvenida al nuevo mundo.- Una voz distorsionada se escucha en todo el lugar.

- ¿Qué... Qué es todo esto?- Caigo de rodillas en la pila de huesos.

Entre todo el desorden veo un cráneo que no encaja con los otros, es de un can. Algo me sofoca, un presentimiento me lleva a una sola conclusión, una horrible.

- Lila...- Me derrumbó completamente.

Lo último que escuchó es el graznido de una parvada de cuervos.


- ¡NO!- Despierto con la respiración agitada.

Mi pequeña no tarda en llegar a mi lado y subirse a la cama, lamiendo mis manos. Mi corazón vuelve a latir en cuanto la veo ahí, sana y a salvo.
Frotó mi cara con ambas manos limpiando el sudor en mi frente, después de unos segundos mi respiración se regula.

Todo fue un sueño, uno que se sentía muy real.

Me levantó de la cama con Lila siguiendo mis pasos, cuando paso por la ventana de mi habitación veo que hay luz en la casa de al lado, no necesito ver el reloj para saber qué es de madrugada, una hora inusual para que alguien siga despierto. Las cortinas de la habitación de enfrente se mueven con el aire frío, parece como si alguien estuviera de pie frente a la ventana, trato de ver mejor achicando mis ojos y como presentía, hay alguien ahí observándome también. Lila inicia a ladrar en dirección de la ventana.

Lo que no me esperaba era que en menos de un segundo desapareciera. Eso me desconcertó aún más, primero la horrible pesadilla y ahora esto.

Cierro la ventana junto a las cortinas, quedando en completa oscuridad. Mis labios están resecos, debo ir por agua, camino con cuidado de no tropezar con nada. Cuando creo haber llegado a la puerta de mi cuarto, pero al estirar mi mano para tomar el picaporte no hay nada, doy unos cuantos pasos más y de un momento a otro aparezco en la cocina.


¿Qué demonios acaba de pasar?


Giró al lugar por donde vine y me encuentro con una esquina oscura de la cocina. Las patas de Lila se escuchan por el pasillo, en cuanto llega levanta sus orejas e inclina su cabeza, parece confundida y sorprendida al igual que yo.

- No sé que hice.- Habló en voz alta.


Tomo agua y regreso a mi habitación, me tumbo en la cama y trato de dormir otra vez, pero me cuesta trabajo con todo lo que pasó esta noche.
















El Diablo En Mi •Michael Langdon X (Tn)•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora