Todo empezó cuando una tarde de invierno le conocí y si, me hizo sentir cosas inmensas, cosas que jamás pensé que sentiría.
Fue el primer chico que me llenó, no sé cómo ni cuando, pero lo hizo.
Yo le di todo de mí, incluso le enseñé aquel jardín que tanto cariño tenía, ese que nadie conocía, ese dónde era yo misma sin miedo alguno.
Acababa de plantar semillas de rosas justo el mimo día que le conocí.
Siempre sacábamos tiempo y lo visitábamos y poco a poco íbamos viendo el cómo crecían aquellas flores, veíamos que aunque hiciera mucho frío ellas conseguían florecer..
Al cabo de un tiempo empecé a visitar ese jardín yo sola, ya que él no tenía tiempo, hasta que al final con el paso del timepo terminé dejando de ir yo también..
Pensando cada día decicidí volver sola o acompañada a ver como estaba y vi como aquellas rosas se marchitaban.
Parta evitar que se marchitaran del todo las regaba todo lo que podía y les daba todo el cariño que tenía pero entendí que yo sola no podía.
Y sin darme cuenta ese jardín pasó de ser mío a ser de los dos.
Él apenas prestaba interés por el cuidado de esas delicadas rosas pero me hacía entender que el las cuidaba lo máximo que podía.
Al cabo de un año, estas rosas se marchitaron y yo seguía yendo sola(raramente acompañada) cada mucho tiempo.
Pensé de que si plantaba más rosas estás junto a las otras florecerían, así que así lo hice.
Pero nada, no conseguían florecer. Insistí mucho pero yo sola no era capaz de sacarlas adelante.
Al final lo veía cada vez más imposible... incluso me planteé el abandonar pero él me daba esperanzas.
Un día de camino al jardín me lo encontré con una chica, la estaba acompañando a la floristería de la esquina.
Ahí lo entendí todo...