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A la hora de la cena, pasamos por un supermercado, puesto que mi amado esposo se ha puesto creativo con la idea de prepararnos una de sus tantas creaciones suculentas. Sawyer y Ever están invitados a cenar con nosotros, pese a oponerse por aquello del profesionalismo, todos sus argumentos se fueron abajo en cuanto Rose entró en juego, a ella es imposible decir no, hace que cualquier argumento se vaya abajo. 

Me he encerrado en la habitación para darles un buen baño a mis niños, hemos pasado unas cuantas horas con ellos jugando en la playa, se la han pasado bien y eso me hace feliz. Cuando les tengo a ambos listos, guapísimos y oliendo delicioso, me meto al baño para cambiarme y arreglarme el cabello. Al salir, Manuel está solo, sentado sobre la alfombras.

¿Y Rose?

Cojo a mi rubio en brazos para salir de la habitación, esta niña es muy inquieta, solo le dejé un par de minutos y ella escapó. Le busco en la asignada para ella y mi niño, no está en ninguna parte de esta. Por lo cual, asumo que se ha ido con Paul, o eso es lo que espero, porque se me están disparando todas las alerta que pueda tener una madre.

— ¿Está Rose aquí? —le pregunto a Paul al entrar a la cocina. Pero a simple vista puedo responderme, no.

—Creí que iba a estar contigo, ¿Por qué lo preguntas?

Niego con la cabeza, esta niña va a matarme de susto en susto. Giro sin decir nada, y voy a buscarle, ¿Dónde jodidos se metió? Voy a la parte lateral, y veo la puerta que lleva a la parte donde se encuentra la piscina, ¡Está abierta! Por medio segundo, el corazón se me detiene, los pasos de Paul se escuchan cada vez más cerca. Al llegar al umbral, veo a Ever con Rose en brazos, mientras le habla.

—Solo con mamá o papá, ¿Está claro, señorita? —le dice riñéndole. Al elevar la vista, me mira. —Iba a buscar unas cosas a la habitación y le vi cruzar, creo que esta puerta debe permanecer cerrada y con llave, esta jovencita es muy traviesa.

—Gracias, Ever —murmuro con alivio evidente en mi voz. —Por favor, deja cerrado. Y Rose, ven conmigo.

Cuando vamos de regreso, les escucho venir tras de mí. Nos encontramos a Paul, que parece haberse quedado buscándole en los despachos. Me mira, pese al alivio que ha llegado, me siento molesta de solo imaginar lo que hubiese pasado si el hombre no se la encuentra.

— ¿Dónde estaba?

—Afuera, en el área de la piscina. Ever se la ha encontrado justo a tiempo.

—Rose Zimmerman, ¿A ti quién te dio permiso de ir ahí? Y peor, ¿Sin mamá o papá? —le riñe. Pero ella no dice nada. —Estás castigada, y no tendrás helado después de la cena.

—Papá —refunfuña.

—Papá, nada. Aquí no hay ningún pero que valga. Sabes por mucho que tienes prohibido ir a lugares sin permiso, o salirte de la habitación sin decirnos. ¿Qué hacías afuera?

—Quería ver —se excusa.

—Vaya, pues yo quiero ver como caminas hacia la sala para esperar a que esté la cena. —Le mira, ella no se mueve, le reta con la mirada. ¡Mierda! Es como ver una versión pequeña de él mismo, que cosas. —Ahora, Rose.

Me mira, buscando que la salve, muy inocente, sin ser del todo consciente que estoy del lado de su padre. No me inmuto, le mantengo la mirada. Y con eso parece entender que está perdida. Soltando el aire con brusquedad, empieza a dar pasos fuertes, sus zapatos resuenan en el piso para demostrar que está molesta. Lo único que hace es terminar de ganarse unas buenas nalgadas.

—Camina bien, Rose. No tienes ningún problema en los pies, el piso no es tambor para que le hagas resonar. —Me mira, pone los labios en una línea. Ya estamos. —Sigue así, muchachita. Que iré por el cinturón para ver quien se enoja más.

TRES ZIMMERMAN PARA UNA GREY (THREE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora