Capítulo 11: El bautismo de Francisquito

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Habian pasado un par de meses, cuando llego el día en el que Andrea y Samuel se convertirían en los padrinos de Francisco. La camioneta llegó temprano a buscarlos, y ellos se dirigieron a la iglesia para la ceremonia. Toda la familia Mendoza estaba allí, incluso Kathya los acompañaba. Después de la iglesia, hubo un pequeño festejo en el rancho de Sofía y Arturo. Durante el banquete, Andrea no dejaba de reírse con todo el mundo, en especial, con Eric Montalvo, quien la había acompañado a a la fiesta. Una orquesta comenzó a tocar, y en unos instantes más, todos los invitados estaban bailando. Eric enseguida sacó a bailar a Andrea, y Samuel hizo lo mismo con Kathya. En ese momento, el metre indicó que todos deberían cambiar de pareja, las parejas se dispersaron en el escenario, y Samuel sacó a bailar a Andrea. La música cambió, comenzando a sonar una melodía suave y romantica. Samuel tomó la cintura de Andrea, y se unió más a ella. -Que bonita melodia- observó él. -Es un gran baile- remarcó ella. - Usted está muy bonita ésta tarde, señorita Andrea- la elogió. -Usted está muy elegante- aseguro ella, y luego bromeó- cualquiera diría que somos la madrina y el padrino en la fiesta- sonrió. Samuel bailaba muy abrazadito a ella, sus respiraciones se sentían muy cerca, y ninguno de los dos podia dejar de perderse en el otro. Por un instante, Samuel sintió que solo estaban ellos allí, siendo uno solo, bailando. -Como quisiera poder detener el tiempo- confesó- y quedarme aquí, con usted, solo sintiendo el calor de su cuerpo. Andrea lo miro, sorprendida, jamas se hubiera imaginado escuchar esas palabras de su príncipe. -¿Porque lo dice?- quiso saber. Samuel sonrío: -Porque está asi, tan mansita, tan tranquilita en mis brazos- señalo. -¡Ah, era eso!- dijo ella, alzando la voz y soltándose bruscamente- ¡Así que eso es lo que usted quiere! ¡Que yo me quede muda como si estuviera anestesiada!, ¿no?- le reclamo. Samuel suspiró: -¡Con usted no se puede realmente! Yo no estaba diciendo eso, todo lo contrario, yo....-  ¡Ay, mire, callese!- protestó ella. Para luego alejarse de él, e ir a charlar con los demás invitados.  - Siempre la misma- dijo, nervioso- Más si, haga lo que quiera- se enfado. Emmanuel se acercó a su hermano, enseguida: -¿Que pasa, hermanito?- pregunto- te noto bastante molesto. -Es Andrea- respondió sinceramente, si ni siquiera pensarlo. - ¿Que pasa con ella?- bromeo- ¿te cuesta mucho disimular que estás celoso de Eric, verdad? Samuel lo miro, molesto: -¡Que decis!- exclamó- yo celoso de esa señorita, ¡Por favor! Ella puede hacer lo que se le de la gana.. A mi no me molesta. - Claro si, si- contestó Emma, sin creerle nada. Hacia tiempo que se había dado cuenta que Samuel estaba enamorado de Andrea.  Cuando el festejo estaba terminando, apenas quedaban muy pocos en la fiesta. Andrea se sentó, y sin poder evitarlo, se quitó los tacos. - ¡Estos zapatos me apretan demasiado!- se quejo. Samuel observo su rostro, casi pálido. - ¿Qué le pasa?- se alarmó. - Me duele mi tobillo- respondió ella, con lamento. -Déjeme ver- le pidió él, arrodillándose y tomando con suavidad, su pie. - ¿¡que hace!?- se sorprendió Andrea. - Aliviar su carga- respondió él, mientras le daba masajes a su pie, y la miraba todo tierno. Andrea no podia creerlo. Estaba embobada por su príncipe, no podia quererlo más. Y no era para menos, Samuel era un sol. -Gracias- le dijo, dulcemente. En ese momento, Eric se acercó a ella, preocupado, queriendo saber que le pasaba.Samuel se lo explico de manera muy brusca. Se le notaba demasiado que todo lo que quería era que Eric se esfumara y desapareciera. -¿Puedes caminar?- preguntó Emma, antes de ayudarla a llegar al auto. Luego de despedirse de Arturo y Sofía, y del tierno bebe, regresaron a la mansión. Andrea y los chiquis parecían seguir la fiesta, cuando comenzaron a los almohadazos en el sillón del playroom. - ¿¡Alguien dijo panchos!?- preguntó Samuel, llegando a la sala de juegos, con una bandeja repleta. Los chicos se abalanzaron a los mismos enseguida. Andrea rió, divertida: -Y eso que, además de hacer travesuras todo el tiempo durante la fiesta, comieron mucho del banquete- recordó. -Parece que sus estómagos son barriles sin fondo- bromeo Samuel, para luego preguntar- ¿cómo sigues del pie? La estaba tuteando, y estaba demasiado amable y suave, eso no podia estar pasando. Andrea hubiera querido pellizcarse, seguro estaba soñando. -Estoy bien- respondió, regalándole una sonrisa encantadora- esos masajes fueron muy asertivos. - Me alegro haberla ayudado- dijo Samuel, sin poder dejar mirar sus labios, y acercándose a ellos... Cuando los chicos los empujaron, jugando a las corridas y empujándose entre si. - ¡Que brutos! ¿¡Que hacen!?- protesto Samuel. -Juguemos a la mancha- propuso Matias. -No, mejor a las escondidas- siguió Teresita. - A lo que ustedes van a jugar es a ir a bañarse y luego, a dormir-les aseguro Samuel. - ¡No, tio! ¡Queremos seguir jugando!- pidieron los tres, al unisono. - Déjelos un ratito, ¿Que les cuesta? No sea tan ogro- comento Andrea. Él la miro seriamente, pero luego sonrio por lo bajo. - Es..tá...bien- dijo Samuel, acercandoseles, lentamente, pueden jugar un rato más pero, con la condición de que... ¡soporten los almohadazos!- alzo la voz, mientras les tiraba las almohadas y los chicos corrían y se echaban a reír. Andrea lo observaba con ternura. Su príncipe era toda una caja de sorpresas. Más tarde, fueron juntos a acostarlos. Y Andrea no dejaba de hacerles cosquillas, y darles besos. Su tío tuvo que contarles un cuento para que entraran en sueño. Luego, se despidieron, deseándoles buenas noches. Al salir de la habitación, Samuel llamo a Andrea, quien estaba por irse a su cuarto: -¿Que pasa?- pregunto ella, sorprendida porque Samuel tomaba su mano. - Quiero agradecerle por el bonito día de hoy. Andrea no pudo evitar llevar su vista hasta su boca. Samuel estaba por besarla... Ya no podia seguir esperando... esa era su oportunidad... estaban solos, en el pasillo, era de noche y el silencio los inundaba. Se acerco a sus labios, los rozo, y descubrió con sorpresa, como Andrea no se oponia.. Iba a besarla...

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