C. 1: Snickers

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Día presente

Nadie le cree a Keith cuando les dice que el cabello de Lance solía ser desgreñado cuando era más joven. Como, alocadamente desgreñado. Los rizos eran indomables. Caían en su cara y se balanceaban y crecían a un ritmo alarmante. Eran más dorados que marrones, más encrespados que lisos, y quedaban atrapados en sus pestañas. El cabello de Keith siempre fue corto y picado, cortado muy cerca de su línea de pelo, así que se fascinaba con la criatura peluda que parecía sentarse en la cima de la cabezita de Lance. El moreno siempre se acomplejó por su cabello, Una vez, cuando tenía seis, le dio a su hermana mayor veinte centavos para que alisara sus crespos, y se sintió completamente decepcionado cuando no quedó como había querido. El cabello sobresalía en todas las direcciones y cubría enteramente sus ojos como una alfombra lanuda.

Keith lo recuerda como si fuera ayer. El constante forcejeo con esa salvaje, tupida mata de cabello. Claro que, a medida que crecía, este eventualmente se desenmaraño. Se lo cortó de diferentes maneras a través de los años, naturalmente. Y ahora, Keith se encuentra desplazandose en su teléfono, sentado en la cama mientras Lance pasa un cepillo por su corto, suave y marrón pelo por trigésima vez, mordiendo su labio nerviosamente al tratar de ponerlo en su lugar.

"Lance." Keith dice, tirando su teléfono a un lado y observando la expresión preocupada de Lance en el espejo. "Lance, tu cabello luce bien."

"¡No! No lo hace" Lance suelta. "Siempre se ve de lo peor cuando tengo un lugar importante a donde ir. Dios, lo odio."

"Te estoy diciendo que luce bien."

"Bueno, no te creo." Vuelve a soltarle. "Y si de todas formas luciera bien, cosa que no hace, aún no sería merecedor de esta chica." Gruñe frustrado y arroja el peine. Este repiquetea cuando golpea el espejo y seguidamente, el mostrador.

"Ella no es tan sexy." Dice Keith. "Ustedes, ambos son ochos." Hace una pausa. "Ochos y medio"

"Ocho y med- ¿Acaso la viste?" Lance se da la vuelta, atónito. "Acepto que yo soy un ocho, ¿pero ella? ¡Ni siquiera sé por qué aceptó salir conmigo en primer lugar! No puedo arruinarlo."

"No lo harás. Literalmente nunca lo haces. Han habido chicas aquí como, cada semana en todo este año." Apunta Keith, rodando los ojos.

Sí, él vive con Lance. Desearía poder decir que fue una completa coincidencia, terminar en la misma ciudad luego de la universidad. Pero no fue completamente una, porque Keith aplicó deliberadamente para trabajos en los que era posible que Lance estuviera. Lance no sabe de esto, claro, porque aún después de todos estos años siendo mejores amigos, Keith nunca admitirá que él es una de las personas más importantes en su vida. Es solo que Lance tiene... tantos amigos. Tanta gente importante. Y Keith en realidad solo tiene a Lance. Así que, no es algo que le gusta recordar, su estúpida y completa dependencia en este desagradable chico encantador.

Pero sí, comparten un departamento, y sí, nunca han estado más de tres meses sin estar cerca uno del otro. Pero así es como era entre ellos, como siempre había sido. Y nunca ha habido un problema con eso antes.

Su apartamento no era algo que se describiera como "HOGAR." Acababan de graduarse igualmente, y ambos tenían trabajos con sueldos aceptables, así que no esperaban tratamiento especial. Keith lo amaba como era cuando se mudaron dos años antes; paredes blancas, piso beige y luces tenues con muy poco espacio para algo más. Lance, sin embargo, estaba horrorizado, y gastó los primeros seis meses de su estadía re-pintando la sala entera y comprando cenefas baratas de Target para pegar en las paredes. Una vez visitó una tienda de segunda mano y regresó con una alfombra para "decorar el espacio" que resultó estar infestada de chinches.

Hearts don't break around here. 🍫 Cancelada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora