Aristóteles Córcega y Cuauhtémoc López ya tenían mucho tiempo en una relación, estaban casados y habían formado una bonita familia, digo bonita porque un hermoso angelito había llegado a su vida para unirlos aún más.
Un pequeño de 3 meses, era muy lindo.Había ocasiones en las que solo quería estar con Temo y por lógica Aris tenía que encargarse de llevar dinero a la casa, hasta que el bebé tuviera la madurez para asistir a una guarderia.
Todo era perfecto, lo único malo de todo esto era que Temo todo el día se hacía cargo del hogar y del menor. Y como deberíamos de saber, terminaba muy cansado.
Aris salía desde las 5 de la mañana de su casa al trabajo, trabajaba en una empresa. Regresaba hasta tarde, a las 8 de la noche ya estaba en su casa, de lunes a sabado. Ese era el horario.
Nuestro querido Temo se encontraba sentado en el sofá, con el pequeño en sus brazos, el bebé estaba dormido y él estaba mirando el televisor. Eran las 8:45 y su prometido aún no regresaba, estaba muy preocupado, pero algo dentro se él le decía que estaba bien. Y que en cualquier momento llegaría a casa.
Justo cuando estaba por quedarse dormido, escuchó como la puerta de la entrada se abría, y unas llaves estaban siendo agitadas. Era su esposo, Aristóteles.
— Hola, amor — Dijo el acercándose a Temo, dejando un beso sobre la cabecita del menor, y otro sobre los labios de su pareja.
— Hola, ¿Por qué has tardado tanto? Te he extrañado demasiado... —Suspiró, y sonrió —
— Ve y deja al bebé en su cuna, haré que la espera haya valido la pena — Dijo esto con una gran sonrisa formada en sus labios, de oreja a oreja. Algo tramaba. —
— Está ta bien.
Cuauhtémoc subió a la habitación donde su pareja, el bebé, y él dormían. El bebé era muy pequeño como para estár solo en una habitación. Así que subió a acostarlo en su cuna. Aristóteles le siguió, y le llegó por detrás.
Sabía lo cansado que muchas veces era el cuidar a un bebé, pero también sabía varias formas de quitar el estrés de todo el día en solo una noche.
Después de ver que el bebé estaba dormido, Temo dejó al bebé en su cuna, mientras Aris se acercó por detrás besando el cuello del contrario, sabía que era un punto débil de él, y le encantaba usarlo a su beneficio.
— Sabes lo que eso causa — exclamó dándose un giro para quedar enfrente y cara a cara con su pareja. — sabes bien que son mi debilidad.
— Por algo lo he hecho, amor... — Le dió un pequeño beso en sus labios —¿Puedo seguir? Esto te hará sentir mejor.
— Esta bien, soy todo tuyo.
¿Acaso tenía otra opción? Realmente se lo merecían. El mayor de ambos, tomó a su pareja de los muslos, y lo llevó a la cama. Lo acostó sobre ésta. Comenzó por besar sus labios, e ir bajando lentamente por el cuello, dejando una que otra marca que durarían un par de días.
No tardaron mucho para entrar en calor, pequeños jadeos y gemidos se escapaban por toda la habitación. Pues el hombre de la casa se encontraba tocando la sensible parte erecta de su esposo, la tomó fuerte entre su mano, sintiéndola palpitar e iniciando a subir y bajar suavemente creando un vaivén, escuchando como cada jadeo, gemido y toque desesperado pedía por más.
— Mmh, ah... Oh, Amor...~
— ¿Te gusta?
— Me encanta...
La velocidad aumentó y las ganas de tenerle dentro también. Pero Aristóteles se detuvo, y ahora bajó por completo, estaba entre las piernas de su esposo. Cuauhtémoc sabía exactamente lo que su chico haría, sonrió ladinamente.
— ¿Me darías el grandísimo permiso para complacerte? — cuestionó el mayor de ambos.
— Sabes que lo tienes. — respondió desesperadamente esperando el tacto.
Aristóteles sonrió. Posicionó su lengua desde lo más bajo del miembro, y fue subiéndola poco a poco hasta llegar al grande; comenzó a hacer uno que otro círculo sobre este, causando más satisfacción en el menor. No tardó mucho en llevar el pene a su boca. Con el uso de su lengua, boca, y mano le otorgaba el cielo a su pareja.
Temo no podía más, sabía que en cualquier no iba aguantar más, estaba tratando de no hacer un escándalo; no quería despertar al bebé. Pero era tan imposible, estaba recibiendo mucho placer, y estaba más cerca del orgasmo.
— Uh... Cariño, sigue...~
Cada vez más cerca... Temo terminó por correrse dentro de la boca de su esposo, y este limpió todo el rastro de semen del miembro de el menor. Habían terminado. Oh, quizá no, aún faltaba más.
Cuando Aris había comenzado a desnudarse, un pequeño lloriqueo sonó en toda la habitación, ambos se miraron y sabían exactamente lo que era.
¡El bebé había despertado!
Rápidamente Temo se puso la ropa interior, y caminó hacia con él pequeño que estaba en su cuna llorando, lo cargó en su brazos. Después caminó hacia con su esposo que estaba sentado sobre la esquina de la cama.
— Parece que alguien no quiere que papis jueguen... — dijo el castaño mirando a su bebé, para después mirar a su prometido, y soltar una pequeña risita.
— Eso no es gracioso, Temo. Realmente quería recompensarte por esperarme — Hizo un pequeño puchero —
— Está bien amor, lo has hecho, me has dado una hermosa familia.
Se sentó aún lado del mayor con él bebé en sus brazos. Y sonrió, el pequeño los miraba a ambos, sus ojos eran muy lindos, tenían un brillo especial.
— Es igual de hermoso que tú — dijo el pelinegro sonriendo, embobado por lo lindo que era su bebé.
— Esto es lo mejor que me has dado, te amo...
Pues ya que, no tenían otra opción más que ir a dormir. Acostaron al bebé con ellos en la cama, estaba entre los dos, Temo del lado derecho, y Aris del lado izquierdo.
Ambos sabían que se habían perdido muchas noches, pero habían ganado a un precioso Ángel. Que era su bebé.
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No saben la alegría que me da poder compartir con ustedes esto, me ha sido tan difícil tener el valor para poder publicarlo, no soy buena con las historias, pero amo a estos chicos, y sé que no fue muy interesante; pero igual, espero y haya sido de su agrado, sería lindo que dejaran un comentario y un voto. ¡Cualquier opinión al acepto! Ya sea buena o mala.
Besitos.- 𝘢𝘯𝘨𝘪𝘪𝘦.💕