Catarsis.

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Son las 8 en el Lado Oeste. Mi nombre es 352. Si estás leyendo esto, quizás aún estés a tiempo de salvar tu mundo, tu sociedad.

Sonó el despertador. Los 3 pitidos asignados sonaron de forma débil pero sonora. Mi hermano 467 dormía en una cama circundante a la mía.

- Espero que este día sea tan placentero para ti como todos los demás- dijo 467.

- Lo mismo digo- dije yo sin ganas.

- 352, ya sabes que debes decirlo. Sino lo haces la gente se puede sentir ofendida- replicó 467

- Y tú ya sabes que me da igual lo que sienta la gente, joder- dije con la almohada aún tapándome la cara.

- Te van a acabar vetando si dices esas cosas- dijo casi enfadado 352 mientras se levantaba de la cama.

Nuestra casa seguía el modelo alfa estipulado por el Todos: 2 plantas con la cocina, el salón y el baño en la planta de abajo y 3 habitaciones en la planta de arriba.
Fuimos sancionados hace menos de 3 meses por colgar un cuadro que se consideraba ofensivo por muchas personas: era un león con una gran melena que había dibujado yo y del cual estaba bastante orgulloso. Recuerdo que cuando vinieron a hacer la ronda mensual de reconocimiento del hogar y vieron el cuadro la guardia del Todo molió a palos a mi padre por oponer resistencia a que retiraran el cuadro, que a mi tanto me habia costado hacer, mientras le pedían perdón por cada golpe por si se sentía ofendido en la forma en la que golpeaban ya que no respetaba el golpe tradicional estipulado por el Todo. Aquellos guardias fueron ahorcados en la Plaza delante de sus familias, las cuales pedían perdón a los allí presentes por el daño sentimental que pudieron haber causado por no seguir el golpe tradicional, para después abuchear a sus propios maridos o padres, los cuales a su vez pedían perdón y aceptaban su castigo.
A mi, que lo observaba desde la distancia, me resultaba ridículo a la par que gracioso.

Mi hermano y yo bajamos a la cocina, saludamos como era debido a mi padre y a mi padre y nos sentamos a desayunar. Me había tomado el lujo de añadir azúcar a mi pienso 1.1.2.
Ante mi, un bol lleno de tiras de numerosos colores, que representaban las diferentes razas del mundo para que nadie se sintiera ofendido se oponía en el campo de visión de mi madre, con lo que evitaba el contacto visual que siempre desde pequeño me había resultado tan incómodo.

Mis padres aún eran jóvenes. Creo que una vez me dijeron que tenían alrededor de 30 años, pero que no estaban muy seguros. El único factor físico que los diferenciaba del resto de los padres de mis amigos era el Ω.9 que como yo tenían tatuados en el cuello. Por lo demás eran idénticos al resto.

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⏰ Última actualización: Nov 17, 2018 ⏰

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