7. Fake love

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Taehyung sintió un dolor intenso recorrer su mandíbula. Saboreó el hierro de la sangre que empezaba a acumularse en su boca, al haberse mordido la lengua a causa del impacto. Se llevó las manos a la cara.

-¿P-pero qué has hecho salvaje?-gritó Taehyung con un tono sorprendentemente agudo para lo grave que era su voz-. ¡Mi rostro, mi hermoso rostro! ¡Me has desfigurado!

Gruesas lágrimas empezaron a caer de los almendrados ojos del rubio, pero a pesar de lo que Taehyung hubiera esperado, Jungkook no se inmutó por ellas, sino que empezó a reirse...a carcajada limpia...sin piedad.

Taehyung se quedó de piedra -esta vez figuradamente, tranquil@s- y se quedó mirando a Jungkook.

-¿Cómo osas reirte, ser sin corazón? ¿Cómo osas GOLPEARME? ¿A mí? Que estoy hecho por los mismísimos dioses...- Taehyung intentaba intimidarle, pero parecía que a cada palabra que pronunciaba, Jungkook se reía más y más, hasta tal punto que se cayó al suelo, doblado sobre sí mismo-. ¡¡¡Deja de reírte!!! ¿Cómo te atreves? Serás castigado ¿me oyes? Los dioses te...

Taehyung se calló de pronto, porque al hablar la parte inferior del labio le tiraba y dolía y al tocársela vio sangre. Taehyung perdió el control y chilló de tal manera que despertó a los murciélagos.

-¡¡¡Aaaaah!!!

Jungkook por su parte, ya no podía respirar. Sentía que se moría. Se estaba riendo tanto que le empezaban a doler las costillas. No era su intención reirse así. Sabía que estaba siendo algo cruel, pero es que no podía creerse lo que estaba pasando. Era verdad que a lo mejor se había pasado con el puñetazo, pero en cierto modo se lo merecía. No estaba bien obligar a la gente a hacer cosas que no quería. Y sobretodo dos veces en aquella noche. Taehyung le besaba como si fuera suyo, como si tuviera el derecho de hacerlo cuando quisiera. Y eso no lo consentiría.

Y se lo hubiera dicho. Pero es que no podía parar de reir. Taehyung actuaba como un niño. Como una reina del drama. Y era increíblemente adorable.

Taehyung, harto de sentirse insultado de aquella manera tan despreciable, se levantó del suelo y se dirigió lo más dignamente que pudo y lo más lejos del moreno. Jungkook le vio irse y desaparecer por una de las esquinas de la sala del museo, pero no lo siguió. De hecho, tuvieron que pasar varios minutos hasta que Jungkook finalmente se tranquilizó y dejo de reírse.

Serio de nuevo, carraspeó un par de veces, respiró hondo para evitar empezar a reírse de nuevo y se dispuso a buscar a Taehyung. Pero antes se dirigió al vestuario y cogió lo necesario del botiquín para curarle la herida del labio a Taehyung. Una vez pasada la risa, Jungkook se sentía culpable por haberle pegado así. Le encontró un par de salas mas allá, parado de pie frente a un ventanal, observando la tormenta.

Jungkook apreció que Taehyung no estuviera desnudo y le hubiera hecho caso al ponerse la ropa de algodón que le había prestado. Porque claro, no podía intentar consolarle si estaba cachondo obervando aquel increíble cuerpo. También se sorprendió que todo le quedara bien. Mañana le podría traer un saco de patatas y seguiría luciendo despampanante. Porque en una cosa Taehyung estaba en lo cierto: estaba hecho por los dioses. Era tan perfecto que casi dolía. Tehyung solo estaba allí, de pie mirando la tormenta, su cuerpo relajado, la luz de los relámpagos iluminándole la mitad de la cara. Jungkook suspiró. En fin, era de ensueño.

-Taehyung-dijo cuidadosamente el pelinegro. No quería meter la pata-, ven aquí. Te voy a curar la herida.

La sala se iluminó con la luz de un rayo, pero Jungkook no recibió respuesta.

-Taetae...venga...-Jungkook dulcificó su voz.

Nada.

-¿Taehyung-shi...?

NarcisoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora