u n u m

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10.11.2008

o l i v e r

Faltan tan sólo un par de días para que acaben las clases. La verdad, no podría estar más feliz. Si estoy libre todo el tiempo, significa que podré hablar mucho más seguido con Ryan. Obtuve su número por accidente una vez cuando marqué a un teléfono equivocado.

  —Lo siento, de verdad soy un imbécil. —Le dije riéndome cuando me había dado cuenta de mi error.
—No te preocupes amigo, al menos eres un imbécil que tiene una voz muy atractiva.— Soltó una de esas risas de cerdito, lo cual hizo que nos riéramos aún más.
—¿De verdad crees que tengo una voz atractiva?—Pregunté, obviamente como una broma.
  —¡Claro! —Dijo con la voz un poco ronca por reír tanto.—Es más, la tengo como piedra de sólo escucharte.

Y la conversación se prolongó más y más. Pensar que yo sólo quería llamar a mi abuela.

Me la paso dibujando en las esquinas de mi cuaderno. La maestra de álgebra sigue insistiendo en hacer clase hasta el último día, pero nadie le hace caso. Alex está pegada a mí viendo mis garabatos; supongo que está igual de aburrida que yo.

—Dibuja una ardilla.—Me pidió con voz de niña de siete años.
—¿Qué tienes con las ardillas?
—Son lindas.—Se encogió de hombros.
—Bueno, tienes razon.

Me la pasé dibujando lo que Alex me pidiera hasta que terminó la clase. Si fuera por ella, me tendría todo el día dibujando a su merced. Pero para mi fortuna, esa era la última clase del día.
Alex ha sido mi mejor amiga desde hace unos cuatro años. Es mi confidente, mi compañera, es como mi hermana. Aún recuerdo la primera vez que la ví: Una niña bajita y delgada bastante pecosa a la que su cabello lacio y rojizo le caía por la mitad de la cara de manera desordenada. Ella era bastante tímida cuando la conocí, pero ahora es la persona más extrovertida del mundo. También parecía más delgada de lo que en realidad era, ya que toda su ropa le quedaba algo grande. Ahora tiene ropa de su talla (Obviamente) y mantiene su cabello corto por encima de los hombros y recogido con una diadema. Aveces pienso en lo mucho que contrastamos ella y yo. Alex luce como una niña dulce que no mata ni una mosca (Cuando es todo lo contrario) y yo parezco una especie de punk frustrado de la vida (Y puede que sea así).

Acompaño a Alex hasta su casa y luego me dirijo a la mía. En cuanto entro subo a mi recamara y puse un CD de Simple Plan a todo volumen. A nadie en mi casa le molesta porque las paredes son increíblemente gruesas. Pienso un momento en llamar a Ryan, pero luego recuerdo que él llega un poco más tarde que yo a su casa. Es raro que disfrute estar tanto tiempo con una persona de la cual sólo conozco su voz, pero la verdad es que hemos logrado conocernos muy bien con una simple conversación casi todas las tardes después de la escuela. Tampoco es que hablemos de cosas súper interesantes, tan sólo nos contamos nuestro día y poco más. Pero incluso llego a disfrutar esas llamadas más que muchos momentos en mi vida.

Me quedo escuchando música acostado en mi cama mirando al techo. Mi mente se va apagando lentamente por el momento tan relajante en el que estoy. Sin darme cuenta, me quedo dormido.


Escucho un sonido persistente. Un ruido. El teléfono.

Me levanto rápidamente y contesto algo entusiasmado.

—¿Hablo con Oliver y su pandilla?—Escucho del otro lado de la línea.
—Hola Ry. —Le devuelvo el saludo con una sonrisa en mi rostro al tiempo que me estiro para apagar el equipo de sonido.—¿Cómo estuvo tu día?
—Una mierda. Estuve todo el día esperando para hablar contigo.
—¿De verdad?—Me acomodo en el asiento mientras juego con el cable del teléfono.
—Si. Lo bueno es que ya casi acaban las clases, podré hablar más seguido contigo...—Hizo una pausa.—Creo que eres el único que conozco que no es cruel conmigo, Oli.
—¿Te volvieron a molestar?—No respondió.—¿Ry...?
—Si, algo así. Ya estoy harto, debería cambiarme a tu escuela.
—¿En el último año?
—Emm... ¿Duh? ¡Sería genial!
Solté una pequeña risa.—Si, tienes razon.

Estuvimos hablando durante un par de horas, como siempre, hasta que noto que es algo tarde y la factura del teléfono llegará con una innumerable cantidad de ceros, lo cual, obviamente me va a meter en problemas.

—Ryan, creo que me tengo que ir. Te hablo mañana, ¿Si?
—No, quédate un rato más.—Dice en tono de berrinche.—¡Nos estamos divirtiendo mucho!
—Lo sé, pero llevamos mucho tiempo hablando.
Él suspiró.—Bueno...— Pausa y vuelve a hablar antes de que pueda despedirme.—Oye Oli.
—Dime.
—¿No crees que sería genial vernos algún día?.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro.—Sería genial, Ry.


13.11.2008


Me encuentro en una cafetería con los zapatos más decentes que pude encontrar en la mañana. Levanto la cabeza cada vez que alguien pasa por la puerta. No sé ni cómo lo voy a reconocer, sólo conozco su voz. ¿Qué tal si es un secuestrador? ¿O un pedófilo?... ¿Un secuestrador pedófilo?... Necesito calmarme.

Golpeo la punta de mis dedos contra la mesa con impaciencia. Veo que un chico algo pecoso de cabello largo se asoma por la puerta y entra a la cafetería. Por cómo mueve su cabeza de un lado a otro, puedo deducir que está buscando a alguien. Cruzamos miradas, pero ninguno se atreve a Hablar. Lo veo de arriba hacia abajo y él hace lo mismo. Veo que en un lado de su camisa tiene estampado "Ryan". Asumo, por alguna razón, que ese es Ryan.

  —Ry, siéntate.—Lo invito amistosamente. Veo que sonríe, por lo que sé que ha reconocido mi voz.
-¡Oli!—Se sienta en frente mío rápidamente.—Wow, eres muy diferente a tu voz.—Arqueo una ceja.
—¿Quieres decir que no soy atractivo como mi voz?
—No, eres jodidamente hermoso.—Dijo apartando la mirada.—Es sólo que...
— ¿"Es sólo que..."?
—Pareces un punk frustrado.
—¡Maldita sea!

Ambos empezamos a reír a carcajadas sin importarnos nada. Sin importarnos que todos nos están viendo como bichos raros. Sin importarnos que hace poco más de un minuto todo era muy incómodo porque somos prácticamente un par de desconocidos. Nada de eso importa ahora porque por fín estamos frente a frente. 



A Un Millón de EstrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora