Izuku Midoriya

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Todos quieren a Izuku Midoriya, todos, bueno, menos Bakugou pero eso a nadie le importa.

Así que, qué mejor manera de ganarse a todos que ganándose primero al dueño del ganado más grande de la U.A.

Sí, y es tan injusto que el pecoso sea querido y apreciado por todas las mujeres e incluso hombres y de forma irónica él sea tan tímido que lo desaprovecha totalmente.

—Izuku. —Lo llamó en el almuerzo. —¿Cómo estás?

El peliverde miró amable, aunque se le hacía raro que se dirigiera a él. —Estoy bien Mineta-kun ¿Y tú?

Tenía tantas preguntas para el dios del harem mixto. Así que se acercó a él con discreción y una sonrisa sabia.

—¿Con quién te vas a quedar?

Midoriya miró confundido. —¿Eh?

Frunció el ceño. —¿¡Ya sabes, con cuál de las chicas te vas aquedar!?

Sus pecas se llenaron de rosa y el sudor por los nervios los hicieron ahogar un chillido de sorpresa.

¿Quizá las pecas eran el secreto?

—¿¡Uh!? ¿Te gusta batear para el otro lado? —me susurró sorprendido. —¡Oh si! Así las chicas tendrán que quedarse conmigo, porque a ti te gusta por-

El aire se le escapó a Izuku —¡N-no! —negó con las manos nervioso.

—¿Izuku—kun? —lida lo miró.

Minoru se adelantó, —¡Ya veo! Siempre pasas tiempo con Iida, seguro que te gusta él ¡Y yo que pensaba que ibas a sacar a Uraraka de mi liga!

—¡Mineta! —Chilló rojo Midoriya.

—No entiendo lo que sucede. —Acomodó sus lentes Tenya sin inmutarse por los comentarios. —Izuku-kun, me temo que debo rechazar tus sentimientos, soy heterosexual y aparte ya estoy saliendo con Hatsume Mei. —Afirmó con las manos.

—¡No es eso Iida-kun, todo esto es un mal entendido!

Todos miraron a la mesa.

—¡¡Anden a hablar sus joterias a otro lado malditos maricas no me dejan comer en paz!! —gruñó Bakugou desde su mesa, donde comía de mala gana con su grupo de amigos.

—¡¡K-kacchan no es lo que— yo no soy g-ga- homosexual!!. —Chilló.

—Izuku-kun no te sientas acomplejado, no temas a exponerlo yo seguiré siendo amigo tuyo. —Le mostró el pulgar Iida.

—¡Que no es eso!

—¿¡Eh!? ¡¿Deku-kun es gay!? —Ochako miró desde la mesa de chicas con una rebanada de pastel en la boca.

Mineta la miró y ojalá fuera otra cosa la que estuviera en su boca.

—¡Lo sabía! —Mina afirmó, —ya decía yo porque no se declaraba a Ochako.

—¡¡¡No soy gay!!! —gritó Midoriya abochornado.

—¡¡Mierda!! ¡¡Cállate de una puta buena vez, maldito marica!!

—¡¡Qué no soy gay!!

—¿¡Ahhh!? ¿¡Qué te crees para gritarme, puto gay!?

—¡Qué no es gay! —interfirió Uraraka.

—¿¡Qué te crees puta cara redonda para gritarme!? ¿¡Ah!?

—¡¡Kacchan, no le grites a Uraraka-san!!

—¡¡Si, no le grites a Ochako!! —Refutó Mina.

—¿¡Tú qué, maldita alíenígena!?

—¡Blasty, no le grites a Mina!

—¿¡Quieres pelea, puto tiburón!?

—¡¡¡Kacchan, deja de gritarle a los demás!!! —Tartamudeó.

—¿¡Quieres que hoy sea tu velorio!? — Se levantó de la mesa.—¡Anda, gay de mierda que te patearé el culo!

—¿Qué haces Todoroki-kun? — Preguntó Yaoyorozu dejando de prestar atención al escándalo.

—Iré a llamar a Aizawa-sensei.

Se retiró del comedor.

Mineta miraba el desastre. ¿Uraraka? ¿Ashido? ¿Asui? ¿Hagakure? ¿Yaoyorozu? ¿Todoroki? ¿Bakugou? Con quién se quedaría.
Miró como el cenizo tiraba del chaleco del peliverde zarandeándolo en el aire.

Seguro que querían a Izuku por su gran carisma, optimismo, actitud, valor y sonrisa, por sus objetivos heroicos, por su constante lucha por alcanzar sus metas de la mejor forma posible sin que nada lo detenga. O quizá por las pecas.

 O quizá por las pecas

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—Hola Kaminari. —Habló arrogante al día siguiente.

—¿Qué pasa viejo?

—Te recomiendo que hoy pases el día con tu grupo de amigos matones. —Le daba la espalda.

—¿Por qué?

—No quiero herir tu autoestima hoy con mi asombroso y apuesto cambio de imagen. —Se dio la vuelta encarándolo y mirándolo de la manera más seductora posible mientras le mostraba el pulgar en alto.

—¿¡Viejo qué te hiciste!? —se burló al borde de un ataque de risa.

—Decidí formar mi propio harem. —Habló seductor.

Ochako pasó a su lado y se detuvo antes de llegar a su asiento, miró directamente a Mineta con atención.

Miró burlón a Denki y dijo,  —no pudo soportar el estilo Mineta.

La castaña se acercó lento. —¿Mineta-kun? —ladeó la cabeza.

—¿Si, linda?

Denki se tapó la boca para no reír.

—¡Tienes migas de galletas! —Anunció alegre sacando una servilleta y limpiando las mejillas del chico. Feliz metió su servilleta en su bolso y continuó caminando.

—¡¡Nooooo!! —se tiró sobre su pupitre. —¡Mis sexys pecas! ¡Me voy a morir solo!

—¡¡Jajajajajajajajaja!!

Ese día Denki murió de risa.

I n c o m p r e n d i d o #DefinitivosAwards19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora