La maldad, este término ha sido ocupado especialmente por la iglesia católica para fundamentar sus dogmas. Este maniqueísmo que solo nos pone al bien y el mal como lo único y que hizo temer a lo que no estaba con Dios.
La lucha contra la maldad nunca ha parado, cambian las víctimas, cambian los "combatientes heroicos", cambian los medios y los instrumentos, pero la razón está ahí, escondida en nuestro imaginario colectivo.
La Edad media fue la raíz de este pensamiento, pensamiento que gracias a los padres de las iglesias separaban lo bueno y lo malo, Dios es lo bueno y el Diablo es lo malo. Después empezaron a surgir las categorías estéticas que representaron de manera tangible estos dos contrarios, la maldad toma la forma de lo grotesco, lo feo, y el bien se convierte en lo bello.