【 Capítulo 24 】

22 3 0
                                    

Recorrí el pasillo de la fortaleza con algo más de calma que hace unas horas atrás. Había servido de mucho desahogarme con Dabin y que me contara lo que sucedió con mi madre, incluso el llorar había sido de utilidad, me ayudó a deshacerme de aquella sensación de sobrecarga en mi cuerpo. Sin embargo Dabin seguía siendo el mismo que conocí hace unas semanas, y muy seguramente, permanecería igual hasta el día en que me muera. Pero en ese momento no estaba de humor para pensar en mi último aliento, al contrario, necesitaba algo con que distraerme de pensamientos tan negativos, y eso incluía a Jolin y a un delicioso pan del pueblo. Si tan solo supiera a donde había ido.

Continué mi camino ignorando las miradas de espanto que me dedicaban los guardias, los sanadores, las damas de compañía y cualquier otra persona que se topaba conmigo. Al parecer lo sucedido con Yjan me seguiría por siempre en aquel sitio.

—¡Zhaarí!—grité cuando encontré a mi maestra aun par de metros frente a mí. La pequeña mujer se volteó a verme y pude ver un brillo de nervios en su mirar, pero no le tomé importancia después de recordar que Lión la había confinado a cuidar a los invitados de Dabin

—¿Qué es ese escándalo?—la mujer rubia perfectamente arreglada y tan bella como una Barbie se giró a verme y me estudio de pies a cabeza—¿acaso no tienes modales?—su voz era aguda y presuntuosa, como si se creyera la reina del mundo

—Disculpe la molestia señora—dije cuando estuve cerca de ellas. Hice una pequeña reverencia y me concentré en Zhaarí—¿has visto a Jolin? Llevo buscándolo desde hace ya un rato—la castaña negó con la cabeza y lanzó una rápida mirada a su acompañante, quien me miraba con desdén, al igual que Lión—bueno, si lo ves dile que lo estoy buscando y que lo espero en la entrada para ir al pueblo

—Yo le digo—aceptó la castaña. Le dedique una sonrisa y salí corriendo a la entrada

No puedo explicar lo feliz que me ponía la idea de visitar el pueblo junto a Jolin, el chico resultaba ser agradable para esas salidas, siempre me mostraba pequeñas tiendas y comercios donde vendían cosas extraordinarias. La última vez me llevo a un bazar de objetos traídos de otros pueblos lejanos, algunos a kilómetros de la capital y otros de lugares al otro lado del océano. En fin, siempre había algo nuevo e interesante que pudiera contarme, aunque llegue a pensar que me gustaba tanto por el simple hecho de que estaba con él. ¿Será acaso que Zhaarí no estaba tan loca y al final tenía razón con respecto a mis sentimientos por Jolin?

Llegué a la entrada de la fortaleza de piedra con aquella duda en mi mente. Aunque Jolin era atractivo y me gustaba estar con él, al final creo que se trataba solo del hecho de que con él, me sentía como Jell. Pequeña, inocente y feliz. Sonreí ante esa idea y me recargué junto a la puerta de madera que se encontraba cerrada. La entrada era como cualquier otra, salvo que tenías que cruzar tres puertas antes de entrar o salir del lugar.

—Es por seguridad—había dicho Jolin cuando le pregunté para que tantas—con una sola puerta, cualquier enemigo podría entrar sin problema alguno. Después de cada puerta hay un grupo de soldados listos para atacar si su puerta cae, eso nos da ventaja

En lo personal me resultaba algo preocupante pensar en aquellos guerreros que habían estado detrás de la primera puerta. El par de soldados que vigilaban las entradas me miraron con recelo mientras me recargaba en la pared de piedra en espera de Jolin.

Solo veinte minutos, si no llega, iré a mi habitación.

El tiempo comenzó a correr y no había ni rastro de Jolin. Estuve a punto de desistir e irme antes de que pasaran los veinte minutos, pero algo me decía que debía esperar, aunque a veces mi instinto me fallada.

Atrigeos I : EsenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora